La Responsabilidad Social, la Sustentabilidad y la Etica, son los Valores básicos para las

La Responsabilidad Social, la Sustentabilidad y la Etica, son los Valores básicos para las
En 1953, Howard R. Bowen definió a la Responsabilidad Social del Empresario como “…las obligaciones de los empresarios para seguir políticas, tomar decisiones o adoptar líneas de acción deseables en términos de los objetivos y valores de la sociedad”. ETICA Y SUSTENTABILIDAD: VALORES BASICOS PARA LAS EMPRESAS

6 de diciembre de 2013

¿La Responsabilidad Social tiene un costo?

El modelo económico y contable que ha imperado en el ámbito de la empresa desde prácticamente el siglo XIX, cuando el despliegue de la Revolución Industrial, está en proceso de transformación.

Pero dicha transformación todavía es difícil de entender por los modelos imperantes antes mencionados, así la empresa sigue siendo vista únicamente como un modelo para ganar dinero, siendo esto su único propósito y fin, y seguramente por ello que tal vez para un importante número de empresarios ya sea grandes, medianos o pequeños, consideran a la Responsabilidad Social como un costo (utilizando de nuevo la terminología económica-contable), que muchos no quieren o no están dispuestos en asumir porque no le encuentran un beneficio tangible (de nuevo la terminología económica).

Sin embargo creo que vale la pena recalcar que la Responsabilidad Social es un modelo de gestión, que no involucra necesariamente una inversión adicional, es decir, se trata de administrar la empresa con otro enfoque.

Implica que la producción de un bien o servicio tiene como propósito el ofrecer algo que la sociedad (el mercado si se prefiere), necesita y que está dispuesto a comprar, significa también el acordar con los proveedores que se trabajará junto con ellos y no a su costa para obtener la materia prima necesaria para la elaboración del producto o servicio final.

Y algo muy importante, considerar a los empleados y trabajadores como personas y no como un recurso, el ser humano no es un recurso equivalente a lo que se necesita para elaborar un producto, es aunque suene obvio, una persona, y que debe ser considerada como tal, tiene sus propias ambiciones y necesidades, y es afín de cuentas el factor más importante que le da vida y movimiento a la empresa.

Con todo lo antes mencionado, se presupone o sobreentiende que la empresa tiene responsabilidades mercantiles, legales y económicas tanto con sus clientes (mercado), proveedores y empleados, pero aún sin saberlo, siempre se ha tenido una responsabilidad social con ellos pero que no se consideraba de manera clara.

Ejemplo de lo anterior es la responsabilidad con el personal, desde la época de la Revolución Industrial se consideró solamente la “mano de obra”, y se pagaba en términos económicos, oferta y demanda. Fue con la aparición de los sindicatos y con conceptos como la “Encíclica Rerum Novarum”, donde se empezó a pensar en el personal pero como un recurso para la producción.

Esta mentalidad se mantuvo bien entrado el siglo XX cuando ya se empieza a manejar el término de Capital Humano (de nuevo la terminología económica-contable), dándole otro valor a la persona.

Así ahora llegamos al concepto de que la empresa es un lugar en el cual es posible alcanzar la felicidad, ya que en ella es posible desplegar todo el potencial del ser humano en su aspecto personal y profesional.

Todos estos cambios son diferentes formas de gestión del personal y que de manera análoga también se han gestado modificaciones en la forma de ver al proveedor y al cliente.

Y esto sirve para ejemplificar que no implican necesariamente una inversión adicional, pero si un cambio de mentalidad, el percatarse que se tiene una Responsabilidad Social con todos ellos, y los recursos monetarios obtenidos en la operación de la empresa son un medio para la supervivencia de la empresa.

Por ello ante la pregunta: ¿Cuál o cuáles son los incentivos para que una empresa sea socialmente responsable? La respuesta es tener personal con una actitud positiva y de permanencia en la empresa, dispuestos a innovar y de hacer un mejor trabajo; de contar con proveedores que se convierten en socios y con clientes fieles al producto o servicio que se les proporciona.

Finalmente considerar que tanto el personal, los proveedores y los clientes, son seres humanos, y por lo tanto la empresa es una entidad integrada por y para las personas.

Seguiremos platicando …

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Por fin de año regreso en la primera quincena de enero del 2014

¡FELIZ NAVIDAD Y LO MEJOR EN EL 2014!



21 de noviembre de 2013

La empresa como escuela

Un aspecto poco visible dentro de las empresas y que puede calificarse clave para su crecimiento y desarrollo es la capacitación de su personal, y que en términos de responsabilidad social cumple uno de sus aspectos esenciales.

Es un hecho indudable que ya sea en forma expresa o tácita, cualquier organización realiza una labor de capacitación. La más obvia es la que se aplica con el personal de reciente ingreso, que aun cuando sepa realizar la labor encomendada, se le muestra el cómo se realizan las actividades dentro de la empresa.

Por su parte la capacitación expresa, consiste como se sabe en ofrecer programas o cursos dentro o fuera de la organización para adquirir o aumentar conocimientos o habilidades específicas, con los cuales se obtiene un grado o especialización determinada.

Pero en cualquiera de los casos, se le está otorgando al personal un conocimiento, un saber, que se convierte en un activo personal que le permitirá mejorar en su desarrollo profesional y con ello eventualmente aspirar a mejores condiciones económicas.

Todo lo antes mencionado viene a mostrar a la empresa bajo un enfoque diferente, viéndose como una escuela en donde además de acudir a trabajar se tiene la posibilidad de adquirir conocimientos, en suma de aprender y lograr una habilidad determinada convirtiéndose la persona eventualmente en un especialista en alguna labor específica.

Ante todo esto la pregunta es: ¿Qué tan consiente está la empresa en general y sus directivos en particular de la labor educativa que realizan? La idea común es que el acudir a una organización es únicamente para trabajar, y la obtención de conocimientos es solamente en la escuela.

Desde hace tiempo el concepto de manufactura ha venido quedando atrás para dar paso al de “mentefactura”, lo cual implica además de tener ciertos conocimientos mínimos existe la posibilidad de poder ampliarlos, y para lograr esto último la empresa tiene un papel clave.

Y en esto es evidente las cada vez más estrechas relaciones entre escuelas ya sea técnicas o de nivel universitario, con un gran número de empresas buscando con ello elevar la preparación de su personal.

Hay que reconocer también que existen organizaciones que no les interesa capacitar a su personal, con el pretexto de que al hacerlo es posible que se vayan, y esto puede ser posible, pero en todo caso sería bueno saber la razón que empuja para irse, y esta es seguramente porque se percibe un ambiente de trabajo en donde el trabajador o empleado siente que es usado como un instrumento por lo cual no se genera un sentido de pertenencia.

Es evidente que en los tiempos actuales aun considerando a la empresa como un ente estrictamente económico y productivo, requiere que toda la gente que en ella labore se encuentre en un proceso de preparación permanente para lograr las innovaciones necesarias para estar en una mejor posición competitiva. Y ese proceso de mejora continua será más fácil que se logre en la medida en que exista una atmósfera de trabajo en el cual todos los involucrados se sientan tomados en cuenta y exista una atención para su mayor preparación.

Y esto permite decir que en la medida que la empresa es socialmente responsable en su labor educativa, le podrá generar mejores ingresos.

Seguiremos platicando ….

7 de noviembre de 2013

Empresa y felicidad

Es interesante observar la aparición en el ámbito empresarial de conceptos que tradicionalmente se enmarcaban en el ámbito social o privado, y tal es el caso de la felicidad, que ahora ya empieza a tomarse en cuenta y en serio por la empresa.

Como un paradigma más, se ha venido considerando que la atmósfera laboral debe ser algo serio, en donde todas las personas se comporten de una manera prácticamente rígida y que no demuestren ningún estado de ánimo, y por lo tanto cualquier demostración de emoción es algo que se tiene que hacer fuera del lugar de trabajo.

Pero diversos estudios realizados prácticamente en la última década y más en el último lustro, demuestran que las emociones y más la felicidad, son aspectos claves para el bienestar personal, y que esto se refleja en productividad.

