La Responsabilidad Social, la Sustentabilidad y la Etica, son los Valores básicos para las

La Responsabilidad Social, la Sustentabilidad y la Etica, son los Valores básicos para las
En 1953, Howard R. Bowen definió a la Responsabilidad Social del Empresario como “…las obligaciones de los empresarios para seguir políticas, tomar decisiones o adoptar líneas de acción deseables en términos de los objetivos y valores de la sociedad”. ETICA Y SUSTENTABILIDAD: VALORES BASICOS PARA LAS EMPRESAS

15 de diciembre de 2010

¿Quién manda aquí?

Por fin de año, me tomaré unas "vacaciones mentales"; regresando en la segunda semana de enero DE 2011. Mientras tanto para todos ¡FELICIDADES!

La situación de los llamados países PIGS por sus siglas en inglés (Portugal, Irlanda, Grecia y España); en cuanto a la forma en que están siendo tratados por “los mercados”, es una muestra palpable que sigue imperando la mentalidad que provocó la gran crisis financiera mundial que comenzara en 1987 y todavía no termina.

Esos llamados genéricamente mercados, están cobrándole ahora a esos países las grandes inversiones realizadas que buscaban ingentes ganancias a corto plazo, y que no se dieron conforme esperaban inicialmente; y los gobiernos en un afán de no quedar mal con ellos, están dictaminando estrictas leyes para calmarlos.

Qué cosas se están viendo, primero los gobiernos salen al rescate de los bancos nacionales que se involucraron en el gran juego especulativo financiero, rescate económico que salió del dinero de los impuestos que paga la sociedad en general; ahora los gobiernos con severos déficits fiscales son cuestionados y castigados por esos mismos mercados que llevaron sus capitales a esos países.

Ahora los gobiernos buscan la forma de calmar y satisfacer a esos “nerviosos mercados”, y aplican severas medidas de austeridad y de recorte fiscal. Y ante todo esto las preguntas que surgen son: ¿Y la sociedad y pueblo en general en donde queda? ¿Tiene que pagar la sociedad los excesos de los bancos nacionales y la avaricia de los mercados? ¿En dónde está escrito que tiene que pagar la sociedad la irresponsabilidad y la falta de ética de los agentes financieros?

Y la gran pregunta detrás de todas las anteriores es: ¿Quién manda finalmente en esos llamados países demócratas: la soberanía del pueblo, los gobiernos, o los mercados?

Las generaciones actuales somos siendo testigos y víctimas de una irresponsabilidad social total, y una enorme ausencia de ética tanto de los mercados como de los dirigentes de los países, que buscan las ganancias máximas a corto plazo sin importarles el bienestar de la sociedad.

Ejemplos de ello lo vemos en España en las reformas puestas en práctica, en los incrementos de impuestos y recortes en el gasto del gobierno de Irlanda, y el severo castigo que está recibiendo la sociedad griega, con aumentos en todo. Pues ahora resulta que todos ellos tienen elevados déficits fiscales.

Pero esos elevados déficits: ¿no los vieron los mercados antes del 2008? Pensaban que no pasaría nada seguramente y siguieron enviando grandes inversiones; las calificadoras también participaron en ello, y se vivió en un “Mundo Feliz” en el cual hay mucho dinero y no habrá problema de cobrarlo con grandes ganancias.

Ahora la cruda realidad es muy diferente a la que se pensaba hace unos cuantos años, y la sociedad en general que poco tuvo que ver en este alucinante mundo de grandes ganancias y cuando mucho pudo comprarse una casa, ahora está perdiendo esa casa, su empleo, y con un futuro totalmente sombrío.

Algo que se puede ver actualmente tanto en Europa como en Estados Unidos, y que repercutió y sigue golpeando a países como México.

Por todo lo anterior, ahora más que nunca hay que impulsar la responsabilidad social en el más amplio sentido del término, y empezar por los gobiernos, que sean los protagonistas con un comportamiento realmente responsable en términos sociales, para satisfacer primero a la sociedad y después a los mercados.

Seguiremos platicando …

9 de diciembre de 2010

Ética y reputación; valores que reconoce el mercado

Artículo publicado en El Financiero, en septiembre de 2010

Al cumplirse el segundo aniversario de la quiebra de Lehman Brothers el pasado 15 de septiembre, fecha que se maneja como el climax de la crisis financiera de Estados Unidos, se reconoce la falta de ética como uno de los factores clave que explica una buena parte de los eventos que han puesto en riesgo la estabilidad económica mundial.

Bernardo Kliksberg, experto en responsabilidad social y asesor principal del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de América Latina y el Caribe, la calificó como un “tsunami ético”: “Ya Adam Smith el padre de la economía clásica había advertido varios siglos atrás, que los mercados debían estar regidos por valores éticos como la honradez, la prudencia, la transparencia, y la confianza mutua. De lo contrario podrían funcionar muy mal”.

Con ello el tema ético ha tomado una gran fuerza en los últimos años, reconsiderando su importancia en cuanto a la forma como deben de manejarse las empresas, ya que la búsqueda de su rentabilidad no debe soslayar o subestimar su impacto en los temas económicos, sociales y ecológicos.

Y si bien la ética se conoce desde la época de los grandes pensadores griegos, hace dos mil 500 años, en el mundo de las empresas y los negocios se empezó a manejar desde los años setenta del siglo pasado. En Estados Unidos surge con fuerza la Business Ethics, la "ética de los negocios"; a la cual el mundo europeo prefirió llamar como "ética de la empresa"; con lo que se definía a la empresa como un grupo humano, que lleva adelante una tarea valiosa para la sociedad, la de producir bienes y servicios, a través de la obtención del beneficio.