Y si bien no existe una definición única de felicidad ya que es algo subjetivo y relativo, se considera en términos generales un estado del ánimo que supone una satisfacción. Por lo tanto quien está feliz se siente a gusto, contento y complacido.

Y aunque no se maneja de manera expresa, lo cierto es que todos los seres humanos estamos de forma permanente en búsqueda de la felicidad, de acuerdo cada quien a sus creencias y forma de pensar.

Pero esta búsqueda no es algo totalmente subjetivo e individual, sino es algo que también pertenece a la sociedad en general y no solo como un anhelo sino inclusive como una obligación; así encontramos aunque parezca raro, que la misma constitución de Estados Unidos que proviene de 1776, se establece claramente que el estado debe procurar los medios para que los ciudadanos alcancen su felicidad; y para México en particular, la Constitución de Apatzingán promulgada por Morelos en 1814 y las que le siguieron después hasta la de 1857, habla también de la búsqueda de la felicidad para los habitantes del país.

En el contexto actual se habla ya también que la empresa, esa entidad que para muchos está definida solamente en el aspecto económico, es además un ente social que como tal, debe procurar el bienestar de su personal que de alguna manera le ayude a lograr su felicidad buscada.

Esto implica lograr al menos un ambiente de trabajo en el que la persona se sienta a gusto con su labor desarrollada cotidianamente, y que perciba la posibilidad de un desarrollo personal y profesional, un sentimiento de mejora en esa labor cotidiana.

Esto que pareciera ser obvio, de alguna manera casi todos hemos sentido lo contrario, al tener alguna vez un jefe que le gusta generar un ambiente de hostilidad, de seriedad y en algunos casos hasta de crear una atmósfera de miedo, en donde está prohibido reírse o expresarse con algún comentario divertido, y pobre de aquel que cometa algún error.

Y mucho de esta mentalidad son resabios de esa idea de considerar al ser humano como una máquina que está para trabajar y como tal no tiene ni expresa sentimientos.

Pero como antes se mencionó, el ser humano es un ente social y como tal expresa sentimientos y estados de ánimo. Y lo más importante de todo, es que cualquier actividad laboral y económica que se realiza es precisamente en búsqueda de la felicidad, y en la medida en que se percibe un avance en dicha búsqueda se manifiesta en la relación social dentro y fuera del ámbito laboral.

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18 de octubre de 2013

Formando un nuevo empresario

Es claramente visible la persistencia de algunos paradigmas que se resisten a modificarse por considerarse como valores o verdades absolutas, y en este caso se encuentra el concepto empresa, que sigue siendo defendido como una entidad de propiedad única y exclusiva de sus propietarios.

Y si bien es bien muy conocida la posición de Milton Friedman al respecto que se toma como referencia para sostener esa única propiedad; hubo otra antes que se consideró y que posiblemente se sigue valorando como el punto de partida de esta manera de pensar.

En específico me refiero al conocido caso “Dodge versus Ford”, que estableció jurisprudencia en Estados Unidos:

Cuando Henry Ford creó su empresa en 1906, contó con la ayuda de distintos inversionistas, entre los que se encontraban los hermanos Dodge, quienes pusieron 10,500 dólares en el proyecto Ford, y John Dodge entró a formar parte del consejo de administración.

En 1916 los Dodge decidieron crear su propia empresa automovilística, que pensaban financiar en parte con los dividendos de la floreciente Ford. En ese entonces Henry Ford canceló el reparto de dividendos para capitalizar la empresa y asignar más recursos a sus clientes y a sus empleados; con lo que favoreció a lo que ahora se conoce como sus grupos de interés sobre los socios. Ante ello, los Dodge lo demandaron y acabaron ganando el pleito.

La Corte Suprema de Michigan declaró que: “una organización empresarial está organizada y dirigida con el fin principal de dar beneficios a sus accionistas”.

Este hecho, se enmarca en el modo y forma de pensar de la época, muy influenciada todavía por la mentalidad del siglo anterior, lo cual hasta cierto punto pudiera ser entendible.

Pero prácticamente a un siglo de aquel suceso, sigue vigente esta idea de propiedad única, en donde empleados están de alguna manera al servicio de los dueños, y los clientes son el medio para incrementar sus ganancias.

Esta concepción requiere modificarse en las grandes y principalmente medianas y pequeñas empresas, ya que estas últimas son la mayoría, pero no hacerlo por una cuestión de altruismo, sino por esa responsabilidad social que necesita ser tomada en cuenta en la forma como se opera cualquier organización.

Inculcar entre el empresariado no solamente las cuestiones financieras pensando que solamente son ellas las importantes para obtener ganancias y utilidades; sino además promover una ética en la forma de administrar, algo que no es incompatible con el aspecto monetario y que también es rentable.

En suma, generar y fomentar una mentalidad empresarial que tome en cuenta la responsabilidad que se tiene con la sociedad, y dejar atrás esa idea individualista que no permite un mayor y mejor desarrollo socioeconómico.

Que tengan una mentalidad de largo plazo la cual fomenta una forma de pensar en donde se busca una sostenibilidad y no una ganancia para una sola vez. Algo que se puede lograr y alcanzar.

Seguiremos platicando ....

4 de octubre de 2013

Una empresa con sentido humano

El paradigma que muchos años ha imperado de que la empresa es únicamente una unidad económica productora de bienes y servicios, está paulatinamente desapareciendo para dar paso un concepto más humano.

Aunque con fuertes resistencias todavía, por un dogma establecido prácticamente en los genes de lo que se debería entender como una empresa, la responsabilidad social con su fundamento ético está abriéndose paso en la forma como debe ser vista y administrada una organización.

Para todos es conocido el hecho de que el ser humano dentro de las organizaciones ha sido visto solamente como “mano de obra”, y que por lo tanto es un instrumento para el proceso productivo, sin embargo dicha conceptualización se está dejando atrás al estarse considerando ahora a la empresa como una entidad integrada por seres “humanos completos”, que además de su mano cuentan con cerebro y corazón (sentimientos).

Y esta nueva visión no está reñida con el factor económico, hay una gran cantidad de evidencias que muestran claramente un aumento en la productividad cuando el ser humano es considerado y atendido de manera plena, siendo esto ya un prerrequisito para lograr una mejora en las condiciones productivas.

Ahora la empresa ya empieza a ser vista como un lugar donde prácticamente viven y además conviven seres humanos para realizar un trabajo, una actividad económica, y que se necesita que esa actividad laboral tenga un sentido para quienes la realizan, pero no un sentido puramente monetario, sino que se convierta en una vía para su desarrollo y realización.

Lo anterior no es un hecho aislado o una quimera, empresas como Google muestran que lo antes dicho es posible, y otras del sector manufacturero, grandes y Pymes nacionales, de alguna manera están haciendo algo para mejorar las condiciones de trabajo más allá del aspecto monetario.

Además en diversas partes del mundo existen ya reconocimientos de diferente tipo, que se les otorgan a las empresas por sus acciones para mejorar la forma en que están gestionando a su personal.

El ser humano se está convirtiendo en el centro de referencia, y la empresa y sus resultados financieros y monetarios se vuelven ahora en el medio para que ese ser humano logre un mayor bienestar, y no al revés como mucho se ha manejado hasta ahora, y con ello la visión “tayloriana” de considerar al hombre como una extensión de la máquina se está quedando atrás.

Y es por eso, que la empresa tiene como una de sus principales responsabilidades sociales el atender a todo su personal, y no solamente a cumplir su responsabilidad económica de ser rentable, claro que sea rentable, debe serlo, pero con la premisa básica de buscar el bienestar mencionado.

Dicha rentabilidad económica sirve para los propietarios, para los empleados y para la sociedad en general, en un juego en donde todos ganan y que sirve de alguna manera para mejorar dicho bienestar.

En resumen, se está empezando a entender que la ética y con ella la responsabilidad social no están reñidos con el aspecto monetario, ni tampoco que están jerarquizados en cuanto a su importancia, sino más bien que tienen funciones y propósitos distintos que de alguna manera son complementarios para un mayor y mejor bienestar del ser humano.

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18 de septiembre de 2013

Hechos no palabras

Si bien la Responsabilidad Social es un concepto y está fundamentada en valores primordialmente éticos, es necesario llevarla al terreno práctico, a los hechos, y no dejarla en abstracciones que si bien son necesarias, no son suficientes para que sea percibida por la sociedad en general.

Cuántos de nosotros no hemos leído una gran cantidad de literatura o escuchado conferencias que hablan sobre el tema, pero en la práctica es poco lo que se percibe de ella; y que se requiere dicha percepción en la cotidianeidad, es el caso también por ejemplo de la honradez, todos hablamos de ella y de su importancia, pero desafortunadamente todos ponemos alarmas en los carros, en las casas y en nuestros lugares de trabajo por temor a sufrir un robo.

Lo mismo sucede con la Responsabilidad Social: ¿Cómo hacerle sentir al consumidor la Responsabilidad Social de la empresa que elabora el producto/servicio que se está adquiriendo? ¿Cómo hacerle para que el ciudadano de a pie esté consciente de su responsabilidad social para con el resto de los miembros de la sociedad?

No tengo respuestas concretas o únicas para las mencionadas preguntas, ni tampoco pretendo convertirme en guía o algo semejante dando respuestas únicas, pero lo que sí creo que es importante, es el transmitir este concepto de manera práctica y accesible, y que pueda permear hacia los gobiernos, empresas y sociedad en general.

Me atrevo a decir que muchos de los estudiosos de este tema, conocen casos de empresas que podrían calificarse de ejemplares, pero sin embargo sucede en otros tantos casos que ni los mismos empleados de ellas la perciben o distinguen con claridad, y son solamente sus directivos quienes la mencionan para efectos demostrativos.

Y suele suceder también afortunadamente, de casos de empresas o gobiernos que en su actuación o en sus productos/servicios, la ponen en práctica pero que no lo saben, o bien no hacen alarde de ello, considerando que es algo básico en su quehacer cotidiano.

Y algo más importante todavía, el qué y cómo la ponen en acción con su personal y con sus proveedores, acciones que en muchas acciones no trasciende extramuros de la propia empresa, y no se utiliza como un instrumento mercadotécnico como en muchos casos sucede (sin mencionar nombres).

Algo que mucho se dice en los libros sobre el tema: la Responsabilidad Social es un valor que se pone en práctica dentro de la empresa, y es en esa práctica interna como sin quererlo en forma expresa se transmite a sus proveedores, clientes y sociedad en general, al igual que una persona que sin decir ella misma que es honrada y confiable, pero que en sus relaciones sociales tanto con su familia, compañeros de trabajo y sociedad en general, es percibida con dichos valores.

Por todo lo anterior es necesario convertir a la Responsabilidad Social como un valor entendido como es la mencionada honradez, y que sea el modelo de gestión de todas las organizaciones sean públicas y privadas, no por decreto, sino como una forma de actuación que conviene a toda la sociedad en general; y para lograrlo, por ahora es necesario demostrarla con hechos y sea percibida como algo posible y no como una quimera.

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31 de agosto de 2013

Nuestra responsabilidad de una mayor y mejor convivencia social

La interdependencia y la subsidiariedad, son conceptos que se utilizan con alguna regularidad en un sentido de caridad y en el mejor de los casos de filantropía, pero viéndolos a mayor profundidad su alcance e importancia van más lejos.

Tomemos el caso de la naturaleza: cualquier ser vivo, ya sea una planta, un animal y un insecto, de alguna forma todos están interconectados y necesitan de los demás para sobrevivir; y esta interconexión que existe entre animales y plantas, se realiza de manera inconsciente. Así por ejemplo la abeja en la búsqueda del polen para su propio alimento, influye en la distribución de la semilla de la planta que le ayuda en su reproducción y sobrevivencia; dicho de otra manera, la abeja es responsable sin quererlo del crecimiento de las plantas, mientras busca su propia subsistencia.

Este modelo que se repite en prácticamente toda la naturaleza dentro de todo tipo de criaturas vivientes, implica por lo tanto, una interdependencia y una subsidiaridad, y aunque no exista una conciencia en esa forma de actuar, todos tienen una responsabilidad con el resto de las especies.

Estas ideas que cada vez más tienen una mayor difusión para generar una conciencia ecológica, y que los seres humanos nos demos cuenta de nuestra necesidad de un ecosistema limpio para nuestra sobrevivencia, requieren ser vistas y aplicadas también en la forma como nos comportamos los individuos en el ámbito social.

Y lo anteriormente dicho no es nada nuevo, el mismo Adam Smith lo señalaba cuando hablaba de la posición del carnicero o del panadero con respecto a la sociedad en general, ellos buscaban su felicidad en términos egoístas, pero al mismo tiempo con su trabajo elaboraban un satisfactor para la sociedad, otra vez el concepto de interdependencia.

En términos actuales, dichas personas que realizan los mencionados oficios tienen una responsabilidad social, el hacer un producto adecuado y necesario y cobrar lo justo para subsistencia, y ese cobro si bien es un aspecto monetario, está dentro de una relación social y no al revés como mucho se ha manejado.

Ampliando la idea anterior, las empresas que son entidades creadas por el ser humano y por lo tanto sociales, desarrollan productos y servicios para la sociedad, y por ese sólo hecho aunque no lo quieran, son socialmente responsables, considerando además de su responsabilidad en su comportamiento con su propio personal, proveedores y clientes.

Dicho en otras palabras, la responsabilidad social no es una responsabilidad optativa; y algo similar sucede con todos los individuos en la sociedad, todos somos responsables por la simple convivencia, y por ello requerimos además de cumplir las leyes, el percatarnos que todos requerimos de todos, y que las condiciones de pobreza existente es la responsabilidad social de todos.

Somos una especie para vivir en comunidad y no para estar aislados, y es por ello que necesitamos ser socialmente responsables, pero no por caridad o por filantropía, sino por una conveniencia mutua como lo dijera Adam Smith, y en la medida en que más y mejor la apliquemos nuestra sociedad será cada vez mejor.

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13 de agosto de 2013

La responsabilidad social como base de una convivencia sana

“Estamos en una cultura de los derechos individuales, que nace con el Renacimiento, es verdad, y está bien y es una conquista pero que no puede quedar al margen de la responsabilidad social”.

Lo anterior es una cita del filósofo español Salvador de Brocà, en una entrevista a propósito de la presentación de su reciente libro. En donde claramente hace mención de la importancia que tiene la responsabilidad social para el desarrollo de una sana convivencia entre todos los seres humanos.

Señalando también que: “La ganancia que no se comparte no da placer, no da la felicidad”; y dice además que el actual lastre de las humanidades se debe a esta especie de utilitarismo extremo; e incluso se ha abandonado la educación en los valores.

A lo anterior aúno lo dicho también por Bernardo Kliksberg en una conferencia hace varios años, en lo cual entre otras cosas mencionó: “Una parte del pensamiento económico de más circulación ha sugerido implícitamente la necesidad de separar ética y economía. La economía sería un área a manejar por técnicos experimentados, y la ética pertenecería a otra esfera esencialmente espiritual, y no debería interferir”.

Y prosigue: “Esta escisión ha causado mucho daño. La economía nació como una disciplina presidida por valores éticos, y respetuosa de los mismos. Fue así en el pensamiento de Adam Smith, que identificó valores éticos que son clave para que los mercados puedan funcionar eficientemente”.

Por lo anterior agrega: “La superación de la escisión entre ética y economía abre la agenda de las responsabilidades de los principales actores sociales, como el Estado, la empresa privada, y la sociedad civil en todas sus expresiones”.

Todo lo antes citado por estos reconocidos especialistas sirve de base para poder decir inicialmente la importancia que tiene la ética y su expresión a través de la responsabilidad social, y que ésta a su vez no se refiere únicamente a que se considerada por la empresa privada, sino también por el Estado y la sociedad civil.