En perspectiva, resulta anecdótico comprobar cómo la gente se asombraba de que alguien osara ligar dos términos como "ética" y "empresa". El comentario era siempre el mismo: “es como querer juntar aceite y agua”.

Pero como se mencionó, Adam Smith, fundador del liberalismo económico, y siendo profesor de Filosofía Moral, creía en la economía como una actividad capaz de generar mayor libertad, por lo que su pensamiento se apoyaba en valores éticos.

Tal vez su atención en los setenta se debió en gran parte al ya célebre caso de Watergate y todas sus implicaciones y consecuencias, lo que sirvió para recordar que la “confianza” es un recurso demasiado escaso, y que viene siendo el pegamento que une a los miembros de una sociedad.

Otro gran momento ya emblemático en los tiempos actuales, fueron los fraudes de las empresas Enron, Arthur Andersen y Worldcom en el 2001, los cuales sirvieron para revalorar plenamente los conceptos de confianza y ética, los cuales desde entonces cada vez más son atendidos.

Y esta atención se debe a que las mismas empresas ya consideran la reputación como un valor que reconoce el mercado, y por lo tanto su cuidado y atención cada vez es mayor.

De manera práctica, lo anterior se traduce en una serie de acciones que se realizan en el mundo de los negocios con un comportamiento ético, destacando los Códigos de Etica o de Buen Gobierno; la Responsabilidad Social Empresarial; y el fomento al consumo y del comercio justo entre otros.

Desde esta perspectiva, las empresas más éticas aumentan su competitividad en la forma como atienden a sus grupos de interés afectados por su actividad empresarial, y no sólo a los accionistas, las que saben emplear sus conocimientos; en suma, las que plantean su actividad desde unos valores éticos que constituyen la identidad de la empresa.

Con este enfoque, Amartya Sen, premio Nóbel de Economía 1998, dice que una buena empresa es un bien público, porque no solamente ella obtiene beneficios, sino que es un beneficio para la sociedad. Al fin y al cabo, la ética será rentable para los negocios si se consigue que haya cada vez empresas más serias y más responsables.

Filantropía y ética
En relación a la mencionada definición de Amartya Sen, la filantropía, que se deriva del griego que significa “amor por el género humano”, implica la realización de actividades que resultan discrecionales para la empresa pero que, de algún modo, conllevan la devolución a la sociedad, lo que esta concedió de acuerdo con el contrato social implícito que permite funcionar a las empresas.

De esta forma, ambos conceptos implican la responsabilidad social en diferentes modalidades que tiene la empresa con la sociedad en general y con sus grupos de interés en particular.

Seguiremos platicando ...

2 de diciembre de 2010

Peligra la sustentabilidad de la Aldea Global

La gran reunión de las Naciones Unidas sobre el cambio climático que se realiza en estas semanas en Cancún, está mostrando que sigue imperando una mentalidad extremadamente económica y cortoplacista, y con poco interés en resolver un problema que afecta a toda la humanidad.

Es lamentable observar que a pesar de los impresionantes avances tecnológicos que se han logrado en al menos los pasados veinte años, todavía sigan presentes los graves problemas ambientales y económicos de la actualidad.

A lo anterior habría que agregar que pesar de lo severo que han sido los efectos de la crisis financiera de la cual todavía no se emerge plenamente, los seres humanos que ocupan los liderazgos políticos y empresariales, sigan con mentalidades que ya deberían haber sido superados años atrás.

En esta reunión de Cancún se habla y se dice mucho sobre lo que está pasando ya ahora sobre el cambio climático, y lo que se presentará en unas décadas más, y que a pesar de ello, no se llegue a unos acuerdos completos y definitivos para resolver un problema que ya existe, pero que se sigue menospreciando.

¿Qué debe suceder a escala mundial para que los líderes de las grandes naciones tomen las decisiones que se requieren para detener el calentamiento global?

A pesar de las innumerables pruebas que los grandes avances científicos y técnicos nos muestran sobre el grado de degradación ambiental ya existente, los líderes políticos y empresariales pareciera que están realmente en otro planeta, y que los sucesos de este no le afectan.

Realmente la llamada globalización está mostrando que la humanidad vive en diferentes planetas, es decir, en lugar de que los avances tecnológicos como el internet una a la humanidad toda; se hacen evidentes una serie de formas de pensar tan antagónicas que en un problema de escala global no se logran poner de acuerdo, como si los seres humanos viviéramos en diferentes mundos en donde no son afectados por lo que pasa con sus vecinos.

Ante este escenario, la mayoría de los cercanos siete mil millones de habitantes del planeta que llamamos tierra, nos encontramos en un estado de indefensión total, e inermes ante las decisiones de los líderes planetarios.

Es un hecho que ya estamos viviendo en la llamada Gran Aldea de la que hablaba Marshall McLuhan hace más de treinta años, estamos ya más y mejor comunicados, pero paradójicamente nos entendemos menos; y la prueba evidente es esta falta de acuerdo para resolver un grave problema mundial como es el calentamiento global.

Por lo anterior es necesario decir que peligra la sustentabilidad de la Aldea Global, ante una indiferencia del ser humano que a pesar de la ciencia y tecnología actual, todavía no sabe actuar en forma conjunta, ni considera realmente su futuro.

Seguiremos platicando ...

24 de noviembre de 2010

El Desarrollo Sustentable y la Responsabilidad Social

Artículo publicado en el periódico El Financiero de México, agosto 2010

El término Desarrollo Sustentable que cada vez se escucha con mayor frecuencia si bien no es nuevo en la historia, si ha venido adquiriendo más fuerza en los últimos años por una mayor conciencia ecosocial en el más amplio de los sentidos, lo que sin duda está íntimamente ligado a la Responsabilidad Social.

Específicamente, la palabra sustentabilidad se empezó a utilizar con mayor frecuencia a partir de 1987, al publicarse el informe de la Comisión Mundial del Medio Ambiente y el Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), conocido como “Nuestro Futuro Común”, documento que se pronuncia por la preservación y salvaguarda de los recursos naturales del planeta y un crecimiento económico continuado.

En dicho informe, la sustentabilidad (o sostenibilidad), quedó definida por la ONU como “El desarrollo que resuelve las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para resolver sus propias necesidades”; tomándose desde entonces este axioma como base a nivel mundial.

Implica entonces tener conciencia del impacto que pueden tener en el futuro las actividades que se están realizando en el presente; pero no solamente para el cuidado del ambiente; sino además buscar la equidad social, y brindar prosperidad económica a las generaciones actuales; haciendo lo posible para que las futuras generaciones tengan al menos iguales oportunidades de desarrollo que las actualmente existentes.

La Empresa Socialmente Responsable
Una empresa socialmente responsable además de reconocer la necesidad de atender los requerimientos de sus grupos de interés (stakeholders) tanto internos como externos, es conciente de los efectos ecológicos que tienen sus procesos de producción; sin olvidar además que la sustentabilidad busca un avance armónico en lo socioeconómico con lo ambiental.

En el ámbito del desarrollo sustentable o sostenible esto se agrupa conceptualmente en tres partes: ambiental, económica y social, conocido como el triple resultado (triple bottom line); el cual es un conjunto de indicadores de desempeño; utilizado por primera vez por John Elkington en 1994.

Específicamente, una organización con buen desempeño de triple resultado, tendrá como resultado la maximización de su beneficio económico y ambiental, así como la minimización o eliminación de sus externalidades negativas, haciendo énfasis en la responsabilidad de la organización ante sus grupos de interés.

Es importante mencionar que la incorporación de los conceptos de sustentabilidad y responsabilidad social en la gestión empresarial, marca una nueva estrategia que contribuye a un mejor desempeño económico de las compañías, a un aumento de su competitividad, y por ende de su valor.

Por lo tanto, con las actividades que se hagan en las empresas en estos aspectos, se logra aumentar su valor adquiriendo una buena reputación y confianza, además de una mayor rentabilidad económica.

El Desarrollo Sustentable en México
Según una encuesta de KPMG en México a más de 150 empresas que operan en el país con ingresos de 200 a más de cinco mil millones de pesos (de diversos giros y tamaños), el interés por el tema se ha incrementado; al resultar que el 55 por ciento de las organizaciones consultadas cuentan con una estrategia de Desarrollo Sustentable.

Este grado de avance no se ve afectado en términos generales, a pesar de la situación económica que se registró principalmente el pasado 2009, señala Jesús González Arellano, socio de Riesgos, Gobierno Corporativo y Sostenibilidad de la mencionada firma, y agrega.

“Esto se debe a que estas empresas ya manejan el Desarrollo Sustentable alineado a la estrategia de la organización, que considera propósitos sustentables a largo plazo, y no solamente como una imagen para aspectos de mercadotecnia”.

Menciona que realmente el reto son primordialmente las medianas empresas que abarca un gran porcentaje de las actualmente existentes en el país, ya que muchas de ellas consideran la sustentabilidad como algo ajeno; sin embargo deben comprender que esto es una estrategia para cualquier organización sin importar su tamaño o giro. “El empresario debe educarse, inicialmente fijando objetivos a largo plazo que tengan una base de sustentabilidad de la propia empresa”, agrega González Arellano.

Dice que el desarrollo sustentable implica un cambio cultural en la mentalidad del empresario, en donde el interés principal no radica en la generación de ganancias en el corto plazo, sino en una visión de largo plazo buscando su permanencia, lo cual implica un uso sustentable de sus propios recursos ya sea humanos y económicos; así como en la forma de utilizar los recursos naturales que requiere para su operación.

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16 de noviembre de 2010

Persiste la confrontación entre el mercado y la responsabilidad social

El resultado de las recientes elecciones parlamentarias de Estados Unidos, demuestra en forma evidente la existencia de un pensamiento individualista que persiste en prevalecer, y dejar el sistema financiero, económico y social tal como se encontraba antes de la gran crisis que empezó desde el 2007 y todavía no termina.

En perspectiva, resulta por demás interesante el hecho de que las generaciones actuales, somos en la mayoría testigos del enfrentamiento entre quienes buscan mantener un modelo que condujo al grave problema financiero que considera se puede arreglar con unos cuantos ajustes, en el cual la falta de ética fue una de sus principales causas; y por otro lado, otros que pretenden generar un modelo en donde se establezcan reglas claras y precisas, en donde la ética y por consiguiente la responsabilidad social, tengan una mayor presencia.

La radicalización de los conservadores que resultaron triunfadores es tan extrema, que piensan inclusive eliminar la reciente reforma al sistema de salud aprobada por la legislación anterior; y si bien dicha reforma no fue perfecta y genera un mayor gasto para el gobierno, según señalan analistas expertos; lo cierto es que la intención de los vencedores es que impere un sistema basado en el mismo modelo que gestó la ya multimencionada crisis financiera.