Es necesario considerar también por lo que señalan ambos profesores, que ese individualismo extremo es la causa de muchos de los problemas sociales, pero no es un individualismo en el sentido personal, sino más bien en un sentido autárquico de los agentes que participan en una sociedad, es decir, que se preocupan nada más por sí mismos sin considerar al resto de los agentes participantes.

Lo cual significa que quienes se dedican a la política y manejan los aspectos relacionados al Estado, tienen la responsabilidad social de atender al sector empresarial y a la sociedad civil; y de igual manera, las empresas y la sociedad civil tiene la responsabilidad social de atender al Estado.

Así aunque parezca una obviedad, la vida en sociedad implica una responsabilidad para quienes habitan en ella, y debe ser una de los valores básicos y que sirva de guía para las decisiones que se tomen en cualquiera de los tres ámbitos señalados; Estado, empresa y sociedad civil.

Y como dice también Kliksberg: “Junto al Estado, la empresa privada puede dar una contribución sustancial al enfrentamiento de los desafíos éticos pendientes, a través de la idea de Responsabilidad Social Corporativa”.

Y esos desafíos éticos son primordialmente una mejor calidad de vida de la sociedad en todos sus ámbitos.

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31 de julio de 2013

¿Cuándo confiaremos plenamente en las relaciones comerciales?

Aún sin quererlo, la responsabilidad social se encuentra presente en forma tácita en todas las actividades comerciales o de negocios que se realizan cotidianamente sin importar el tamaño o giro de la empresa, y se hace más evidente todavía en las transacciones que se hacen entre un potencial cliente con una empresa.

De manera específica me refiero a la actitud que tiene cualquier persona cuando se acerca a una empresa para comprarle un producto y más cuando se trata de solicitar un servicio. Inicialmente se tiene una desconfianza ante el temor de ser engañado o defraudado, desconfianza mayor cuando es la primera vez que se acude a dicha empresa, pero que tienen el producto o servicio que se necesita; aquí la pregunta es: ¿Por qué esa desconfianza inicial? Es válido ser relativamente desconfiado una primera vez, pero por qué tanta.

La desconfianza en un grado superlativo impera y permea en prácticamente las operaciones comerciales, y eso posiblemente se debe a una escasez de responsabilidad social por parte de un gran número de empresas; y es por ello que la mayor parte de las veces se piden referencias de determinado establecimiento, para acercarse a él con la confianza de no ser engañados o timados.

Es lamentable decirlo, y quisiera estar equivocado pero creo que existe una severa escasez de responsabilidad social por parte de las empresas; escasez que se evidencia ante la gran desconfianza imperante; esto lo podemos notar en la actitud que se tiene ante la publicidad y mercadotecnia utilizada, no se cree en ella fácilmente. De alguna manera los anunciantes piden credibilidad sobre lo que están diciendo, y no solamente el decir que productos y precios tienen.

Esta forma de anunciarse se ha hecho tan común, que ya no se cuestiona o analiza, por lo que nos hemos acostumbrado a ella, en solamente verla pero no creerla fácilmente, y en lo posible buscar testimonios o referencias para entonces empezar a confiar en lo que se anuncia o publicita.

Tal vez por eso se dice a manera de refrán que la mejor publicidad es la que se “hace de boca en boca”; y es que la responsabilidad social es un valor humano, que como tal es intangible, pero que se manifiesta en el hacer y decir tanto de las empresas como de las personas.

Qué agradable sería que ante un anuncio de una empresa, ya sea en un medio de comunicación o en la marquesina del establecimiento, confiáramos plenamente en lo que dicen; en otras palabras, que de alguna manera están expresando y manifestando su responsabilidad social, que realmente tienen el producto o servicio requerido, y además a un valor o precio acorde a sus características reales, y no se trata de un robo disfrazado.

Lo anteriormente dicho no es tan utópico, y puede convertirse en una realidad plena cuando la confianza y la ética adquieran ocupen la posición y dimensión que les corresponde en las relaciones comerciales y de negocios, y esto implica entonces poner en práctica la responsabilidad social. Y esto no se logrará por medio de alguna ley o reglamento del gobierno, se alcanzará cuando toda la sociedad se comprometa a ser socialmente responsable.

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16 de julio de 2013

Las relaciones laborales y la Responsabilidad Social

Dentro de los temas que se manejan en el ámbito de la Responsabilidad Social, existe uno que muy poco he podido encontrar, al menos en forma explícita, y me refiero al de las relaciones laborales; y que considero sin exagerar es de vital importancia.

Al menos en México, y creo que en otras partes de Latinoamérica, el término se aplica únicamente a la relación entre sindicato y empresa, como si fuera algo exclusivo sin embargo, es posible considerar que el término es mucha más amplio en su aplicación.

La relación laboral como se maneja o considera en el aspecto legislativo se aplica, aunque suene redundante, en la relación de trabajo de un empleado o trabajador con la empresa (o patrón o empleador como lo refieren algunas legislaciones en la materia); una relación que se ha manejado prácticamente en el ámbito económico, considerando a los actores participantes como entes exclusivamente económicos.

Además, hablando del mencionado patrón o empleador como una entidad etérea, y del empleado como alguien subordinado a las obligaciones adquiridas al emplearse; y si bien esta relación en su vigencia se encuadra en un ámbito laboral o de trabajo, se va convirtiendo paulatinamente de alguna manera en una relación social.

Y digo una relación social porque finalmente se trata de una relación entre dos personas: empleado y empleador, o más concretamente entre alguien que es llamado jefe o supervisor, y el empleado, operador, trabajador; o como le llaman en unas empresas, el asociado; pero al margen del nombre como se les conozca, es una relación entre dos personas; una relación social aplicada en una relación de trabajo; y esa multimencionada relación social es clave para que se pueda gestionar y operar una fructífera relación laboral.

En base a lo antes señalado, es justamente en esa relación entre estas dos personas, donde se aplica plenamente la responsabilidad social; dicho esto en forma de pregunta sería. ¿Qué tan responsable socialmente es el jefe con el personal a su cargo? ¿Lo considera como ser humano en toda su dimensión, ya sea como trabajador o como jefe de familia entre otros aspectos?

Es en esa relación cotidiana y de todo el día todos los días de la semana, donde se despliega en su máxima expresión la responsabilidad social; poco se reconoce o menciona en forma explícita que en cualquier centro de trabajo, ya sea en una oficina, en un taller, o en complejo industrial, quienes conviven son seres humanos, por lo tanto es un centro social con todo lo que con esto conlleva;

El trabajo no es ajeno al hombre, sino que es parte de su ser mismo, y por lo tanto es parte de su sociabilidad, por lo tanto otra pregunta sería: ¿Qué tan responsable somos de dicha sociabilidad mencionada?

El hecho de que no se mencione, esa sociabilidad existe y es fundamental en las relaciones laborales; por lo tanto la responsabilidad social es consustancial a ella, y me atrevo a decir que existen empresas de todos los tamaños y giros que sin saberlo, ponen en práctica una responsabilidad social entre todo la comunidad de la empresa, la cual es percibida en el ambiente de trabajo y se convierte en una cultura laboral que permea en el hacer diario de la organización.

Me atrevería a decir que todos en alguna forma hemos percibido ese ambiente positivo de trabajo, y mucho se debe a esa responsabilidad existente aunque sea de forma tácita pero efectiva. Por lo tanto es más que una relación laboral, es una relación social de producción, es decir, personas que laboran juntas para el desarrollo de algún bien o servicio.

Seguiremos platicando …

24 de junio de 2013

La confianza: la nueva regla del juego

Es evidente que un elemento existente en las múltiples relaciones comerciales y de negocios es el temor a una decepción; aspecto que de alguna manera se ha venido acrecentando en los últimos tiempos, y que está marcando de alguna manera una forma de ser y de actuar.

Esto es relativamente fácil de verlo en las diversas campañas publicitarias que a través de técnicas mercadológicas le dicen a sus potenciales clientes que crean en ellos, en el producto que están ofreciendo, que son ciertas las bondades o cualidades de tal o cual artículo.