Y si bien es claro que esto se presenta en Estados Unidos, es evidente que su mentalidad permea en todo el mundo con una influencia inmensa y determinante. Se está enfrentando a la mentalidad de una gran parte de la sociedad europea.

Por lo anterior no es difícil predecir que la responsabilidad social, y algunas interesantes modalidades relacionadas a la misma, como los negocios inclusivos y la innovación social, tendrán en los años por venir una resistencia entre diversos líderes políticos que mantendrán la idea de que el mercado por sí solo puede resolver los problemas sociales.

De manera más específica, pensadores como Muhammad Yunus y Amartya Sen por mencionar algunos de los principales que propugnan por un mundo con una mayor sustentabilidad, más justo y mejor calidad de vida para todos sus habitantes basado en la ética y la sustentabilidad, tienen a los dirigentes del llamado “tea party” como sus principales rivales que no están de acuerdo en el control de emisiones de carbono, ni tampoco en establecer las medidas necesarias para detener el calentamiento global, e inclusive llegan a la xenofobia en relación a todos los inmigrantes.

En suma, la mentalidad de un capitalismo extremo con el mercado como su máxima, sigue oponiéndose a un modelo socioeconómico sustentable y con responsabilidad social.

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3 de noviembre de 2010

Con ISO 26000 comienza una nueva era

Lo que parecía una quimera o un sueño hace cinco años hoy ya es una realidad, la Norma ISO 26000 fue ya publicada en forma oficial y con ello se crea una nueva era en lo que se refiere a la Responsabilidad Social en el más amplio sentido del término.

Y si bien es cierto que esta nueva norma no es exigible en su aplicación como el resto de las normas ISO, si es útil como un punto de referencia de prácticamente validez universal, y partiendo de ello servirá de ahora en adelante para construir, modificar todo lo relacionado a esta materia, creando un idioma o lenguaje común en cualquier parte del mundo en donde se maneje el tema.

En este último aspecto señalado, creo que vale la pena mencionar que en todo este tramo en su construcción que duró cinco años, todos aquellos que participaron y los que vieron sus avances y retrocesos, tuvieron la oportunidad de reflexionar y discutir y considerar aspectos que tal vez nunca se hubieran confrontado y discutido, dejando lecciones importantes de aprendizaje a lo largo de su desarrollo.

Pero en el fondo considero que tal vez algo más importante que lo antes mencionado, es la toma de conciencia de la Responsabilidad Social, y como se mencionó al inicio, estamos comenzando una nueva era en la que la solidaridad y la sustentabilidad en el más amplio sentido de ambos términos, adquieren una mayor dimensión.

En esta nueva era se deja ya atrás el concepto de empresa que se viene manejando todavía desde la época que se inició con la Revolución Industrial en el siglo XVIII, y con ella toda la mentalidad que le dio origen. La cual provocó las múltiples manifestaciones sociales, la aparición del Marxismo y la célebre encíclica Rerum Novarum, todo ello durante el siglo XIX.

Ahora viendo hacia adelante, si bien sería iluso pensar que la manera de pensar y de operar de muchas empresas, grandes y pequeñas en el mundo cambiarán de manera instantánea, esta norma está formalizando una corriente de pensamiento de una gran cantidad de personas en todo el mundo, y que a manera de una gota continua que rompe una roca, podrá ir permeando en la forma de actuar de las empresas, los empresarios y sus accionistas.

Tal vez los historiadores del futuro mencionen los años 2005-2010 como un momento paradójico y contradictorio, ya que al mismo tiempo que se gestaba y estallaba la gran crisis financiera de pleno alcance global y con severas repercusiones, que tuvo como algunos de sus ingredientes básicos para su formación la falta de ética y responsabilidad; se gestaba también y se establecía la Norma ISO de Responsabilidad Social, la cual seguramente tendrá importantes repercusiones en los años por venir.

De ahora en adelante la Responsabilidad Social deja de ser el ideal o sueño de quienes en algún momento fueron calificados como trasnochados e ilusos, para convertirse en una forma de operar real y objetiva de las empresas. Con esta norma ya tangible y reconocida en todo el mundo, las generaciones actuales tenemos ahora la responsabilidad de mostrarla y enseñarla a los actuales jóvenes y próximos empresarios, despertar en ellos su conciencia y responsabilidad social, para así en el futuro tener una sociedad más y mejor conectada, trabajando unida para su desarrollo conjunto.

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14 de octubre de 2010

¿Qué es una empresa?

De la publicación realizada por Antonio Vives llamada: “La Responsabilidad Social de las Empresas: Enfoques ante la Crisis”, publicada recientemente con el patrocinio de la Fundación Carolina, encuentro algunos puntos interesantes, de los cuales me quiero referir por ahora a uno en particular, que me parece vale la pena resaltar y comentar por su trascendencia.

En el texto de la presentación de la publicación, se habla de la empresa y se le define de la siguiente manera: “… como institución social, incluida por derecho propio entre los agentes imprescindibles para un progreso sostenible a largo plazo”.

Dicha frase expresada en una forma muy sencilla, considero implica una gran trascendencia tanto en la forma de ser vista la empresa por la sociedad en general, como por quienes laboran en ella y la dirigen.

Me atrevo a decir que prácticamente desde mi vida de estudiante universitario, de la cual ya han pasado algunas décadas, siempre me ha llamado la atención la forma en que es definida una empresa: en diversos libros de administración, cada autor la define a su manera, teniendo en todas ellas la parte económica como el denominador común; esto se complicaba más al referirse a libros de otras disciplinas como la contabilidad, la ingeniería e inclusive la sociología; todas ven a la empresa desde perspectivas diferentes y por consiguiente complica más su real definición.

Este prolífico bagaje de de definiciones es a su vez matizado por la forma como la ven quienes operan en ella; el directivo tiene su propia definición, el gerente o supervisor intermedio tiene la suya, el empleado o el operador de planta tiene también cada uno su propia definición, y finalmente el dirigente sindical le agrega también otra visión.

Es por demás interesante palpar en el campo de la realidad, como operan estas diversas concepciones, que en muchos casos son la causa de los conflictos y roces personales que se dan de manera cotidiana; y lo más impresionante todavía, es que se labora en forma diaria y por muchos años en una entidad que llamamos empresa, de la cual no hay una definición única que sirva como guía y marco de referencia para las decisiones que ahí se toman, ya sean de ventas, finanzas, producción o de recursos humanos.

De ahí la importancia que tiene el que se pueda ya hablar de una definición de empresa que cuenta al menos con un consenso general, como lo mencioné líneas arriba.

A lo anterior habría que agregar como lo menciona la propia publicación referida, que se le considera una “institución social”, así con comillas; que si bien su actividad es económica, tiene un papel social que cumplir, función que tiene también la ciencia económica.

En suma y con una visión optimista, tal vez estemos en el umbral de una nueva era en donde la empresa sea vista por todos como un ente social, que tiene al ser humano como su centro de acción, siendo además un instrumento que sirve para lograr un desarrollo sustentable a largo plazo.

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7 de octubre de 2010

Las externalidades

En la mayor parte de la literatura de responsabilidad social que alcanzo a leer y estudiar, me encuentro que habla del papel de la empresa primordialmente, y enfocada en su actividad de apoyo a sus comunidades cercanas o bien a la sociedad en general, haciendo esto desde actividades filantrópicas o bien de mercadotecnia social en muchos casos; sin embargo, no se habla de su responsabilidad de las externalidades negativas que genera su actividad productiva, y que posiblemente en ellas se encuentre gran parte de la esencia de lo que se denomina responsabilidad social en el más amplio sentido del término.

En economía se dice que los mercados funcionan correctamente cuando el precio de un bien, es igual al gasto de la sociedad en su producción, y cuando el valor del bien para el comprador es igual al beneficio que la sociedad obtiene por ese bien. No obstante, algunas veces estos costos y beneficios no se ven reflejados totalmente en los precios de mercado.

Esos costos y beneficios es lo que se denomina como externalidad, la cual puede definirse cuando la producción o el consumo de un bien, afecta directamente a las empresas o a los consumidores que no participan directamente en su venta o su compra, y cuando dichos efectos no se reflejan completamente en el precio de mercado.

En términos sencillos, lo anterior significa que el costo real de un insumo no es pagado por quien lo utiliza, y por lo tanto puede ofrecer su producto a un precio más bajo, provocando que dicho costo real sea pagado por quien elaboró el insumo.

Ejemplo de esto es la industria maquiladora o la obtención de recursos naturales a costos más bajos, que no considera los costos reales en su propia función de costos, dejándoselos a los productores originales, logrando con ello poder ofrecer sus productos a precios más accesibles; en suma significa que unos están obteniendo muchos productos y servicios a precios accesibles, a costa de otros que están pagando los costos reales.

Y es en este punto donde conecto con lo mencionado inicialmente, la responsabilidad social verdadera en cualquier empresa debe y requiere considerar las externalidades generadas, y no manejar un papel en la cual solo hace mención de lo que ofrece a la sociedad en función de su producto y servicio generado.

En términos sencillos estas externalidades negativas son un robo, ya que no se está pagando el costo real del insumo o materia prima adquirida. Lo cual todavía se hace más evidente cuando dicho insumo es importado de alguna región distante.

Ejemplo claro de lo anterior es lo que sucede en Estados Unidos, en donde se tiene una cultura con la premisa escapista de conveniencia y confort perpetuos, en donde el peso de su bienestar está siendo sostenido por multitudes de otros aparentemente invisibles seres vivientes, cuyo propio bienestar se ve perjudicado y cuya supervivencia está siendo puesta en peligro precisamente por esa carga que le es ajena.

Por todo lo anterior, la responsabilidad social requiere una real conciencia de los efectos que tienen las actividades de las empresas, siendo responsables desde pagar el costo real de los recursos obtenidos, hasta los efectos generados en la elaboración y venta de sus productos.

Y también es responsabilidad de toda la sociedad estar consientes de estas externalidades, exigiendo a las empresas un comportamiento honesto; de lo contrario la responsabilidad social tiene el peligro de volverse solo maquillaje como dicen muchos de sus detractores.

Seguiremos platicando …

29 de septiembre de 2010

"Todo sigue igual"

Las lecciones de la gran crisis financiera que se desbordara en septiembre de 2008, todavía no son plenamente atendidas, por lo que los riesgos que la causaron todavía están presentes.

Por lo anterior, a dos años de la quiebra de Lehman Brother, un 15 de septiembre que el mundo financiero seguramente nunca olvidará, diversos analistas reconocidos como Joseph Stiglitz mencionan que prácticamente todo está igual en cuanto a la forma en que operan los bancos; es decir, siguen ganando a través de la especulación, y obteniendo cuantiosas ganancias.