Esto significa entonces que la confianza, aunque no se mencione de manera expresa, es el aspecto clave que buscan las empresas en la relación con sus clientes, que están diciendo la verdad en sus mensajes publicitarios y por lo tanto son dignos de creerse.

Y de la misma manera que esto se percibe en los aspectos comerciales y de negocios, también es percibido en las relaciones personales, las eventuales relaciones con gente desconocida se realizan en lo mínimo, buscando entrar solamente en contacto con amigos de los amigos, o de quien se tienen referencias.

Un ejemplo palpable también puede verse en los últimos días en el plano financiero, los drásticos altibajos en el valor de las monedas en su relación cambiaria con respecto al dólar, y también en los vaivenes de las Bolsas de Valores a escala mundial.

Un comentario del presidente de la FED, el equivalente al Banco Central de Estados Unidos, despierta una serie de suspicacias entre lo que dijo y lo que realmente quiso decir, que en lugar de generar alguna certidumbre, genera más dudas e inquietudes en los denominados mercados.

Luego entonces, la desconfianza y con ella la incertidumbre son las reglas del juego que actualmente imperan, y que son el resultado de la crisis que se presentará de manera clara desde el pasado 2008.

Esto significa que existe una crisis de confianza generalizada; no se cree en el gobierno, en las empresas, o bien en determinados grupos sociales; y se vive en una constante alerta ante el temor de ser robados, timados o engañados; siendo está situación ya tan constante que se considera ya como algo normal, sin embargo esto está lejos de lo que es la verdadera cohesión social.

Es cierto que siempre ha existido y seguramente seguirá en el futuro la desconfianza presentándose en todas las relaciones humanas, ya sean estas sociales, de negocios o en el plano financiero, es más, podría inclusive atreverme a decir que es sana, en la medida de que es una forma de estar alertas y preparados ante quien eventualmente pretenda aprovecharse de las buenas intenciones en una probable relación entre dos personas o empresas.

Pero es aquí precisamente donde está el punto clave, el que en el momento de iniciar alguna relación o intercambio comercial, se comience de la desconfianza y no al revés; si partimos de la convicción de no confiarse de nadie desde el inicio, será muy difícil mantener una relación ni mucho menos incrementarla.

Es pues necesario hacer algo para revertir dicha situación, y esto puede ser el fomentar la confianza en todos los aspectos de las relaciones, ya sean sociales y de negocios. Hay que tomar en cuenta que toda relación parte en función de las expectativas creadas, las cuales nacen de los antecedentes del probable interlocutor; ahora bien: ¿De dónde o de quién proviene la información de dichos antecedentes? Vale la pena evaluar qué se dijo y quién lo dijo.

Es cierto que la confianza no se gana de manera instantánea, es algo que se va generando y se va construyendo paulatinamente, pero es importante el considerarla como el punto de partida; en otras palabras considerar ver el “vaso medio lleno y no medio vacío”. De lo contrario, si bien vivimos en sociedad, seremos seres aislados que conviviremos social y económicamente, pero no como seres humanos, que es a fin de cuentas lo que somos realmente.

Seguiremos platicando …

6 de junio de 2013

Empresa privada y Empresa de interés social. ¿Son diferentes?

La generación de conceptos que a través del tiempo se convierten en verdades absolutas, de alguna forma obstaculizan el tener una visión más amplia y con ello desarrollar un nuevo enfoque que provoque un desarrollo más integrado.

La aseveración anterior se refiere a dos términos o conceptos que de alguna forma son vistos como contrapuestos y con objetivos diferentes; específicamente dichos términos son la empresa y el denominado sector social.

La primera, sin tener una definición universalmente aceptada, es concebida para el desarrollo de una actividad económica con fines de lucro exclusivamente para sus propietarios; el sector social por su parte, es definido por la Secretaría de Economía de México como como el conjunto de empresas y organizaciones formadas por trabajadores que optan por la propiedad social de los medios de producción, es decir, todos los que la integran son dueños de estas empresas.

En pocas palabras, en la empresa las ganancias son para los dueños, y en las establecidas dentro del sector social las ganancias son en beneficio también de los dueños y de la sociedad en general, de ahí la denominación del sector social.

Esta serie de conceptos están ya establecidos como verdades absolutas como se dijo líneas arriba, paradigmas que delimitan a las empresas establecidas y que las encamina a objetivos diferentes.

Sin embargo estos preceptos que ya están establecidos desde hace mucho tiempo, de alguna manera son revisados con la idea de la Responsabilidad Social, ya que con esta, la empresa tiene un compromiso con la sociedad, y más aún, existe para satisfacer una necesidad de la sociedad, y aunque no le pertenece formal o legalmente a sus grupos de interés (stakeholders), vive y desarrolla por y para ellos.

Con lo anterior se busca redefinir a la empresa, que si bien realiza actividades económicas como medio para operar y subsistir, los beneficios obtenidos son para la sociedad en general, la cual incluye tanto a sus dueños como a sus grupos de interés y en términos generales a toda la sociedad.

La empresa que realiza actividades económicas es una entidad social, al igual que una empresa de las clasificadas del sector social, que también ejerce actividades económicas; y que en las otras lo que se denomina lucro, en estas son un excedente económico en beneficio de sus socios.

Ambas buscan ganancia, y en la empresa aunque su propiedad jurídica o legal es de “unos cuantos”, la organización como tal es propiedad de alguna manera de sus grupos de interés, ya que sin ellos la empresa no puede subsistir.

Luego entonces, qué es lo que las diferencia realmente, es seguramente la figura jurídica que las define, ya que ambas tienen una responsabilidad social, una responsabilidad con la sociedad en general.

Las dos existen por y para la sociedad, y son figuras creadas artificialmente por los miembros de la misma sociedad para realizar actividades económicas como un medio para sus fines.

Tal vez este párrafo anterior pueda sonar repetitivo a lo mencionado previamente, pero la intención es enfatizar eso precisamente; la parte social no está reñida ni diferenciada con la parte económica o el lucro.

Haciendo historia, tal vez esta diferenciación artificial sean resabios de una mentalidad que se generó desde el siglo XIX, cuando se marcaba a la empresa como la propiedad de los dueños del capital y que se preocupaban solamente para su bienestar; pero aunque fuera así, no se percataron o quisieron darse cuenta que por muy grande que fuera su capital, la empresa dependía de sus trabajadores quienes de alguna forma también eran dueños o propietarios.

El mismo Henry Ford cuando estableció su primera planta fabricante de autos, consideraba el pagarles bien a sus empleados, y si alguien suspicazmente pueda decir que esto lo hacía para que compraran sus carros, pues puede ser que así fuera, pero en cualquier caso sus empleados tenían salarios elevados y eventualmente podría comprar un carro marca Ford.

No es antiético buscar su ganancia personal, el mismo Adam Smith decía que el carnicero buscaba su ganancia, era egoísta, pero ese egoísmo por hacer bien las cosas y ganar dinero, de alguna manera beneficiaba a toda la sociedad.

En conclusión, la empresa, ya sea de propiedad privada o propiedad social (del sector social o tercer sector), tienen el mismo propósito; la utilidad; y ambas viven y se desarrollan gracias a sus grupos de interés. Por lo tanto, ambas se deben a la sociedad y por ello tienen una responsabilidad con la sociedad.

Seguiremos platicando …

27 de mayo de 2013

Buenas historias empresariales

Hasta ahora, mucho de la promoción y difusión de la Responsabilidad Social Empresarial, se ha hecho a través de hablar sobre las bondades de este tipo de gestión, de los beneficios que se pueden lograr tanto en el ámbito económico como en el social y en el ético, y prácticamente se mencionan en términos del presente buscando generar para el futuro expectativas positivas, pero poco se habla de lo que ha sucedido en el pasado.

Poco se sabe y mucho menos se difunde sobre las acciones de Responsabilidad Social de las empresas, y lo que se habla y comenta es pláticas de café o lo que menciona algún conferencista sobre algo que él vivió como experiencia personal o alguien de la empresa se lo platicó.