A esto se aúna el poco cambio en la reglamentación que les permite seguir funcionando prácticamente igual que antes de la crisis desatada. Y es aquí donde está el punto principal al que quiero referirme en esta ocasión; pareciera que a pesar de las grandes pérdidas y los consiguientes cuantiosos rescates por parte de diferentes gobiernos, el mundo financiero no aprendió o no quiso aprender la lección, siguiendo con sus mismos modelos de operación, buscando las ganancias rápidas y grandes, sin tener en cuenta un comportamiento más ético y mesurado.

Con lo anterior recuerdo lo dicho por Muhammad Yunus en el Foro de Davos, que no se debería volver al mundo previo a la crisis como lo pretendían los banqueros, sino que por el contrario, debería de surgir un nuevo modelo que sirviera de base para el futuro, en donde no se repitan este tipo de crisis.

Es lamentable observar que a pesar de este tipo de ideas expresadas, los lobistas de los sectores financieros principalmente en Estados Unidos, han ganado la partida hasta ahora, logrando mantener prácticamente intacto su modelo de operación en el cual la ética y la responsabilidad son factores que son virtualmente ignorados o peor aún desechados.

Los paradigmas que forjaron, sostuvieron y provocaron esta gran crisis siguen siendo mantenidos por las grandes instituciones financieras, pero aunque ahora ya se percataron que no son tan sólidos e incólumes como lo creyeron, también se dieron cuenta que finalmente ante una eventual quiebra cuentan con el prestamista de última instancia que es el gobierno; por lo que crean o no en dichos paradigmas, su codicia sigue siendo mayor y siguen buscando sus grandes ganancias a costa de sus propios gobiernos y del resto del mundo.

Ante dicho escenario, es necesario seguir insistiendo en la vigencia y penetración de la responsabilidad social en todas las empresas y en la sociedad en general; y que esta insistencia vaya presionando más a un cambio de conducta tanto de las empresas financieras como de los propios gobiernos, para establecer legislaciones adecuadas que terminen con esos incentivos perversos que llevan a las grandes ganancias rápidas o cortoplacistas.

Las grandes cantidades de dinero comprometidas para los rescates sirvieron para cuestionar el modelo imperante, por lo que ahora es el momento adecuado para pensar seriamente en un cambio completo en la forma de operar, y reencauzar los incentivos que existen en el mundo financiero en particular y en el mundo económico en general; de lo contrario, se perderá una gran oportunidad para crear un sistema socioeconómico más ético y con una sólida responsabilidad social.

Seguiremos platicando …

8 de septiembre de 2010

La Responsabilidad social requiere entrar fuerte en el sector educativo

Es vital que la responsabilidad social entre plenamente al sector educativo, para darle una formación con más valores a los futuros profesionistas y directivos tanto del sector público como del privado.

En un breve análisis del grado de atención en esta materia en el sector universitario mexicano, se pudo encontrar que solamente dos instituciones tienen estudios de posgrado especializado; y dos más lo atienden a nivel de diplomado.

Inclusive los directivos de los posgrados, comentaron que sus escuelas son las únicas a nivel latinoamericano que ofrecen una maestría de responsabilidad social.

En otras, aunque no ofrecen una especialidad, al menos tienen algunas materias como ética o sustentabilidad a nivel de maestría, donde en alguna forma les empiezan a inculcar a sus estudiantes, el generar una conciencia de responsabilidad social.

Pero esto que se imparte a nivel de posgrado, se reduce drásticamente a nivel licenciatura, y no se diga en niveles de preparatoria, secundaria y primaria; donde el tema de responsabilidad social es prácticamente inexistente.

Por experiencia propia, impartiendo un curso de administración a estudiantes de primer semestre de licenciatura, la responsabilidad social es un inciso más del plan de estudio para todo el curso; dándome la impresión, tal vez equivocada, que los alumnos al menos sepan que existe algo que se llama responsabilidad social y nada más.

Creo que es importante resaltar que si bien esto es un modelo de gestión para las empresas, está soportado en un modelo de pensamiento que implica un cambio de visión total de lo que es una empresa, y más aún, una nueva forma de convivencia social en el mayor sentido del término.

Esto es; todos, tanto como personas como empresas, tenemos una responsabilidad social con toda la sociedad, aunque suene obvio hay que recalcarlo, y tenemos también una responsabilidad con el planeta y su medio ambiente.

Esta conciencia es vital que se inculque a los estudiantes desde la primaria, el formarles una nueva visión de su papel en la sociedad, y que todos, somos corresponsables socialmente; creo que este es el mayor compromiso de las generaciones actuales, pensando en crear mejores ciudadanos adultos para el futuro cercano.

Seguiremos platicando …

28 de agosto de 2010

El verdadero sentido de la sustentabilidad

Aunque en principio el concepto de sustentabilidad abarca mucho más que solamente lo ecológico, aún así, considerándolo solamente en este aspecto; implica algo que puede cambiar la convencional cosmología de la sociedad que ha venido imperando desde hace muchos siglos.

Recordando las clases de historia universal, es de llamar la atención que las antiguas civilizaciones, ya fuera en Asía, América o Africa, tenían en su concepción religiosa al sol como un elemento clave, al que se le veía como el que proporcionaba la vida en el más amplio de los sentidos.

Todo provenía del “Señor Sol” independientemente del nombre que se le diera, y junto con él, o parte de él estaba lo que ahora llamamos la naturaleza en términos generales, y el ser humano era una parte integral de ese conjunto de vida y naturaleza.

Todo esto vino cambiando paulatina pero radicalmente cuando surge el llamado antropocentrismo, en donde al hombre se le considera como el pináculo de la creación, y todo lo que existe es para su servicio.

El radicalismo en este sentido proviene del siglo XIX cuando los recursos naturales empiezan a utilizarse en forma desmedida como energéticos, y sin tomar en cuenta los efectos nocivos de ese uso desmedido; y así en el pasado siglo XX el petróleo se convirtió en el recurso clave para el desarrollo tecnológico, explotándolo en todos los sentidos.

Toda la creatividad del ser humano se utilizó para buscarle más y mejores usos, sin pensar en sus efectos, o que en algún momento se tendría que acabar.

En los sesentas del siglo pasado, cuando empezaron a salir al espacio los primeros astronautas, y más todavía con la llegada del hombre a la luna; estos viajeros espaciales empezaron a comentar la belleza del planeta visto desde lejos, y sin quererlo tal vez, reconsideraron su visión de lo que se empezó a denominar el “planeta azul”, el cual además de verse hermoso desde la luna, al mismo tiempo se percibe su fragilidad dentro del “gran océano” al menos de la galaxia donde nos encontramos, y más del universo total.

Este planeta en donde el hombre se siente el punto máximo de la creación divina, es solo un minúsculo punto en el gran mapa estelar de grandes soles, estrellas e inmensos planetas.

Es aquí donde entra justamente la sustentabilidad; el darnos cuenta como humanidad que solamente tenemos un planeta que por grande que parezca, no es más que un pedazo de roca con ciertas características flotando en el gran espacio, y que nada garantiza su existencia eterna.

La verdadera y real sustentabilidad nos pide un cambio de mentalidad total y drástica, que implica cuidar el planeta en el que nos encontramos, si es que queremos sobrevivir como especie.

Y no se trata de cuestiones económicas, ya que aún el más rico del mundo no podrá vivir en un mundo sin recursos como el agua, los animales, los insectos, y en general todo lo que comprende lo que llamamos naturaleza.

Cambiar esta conciencia implica tal vez volver a la visión de las antiguas civilizaciones, que le daban su lugar al sol como el protagonista principal, y despojar al ser humano de esa soberbia de considerarse la cúspide de la creación.

La ciencia menciona cada día la importancia del sol y de todo lo creado por la denominada naturaleza. Y su necesario cuidado para la sobrevivencia de lo que se llama vida.

Aquí es donde el hombre tiene que cambiar su mentalidad, dejar esa soberbia y verse de manera humilde como realmente es, un ser vivo más, y aprovechar realmente su conciencia e inteligencia para tener un mundo mejor.

Seguiremos platicando …

16 de agosto de 2010

Es imperativo impulsar el desarrollo sustentable

La sustentabilidad todavía sigue sin entrar plenamente en la estrategia de las empresas, y sigue manejándose todavía bajo el mismo paradigma de cómo se han venido manejando los negocios en al menos los pasados cien años.

Esta categórica afirmación es la que señala el resultado de una encuesta elaborada por Sustainable Life Media y Zumer.com, publicada el pasado mes de julio, la cual muestra que de cien compañías estudiadas, la mayoría maneja sus iniciativas de sustentabilidad basadas en minimizar los riesgos y en el ahorro en costos, con un bajo enfoque para incrustar una estrategia plenamente sustentable.

Una conclusión clave de dicho estudio es que son pocas las empresas que ven la sustentabilidad como una parte principal de su estrategia global; y la mayoría la considera como una política para mitigar el riesgo, y lograr su eficiencia operacional.

Adicionalmente, esa sustentabilidad se considera principalmente para efectos ecológicos o en la forma de administrar sus recursos energéticos, pero pocos toman en cuenta los aspectos de responsabilidad social, o en temas como la gobernanza corporativa.

La encuesta que abarcó a compañías de todo el mundo y de diverso giro, puede considerarse como una confiable muestra del verdadero estado de la sustentabilidad en el mundo, sin considerar países o empresas determinados. Y ante dicha evidencia, es claro que hay mucho que hacer todavía en este sentido.

Es por ello la afirmación con la que inicié en el primer párrafo, la mentalidad de los empresarios sigue anclada en el mundo previo a la sustentabilidad, basada primordialmente en la rentabilidad, buscando reducir riesgos y mejorar su eficiencia y nada más, la cual fue básicamente la causante de la gran crisis financiera que se vino presentando principalmente entre el 2007 y el 2009.

La empresa con una verdadera estrategia de desarrollo sustentable debe buscar proveer beneficios que la diferencien en el mercado y aportar valor, mientras protege el medio ambiente y la calidad de vida de la sociedad en general.

Es evidente entonces que estamos hablando de otra empresa muy diferente a la que hemos conocido en el pasado reciente, y para lograr realmente mejorar como sociedad humana, es necesario modificar radicalmente los principios que han manejado a los negocios y a las empresas en general.

Y para estas nuevas empresas se requieren de líderes con una mentalidad diferente, en donde tienen que desechar esas ideas que se consideraron la forma correcta de dirigir a las organizaciones, de buscar la rentabilidad máxima en el corto plazo, a costa de los recursos naturales y de las personas, tanto dentro como fuera de ellas.

Es prácticamente una revolución de ideas, y que debe ser vista no como una moda y por lo tanto efímera, sino como una nueva forma de pensar que es imperativa para que el mundo en su parte ecológica pueda seguir existiendo, y para realmente mejorar la situación social y económica de todos los habitantes de este planeta.

Seguiremos platicando …

5 de agosto de 2010

¿Se avecina una nueva empresa?

Es posible pensar que nos encontremos en el umbral de un gran cambio en cuanto a lo que llamamos empresa, provocado precisamente por la gran crisis financiera que se ha vivido en esto últimos años.