En términos generales, la sociedad a través de sus medios de comunicación habla de aspectos amarillistas preferentemente de artistas, de deportistas, o de aspectos de la situación política y de políticos en general; y si hablan de las empresas es sobre sus inversiones, ventas o alguna situación que pueda resultar sensacionalista y que por ello sea atractiva para el gran público.

En el caso de las librerías sucede algo similar, se encuentra mucha bibliografía sobre cómo ser exitoso rápidamente y así ganar mucho dinero, o bien, biografías de personajes de la política o de delincuentes que logran mucho dinero y tuvieron con ello mucho poder.

En suma, todos estos personajes, ya sea en los medios de comunicación o en las librerías, se convierten en los referentes sociales que son el modelo a seguir, y poco, muy poco se habla de empresarios y/o de empresas que han logrado y realizado una gestión que implique la Responsabilidad Social.

Estas historias que por muy pocas que sean existen, y desafortunadamente no son comunicadas al gran público.

Por lo anterior, es importante generar en el consciente colectivo la existencia de referentes reales de empresas, de entidades que ya sean pequeñas, medianas y grandes empresas y gracias al esfuerzo y dedicación de sus directivos han podido llegar al presente siendo competitivas; y en ese desarrollo alcanzado su comportamiento ético, sustentable y responsable con la sociedad fueron parte importante en su desempeño económico, que estos no han sido factores extra que comenzaron a ponerlo en práctica después de su logro monetario.

Si queremos empresas que sean socialmente responsables, hay que gestar una sociedad que enaltezca un comportamiento de este tipo, y esto podrá lograrse en la medida que se conozcan y difundan las historias de los esfuerzos y los logros que se consiguen, no considerando solamente si son grandes éxitos logrados, sino su afán y perseverancia que sirva de constancia de la labor que hacen en aras de generar una conciencia socialmente responsable a través de las diversas acciones que realizan.

La responsabilidad social y todo lo que ello significa no es un meta u objetivo fijo, es un camino, un medio para formar una mejor sociedad y con ello mejores empresas que laboren para la mejora, social, sustentable y económica de todos sus integrantes.

Seguiremos platicando …

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6 de mayo de 2013

La empresa social del siglo XXI

De manera paulatina, y posiblemente lenta para algunos, pero la realidad es que las empresas en general, ya sean pequeñas, medianas o grandes, van adquiriendo cada vez más una mayor conciencia sobre su responsabilidad social.

Y la afirmación anterior no está basada en ningún estudio ni algo parecido, sino en el ver como de manera anual se incrementa el número de empresas que buscan obtener algún reconocimiento o bien una certificación, sobre sus actividades tanto sustentables como de su labor socialmente responsable de manera específica; igualmente se observa un mayor número de congresos, reuniones anuales o con cualquier otro nombre encaminadas a revisar los diversos tópicos de la responsabilidad social, y esto es visto tanto en México como en América Latina en general, en diversos grados.

Además, viendo en retrospectiva, hace diez años todavía era visto el tema como algo exótico, poco aplicable, e inclusive como una moda que como tal, en algún tiempo pasaría a ser vista en el mejor de los casos como una efeméride en la historia del mundo empresarial.

Pero la realidad en al menos la pasada década vino a ser muy diferente de algo solo ocasional o pasajero; y esto permite ver que la empresa, esa entidad social tan especial, cada vez más deja de su perfil autista que por mucho la caracterizó en el siglo pasado, para convertirse en un actor social activo y no solamente un ente económico como fue visto durante prácticamente toda la centuria pasada.

Desde una perspectiva más amplia, esto posiblemente pueda ser explicado por la acción de la sociedad en general, que reclama y seguramente exige a la empresa cada vez más, una actitud proactiva en los problemas existentes, sin que pueda escudarse con la excusa de estar dedicada a las actividades de negocios y comerciales, como si estos fueran ajenos a los diversos temas que son propios a cualquier comunidad de seres humanos.

Esta mayor conciencia social ya está siendo atendida por el sector educativo por lo menos a nivel universitario, y no se diga de los aspectos ecológicos inmersos en todo lo relacionado a la sustentabilidad, los cuales desde nivel kínder son ya explicados y atendidos de diversas formas.

De seguir así su desarrollo, no es atrevido pensar que para después del año 2020, la sustentabilidad y la responsabilidad social sean ya temas que hayan plenamente permeado tanto en la conciencia social, como en la empresarial, sin considerar si son grandes y pequeñas empresas.

La historia nos enseña las transformaciones que se han presentado en las percepciones en diversos aspectos socioeconómicos; hace cien años por ejemplo la filosofía tayloriana era el gran paradigma; y en cambio ahora es vista como parte de un proceso en el cual la sociedad se encuentra ahora, y donde el ser humano ya no es una parte adicional de la máquina.

Ahora es posible decir que la empresa se está volviendo humana en el sentido de que existe para atender el desarrollo social, y las utilidades y recursos monetarios generados, son eso precisamente, recursos, medios para lograr las mejoras sociales necesarias, y con ello empezar a cumplir su responsabilidad social.

Seguiremos platicando …

18 de abril de 2013

El empleado: ese stakeholder huérfano

En gran parte de la literatura sobre la Responsabilidad Social Empresarial, se habla de la empresa como una entidad única, pero poco o nada se habla del empleado, al que me permito llamar el “stakeholder huérfano”.

Este tipo de stakeholder solitario que no está integrado a ningún sindicato o asociación, la empresa le pide y hasta la exige (en determinados casos) que actúe en forma determinada en función de los intereses de directivos o propietarios de la empresa, quienes en último caso son los que reciben las medallas y reconocimientos públicos por su comportamiento socialmente responsable.

Como contraparte, el cliente o el mercado en general ven a ese empleado anónimo como parte de la empresa, pero en realidad muchas veces este no se siente parte de la misma; y no se siente parte de la misma porque ésta no lo apoya ni lo reconoce, como el que pone en práctica las políticas empresariales en este tema.

Por lo tanto, es común ver lemas sobre la responsabilidad social de la empresa en sus oficinas, y se le pide al empleado que apoye las acciones de que se hagan en ese sentido, pero poco o nada se le habla o explica a este stakeholder huérfano qué es eso de la responsabilidad social y cuáles los beneficios que puede obtener en forma personal al adquirir dicha responsabilidad.

Este actuar señalado implica para las empresas externalizar el denominado riesgo moral, pasándolo por completo al empleado quien es el que finalmente se enfrenta al cliente, y tendrá que responder a nombre de la empresa, y si la actuación mostrada no es de acuerdo a los intereses de la organización es culpado y exhibido, dejando limpia la imagen y reputación de la compañía.

Todos estos aspectos nos hablan de la importancia de este stakeholder huérfano y también anónimo que es el empleado, y es al que a mi entender debe ser el primer beneficiario de las acciones socialmente responsables de la empresa, ya que es quien le da vida a la empresa, quien habla se contacta y negocia con proveedores y clientes, siendo de alguna forma la imagen misma de la empresa en el entorno social por los conocimientos adquiridos en la propia empresa, por la filosofía de trabajo y primordialmente por los valores que transmite la organización.

Es común escuchar que se le pide al empleado que “se ponga la camiseta” de la empresa y que además “la sude”, pero: ¿Hace la empresa por medio de sus directivos lo suficiente para que el empleado se ponga y sude la camiseta?

La responsabilidad social debe “empezar en casa”, y la forma de hacerlo es a través de los empleados, quienes de alguna manera llevan a su casa y entorno social esa responsabilidad, que requiere permear dentro de todos los ámbitos sociales y de negocios.

Por lo anterior, es necesario que ese stakeholder huérfano deje de serlo, y la empresa lo considere como su principal activo para fomentar y desarrollar la responsabilidad social dentro de ella, y que ésta se convierta en un elemento básico de su cultura laboral y de negocios.

De tal suerte, todo lo que haga la empresa de forma responsable por su entorno social, será como consecuencia y añadidura por toda su actividad realizada dentro de ella.

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15 de marzo de 2013

¿Qué significa la responsabilidad social?

Si bien es cierto que en por lo menos los pasados cinco años el gran tema ha sido la crisis económico-financiera, y todo lo que se habla es en torno a ella; poco se habla de las denominadas causas raíz que la provocaron, y que no tienen nada que ver con aspectos económicos.

Se dice que una de esas principales causas que provocaron la hecatombe financiera mundial fue el gran valor que se le ha dado al individualismo; un egoísmo exagerado aunado a una codicia que no tiene límites, es decir, buscar una ganancia continua a costa de los demás.

Y aunque la crisis financiera puede resolverse con herramientas técnicas y la emisión de más dinero como lo están haciendo los estadounidenses, la persistencia de que siga la crisis o aparezca otra de nuevo en el corto o mediano plazo, se mantendrá a menos de que haya un verdadero cambio de paradigma en el comportamiento humano.

Lo anterior significa terminar con ese egoísmo llevado a los extremos y que es premiado y apoyado por los medios de comunicación o las películas con mayor promoción.

Es necesario crear un modelo de desarrollo donde los aspectos claves sean la Compasión (así con mayúsculas), en donde los instrumentos para poderla desarrollar sean por lo menos la empatía y la cooperación.

A riesgo de sonar obvio, los seres humanos somos entes sociales, vivimos en sociedad, y somos lo que somos en términos de nuestra identidad, triunfos, logros y fracasos por nuestra vida en sociedad.

Y una forma de poner en práctica esa relación social es por medio de la compasión, aspecto que posiblemente solo se toma en cuenta en las cercanas relaciones familiares, pero en aspectos laborales o de negocios no se toma en cuenta, posiblemente por considerarla como sinónimo de debilidad, o solamente aplicable en el terreno religioso o espiritual.

En otras palabras, se depende de las redes sociales para mejorar la situación económica de cualquier persona e inclusive de las empresas, y esto se logrará a medida en que esas redes sociales sean más grandes y sólidas a través de la empatía y la cooperación.

El que alguien, ya sea como persona o empresa quiera y pueda mejorar es ético en la medida en que lo haga con los demás y no por encima o bien acosta de los demás. Esa persona debe de darse cuenta que necesita de la sociedad en general tanto para operar su proyecto como para que se lo compre, y por muy capaz y autosuficiente que sea, no podrá llevarlo a cabo sólo o de manera aislada.

Poco se advierte o señala que cualquier mercado depende de la participación de la sociedad, y esta aunque no lo advierta, tiene la capacidad de premiar o castigar a cualquier empresa.

Todo lo anterior implica en pocas palabras tener y desarrollar una responsabilidad social, pero no como un extra o elemento adicional, sino como una parte esencial en el comportamiento ya sea como persona o como empresa.

Hasta ahora el término valores tiene una connotación económica o financiera, pero esta acepción no es exclusiva ni única para esos aspectos, hay previamente a ellos valores humanos, los cuales no están sujetos a situaciones externas o temporales.

La crisis financiera terminará cuando se restaure la confianza, y este valor humano surgirá de nuevo y podrá hacerlo de manera sólida cuando la compasión, la empatía y la cooperación imperen de nuevo en el quehacer humano de forma sólida y consistente.

Seguiremos platicando …

26 de febrero de 2013

Es necesaria una sociedad que sea socialmente responsable

Un aspecto que podría ser considerado como clave en lo que respecta a la responsabilidad social, antes de ponerle el “apellido” de empresarial, es el significado del concepto en sí mismo; y para ello creo que vale la pena considerar lo que implican las dos palabras que lo integran en el ámbito estrictamente humano.

Antes que las empresas, el ser humano en la comunidad donde vive tiene sin quererlo una responsabilidad social aunque sea mínima, y digo sin quererlo porque si no la práctica no podría vivir en ella; sería un total desadaptado. Esa manera de convivencia que se le pide a todos los miembros de una comunidad, y que se enseña desde niños en aspectos como por ejemplo su relación con sus semejantes, lleva implícita esa responsabilidad social.

Conforme se va creciendo en edad, se adquieren valores cívicos, de respetar las reglas por ejemplo, pero de respetarlas no por el temor al castigo, sino más bien por la ventaja que tiene para todos el que se respeten esas reglas cívicas, y las que se les denomina también reglas de urbanidad, sirven también para una mejor harmonía entre todos los integrantes de la sociedad.

Todo esto que acabo de mencionar y que se considera como parte de la educación de cualquier persona, es la base o la raíz de la responsabilidad social; y tiene que ser desarrollada y fomentada entre todos los miembros de una sociedad. Y en la medida en que está sea puesta en práctica en una comunidad, en las actividades de convivencia, puede entonces ser llevada a las empresas.

Aunque suene obvio dichas empresas son creación del ser humano, y por lo tanto responden a las características que les dan sus creadores, pero una empresa por sí sola no tiene la capacidad para actuar responsablemente, a menos que sus administradores actúen en esa forma, y estos últimos lo harán cuando tengan la educación y la cultura que les hable de las ventajas sociales y económicas que tiene la responsabilidad social.

Por lo anterior, si queremos empresas socialmente responsables, tenemos antes que realizar una inmensa campaña en donde se le diga a la población la importancia que tiene para cada uno de sus habitantes una actitud y un comportamiento socialmente responsable.

Lo anterior puede ser difícil pero no imposible. Al respecto, hace poco me enteré que en el futbol americano profesional de Estados Unidos establecieron unas normas más rígidas para evitar o al menos controlar la llamada rudeza innecesaria, en un deporte que es rudo por naturaleza, y esto fue por las heridas y lesiones graves para toda su vida de varios exjugadores; esto como era de esperarse no les gusto a ciertos jugadores.

Y me imagino que nos les gustó porque tienen inculcado el valor de la rudeza como algo máximo; es decir, no practican un deporte en equipo para ganar un juego, sino que van al golpe sin más.

Esta analogía tal vez pueda ser aplicada a la sociedad en general, valoremos y enaltezcamos la responsabilidad social para que los niños y los jóvenes y la sociedad en general, vean y lo positivo que tiene para todos; y entonces así, podamos empezar a ver a la empresa como un modelo socioproductivo que genera bienes y servicios que requiere la sociedad.

Una sociedad con una elevada socialmente responsable pedirá y seguramente exigirá empresas socialmente responsables. Recordemos, primero se formó la sociedad y después la empresa, y esta última no puede dar lo que no tiene si sus integrantes no participan de dicha responsabilidad.

Seguiremos platicando ….

7 de febrero de 2013

Una nueva empresa

La difícil situación económica que está viviendo el mundo en general, condición que comenzara en el 2008, ha servido para que en estos pasados tres años se cuestionen de manera profunda los paradigmas que han sostenido el ámbito económico.

Y de manera específica, la empresa, es uno de esos aspectos que más se han cuestionado, en el sentido de definir su propósito y razón de ser; se ha dicho mucho y con razón, que una de las causas claves de la crisis fue la avaricia y el desmedido afán de incrementar la riqueza, utilizando a la mencionada empresa como el medio para alcanzarlo.

En otras palabras, puede decirse tal vez que la empresa como entidad productiva, se ha venido prostituyéndose llegando a su clímax precisamente en el 2008, cuando todo el modelo construido en los pasados 20 años comenzó a derrumbarse.

Y si bien el costo social hasta ahora ha sido muy alto, medido tanto en el desempleo como en las rígidas medidas de austeridad implantadas principalmente en los países europeos, una lección clave que se puede obtener de todo lo sucedido, es crear una nueva empresa, una nueva empresa que no tenga como único y final propósito el obtener utilidades.

Para la creación y desarrollo de esta nueva empresa se requiere una nueva generación de personas, de nuevos empresarios que no tengan como su línea principal de acción la avaricia. Emprendedores que vean a la empresa como el medio para producir los bienes y servicios que demanda la sociedad; que piense en utilizar el dinero como un recurso para la obtención de esos productos que requiere la población.

A través de los años se ha visto que el único instrumento creado por el ser humano para incrementar su bien estar es la empresa; y bien estar que no se constriñe a lo económico, sino que abarca también lo social en muchas de sus dimensiones.

Y para tener una empresa de dichas características la sociedad en general por medio de su gobierno, debe generar los lineamientos para fomentar una cultura que propicie el desarrollo de este tipo de empresas; esto no es una utopía, los países escandinavos como son Dinamarca y Suecia, son un claro ejemplo de que esto es posible y totalmente realizable.

Países que tienen claramente entendida su responsabilidad social y la ponen en práctica instrumentándola en diversas formas, y no solamente en declaraciones bonitas y atractivas pero no puestas en práctica.

Que entienden la responsabilidad social como algo inherente al ser humano en su vida en comunidad, y que dicha vida en comunidad se materializa en la empresa, instrumento que sirve para generar los recursos monetarios necesarios para toda la población.

Es necesario decirlo nuevamente aunque suene obvio, que es la empresa quien genera la riqueza que sirve para la mejora de la sociedad; que ningún gobierno por su propia naturaleza tiene esa capacidad para obtener los recursos para elevar la calidad de vida de los habitantes.

Por lo tanto, la lección de esta crisis es la creación de empresas que sean éticas, transparentes, y que generarán los empleos que se necesitan. Empresas que tengan como su premisa principal su responsabilidad social y que están al servicio de todos sus grupos de interés.

Este debe ser el paradigma de este nuevo siglo; de lo contrario se seguirán cometiendo los mismos errores que han ocasionado las crisis económicas.

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24 de enero de 2013

La falta de confianza

Días antes del inicio de la edición 2013 del Foro de Davos, su fundador Klaus Schwab dijo: “Es muy claro que el futuro de la economía mundial está basado en restaurar la confianza. Restaurar la confianza en nuestro futuro”. Palabras que pueden interpretarse que el origen del gran problema económico de los últimos años es ético, y por lo tanto, más que ingentes cantidades de dinero para salvar países, se requiere volver a cimentar la ética como un valor clave a escala mundial.

Hasta ahora, la crisis económica se ha manejado e interpretado principalmente como un problema de índole financiera, y si bien es cierto en sus efectos, sus causas son por un elevado riesgo moral que como tal, nunca pensó o se preocupó de las consecuencias que tendrían las actividades en el ramo financiero en al menos los primeros años del presente siglo.

Y ese mencionado riesgo moral, no es otra cosa que una falta de Responsabilidad Social en el más amplio de sus sentidos en su nivel macro; todo esto significa entonces que el severo problema actual de países como España y Grecia que se refleja en un elevado desempleo, no podrá ser resuelto solamente con los préstamos que les hagan por parte del Banco Central Europeo, sino más bien hasta que se reestablezca la confianza, un ingrediente básico de la ética.

Y tal vez en la misma tesitura pero a diferente escala se encuentre México por ejemplo con su elevado nivel de desempleo y empleo informal, consecuencia de una tradicional desconfianza que existe en el país ante las acciones de los gobiernos, y que se incrementa con la llegada de un nuevo gobierno federal; siendo todo esto un claro síntoma de dicha falta de responsabilidad social mencionada.

Empresas y gobiernos se desconfían mutuamente y es precisamente por esa falta de Responsabilidad Social que no ha podido ser desarrollada, ampliada y robustecida con el paso de los años.

Este modelo de falta de confianza que proviene de un comportamiento poco ético, es algo ya consuetudinario que se refleja también en las relaciones laborales, en donde los empleadores desconfían de su personal, y lo mismo sucede en sentido contrario; resultado, es una desconfianza total, y por lo tanto nadie se siente comprometido en cumplir con su responsabilidad social, ya que considera que su contraparte no la cumplirá.

Por lo anterior, las palabras de Klaus Schwab mencionadas al principio se aplican en los tiempos actuales en prácticamente todos los países; la crisis económica entendida como una falta de dinero, es más bien una falta de comportamiento ético que produjo una escasez de confianza que tardará mucho tiempo en recuperarse.

Y digo que tardará siendo optimista, porque el paradigma que la originó persiste para recuperarla, un individualismo exacerbado que no toma en cuenta la dimensión social del ser humano, y que como tales todos tenemos una responsabilidad social con toda la sociedad aunque suene redundante.

Y así como los individuos, las empresas en tanto “personas morales”, tienen una responsabilidad social, en donde el dinero les sirve para su subsistencia y desarrollo, para cumplir su objetivo principal que es atender los requerimientos de la sociedad.

Los gobiernos por su parte tienen la mayor de las responsabilidades sociales, porque su razón de ser es atender precisamente las necesidades de la sociedad.

En suma, hay mucho que hacer para fomentar una responsabilidad social a nivel macro, lo cual puede iniciarse a través de ir generando y ganando confianza.

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11 de enero de 2013

Educando a las futuras generaciones con una conciencia ética

Después de la temporada de asueto regresamos en este 2013
¡FELIZ AÑO
!

De manera creciente, el sector educativo en general y primordialmente las universidades, están poniendo mayor atención a la responsabilidad social y a la sustentabilidad en sus planes y programas de estudio.

Siendo esto la respuesta a las empresas, organizaciones de la sociedad civil y gobiernos, que de manera creciente están aumentando su interés por operar con dicho modelo; concuerdan profesores y directivos universitarios.

Específicamente, Bernardo Kliksberg, especialista en el tema al respecto señala: “La responsabilidad social corporativa no “llueve”. Para hacer que avance en la región (Latinoamérica), es fundamental educar a las futuras generaciones de empresarios en ella”.

Y como respuesta a lo anterior, en términos generales, en el nivel de educación superior y en posgrado, tanto en escuelas públicas como en privadas, se han venido creando especialidades en este tema en todo el continente.

Además, cada vez se observa con mayor frecuencia que se imparten cursos dentro de las propias empresas por parte de diversas escuelas o consultores independientes.

En este último aspecto diversas asociaciones tanto a nivel local, nacional e internacional, están también ofreciendo cursos y seminarios; algo que también es observado a nivel latinoamericano y en Europa, programas vía internet o de manera presencial.

Una muestra importante de lo anterior, es la Red de Universidades Iberoamericanas por la RSC (Red Unirse) creada por el ya mencionado Bernardo Kliksberg, con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Universidad de Buenos Aires y de otras importantes universidades.

A esta red se han integrado doscientas treinta universidades de veintiún países, y trabaja primordialmente por la inserción sólida de la responsabilidad social corporativa en el currículo de la enseñanza y de la investigación.

También generó el programa de formación de docentes jóvenes en ética económica y responsabilidad social corporativa llamado “100 jóvenes sobresalientes por un desarrollo con ética”, que está siendo dictado en treinta universidades de Argentina, Perú, Uruguay, y se está difundiendo a México, Brasil, Guatemala y Panamá, entre otros.

Más educación ética
Este movimiento hacia la responsabilidad social que empezó en el ámbito empresarial y que viene creciendo de manera gradual desde hace por lo menos una década, ha venido permeando a la sociedad en general que ahora pide un comportamiento ético y socialmente responsable a todos los actores económicos, gubernamentales y financieros, principalmente desde que se iniciara la crisis financiera en el 2008.

Concretamente, en Estados Unidos se ha puesto a discusión la formación de los egresados de importantes universidades estadounidenses, quienes ocuparon altos niveles directivos en la crisis del 2008, primordialmente cuando la quiebra de Lehman Brothers; cuestionando agudamente su comportamiento ético, el cual fue un factor importante del problema financiero.

En este aspecto, evaluaciones del Aspen Institute han mostrado la extrema debilidad de la formación ética de los graduados de los posgrados de negocios, señalando que se les entregan las más avanzadas tecnologías de gestión, pero no se problematiza la responsabilidad social en su aplicación.

Lo anterior ha motivado a que ahora las escuelas de posgrado en dicho país, estén dedicando mayor atención en la formación integral de sus estudiantes.

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