Lo anterior lo considero después de leer una reciente entrevista a Wayne Visser en su visita a la Argentina, en la cual dice que la Responsabilidad Social ha fallado, por estar basado en un sistema de capitalismo que está impulsado por los accionistas, y por el tipo de instituciones que tenemos que están muy enfocadas al corto plazo y en las ganancias, nada más.

Al terminar de leerla, recordé también algo que dijo últimamente Bernardo Kliksberg, que lo relaciono en cuanto a lo que él llamo “empresa narcisista”, la cual no raciona sus impactos y únicamente opera para obtener ganancias sin darle cuentas a nadie.

Generalizando, con los riesgos que ello implica, estas dos visiones de lo que es una empresa con sus diversos matices, han sido las que han imperado en por lo menos los dos últimos siglos.

Y su resultado máximo hasta ahora es la gran crisis financiera y económica, que está costando desempleo, hambruna, y con problemas ecológicos que siguen en aumento como es el calentamiento global.

Wayne Visser habla de que estamos posiblemente en la cúspide de una revolución, en la cual la empresa como institución toma un giro totalmente distinto.

Al respecto Bernardo Kliksberg dice que la empresa que es realmente socialmente responsable, repiensa su rol en el siglo XXI, y reconoce que es un actor importante para apoyar la reducción de la mortalidad infantil, contribuye a la mejora del medio ambiente y aporta a las grandes causas de la humanidad, a través de todos sus conocimientos y capacidades gerenciales y técnicas.

En diferente forma, los dos están hablando de lo mismo, una empresa muy diferente a la que conocemos, una institución preocupada por el desarrollo humano bajo un esquema de sustentabilidad plena.

La posible nueva definición de empresa según Wayne Visser; será servir a la sociedad con productos y servicios de alta calidad que apoyen nuestro bienestar, sin erosionar el medio ambiente y los ecosistemas.

Definición que si bien no es igual, si tiene mucha similitud a la que para mí hasta ahora es lo más cercana a lo que es la empresa en función de la Responsabilidad Social. Empresa: Una Institución Social encargada del Desarrollo Humano, a través de la Inversión y el Trabajo.

Las dos se enfocan a la persona y finalmente a la sociedad en general.

Seguiremos platicando …

27 de julio de 2010

Hay que seguir fomentando la responsabilidad social II

El ejemplo de la vida diaria dentro de muchas empresas, es probablemente una de las principales razones el por qué mucha gente todavía considera la responsabilidad social como una quimera, o en el mejor de los casos un exceso de copas en una noche de verano.

El que empresas vía la mercadotecnia se muestren un tanto filantrópicas, oculta la forma en que administran a su personal, calificándolo y evaluándolo como un recurso más de los que son necesarios para la operación diaria.

Y si bien pueden mostrar alguna preocupación por la elevada rotación existente, esto lo compensan bajo el entendido de que hay mucha gente dispuesta a ocupar el cargo vacante a pesar de las condiciones de contratación.

Esto lo llevan inclusive con el personal que tiene el trato directo con el cliente, con lo que demuestran también el poco interés por atender de la mejor forma posible a ese último cliente de quien depende totalmente la empresa para sobrevivir.

Con el interés de matizar es importante también considerar que hay personal que muestra una actitud indolente, y por ello poco dispuesto a realizar un mejor trabajo; por lo que el escenario que existe en muchas organizaciones, es el de tener una administración poco interesada en su gente, y por el otro lado, un empleado apático haciendo solamente el mínimo esfuerzo. Con lo que viene a resultar un ambiente laboral poco grato para todos los involucrados.

Tal vez, y reitero el tal vez, la forma de solucionar esto sea a través de los propios administradores o cabezas de la organización, quienes deben de buscar una nueva forma de gestión que reevalúe al personal, considerándolo como el principal elemento de la organización, ya que es precisamente a través de él la operación de la empresa.

Tomando en cuenta el más elemental sentido ético, tratar y calificar al personal como lo que es, una persona humana; aunque suene redundante y tal vez hasta obvio es importante remarcarlo.

Este aspecto ético es posiblemente el paso inicial de lo que viene a ser una responsabilidad social, el considerar a las personas en sus condiciones básicas como tal, y no evaluarlo como un recurso más de los que se necesitan para la operación de la empresa.

En términos generales, es de llamar la atención que esta forma de pensar en cuanto a la forma de tratar despectivamente al personal, que viene desde prácticamente la Revolución Industrial hace prácticamente 200 años, sea todavía el paradigma vigente en gran parte del mundo.

Aunque resulte exagerado, es lamentable que gran parte de los seres humanos todavía no tenga una verdadera conciencia social, el no percatarse que la riqueza de esos grandes empresarios proviene precisamente de la actitud y el trabajo de sus empleados, y por lo tanto, es a ellos a quienes les debe su riqueza acumulada.

Pero afortunadamente la responsabilidad social y la sustentabilidad están paulatinamente avanzando, una toma de conciencia sigue ganando adeptos, y es posible pensar que las próximas generaciones hayan logrado ya desechar con ese paradigma de la Revolución Industrial.

El futuro nos dará la respuesta.

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20 de julio de 2010

Hay que seguir fomentando la responsabilidad social

El elevado grado de incertidumbre del ambiente económico y de negocios que impera desde hace varios años, ha marginado en alguna forma la atención a la responsabilidad social, lo cual reafirma la tesis de que dicha responsabilidad social es un agregado que no ayuda a la sobrevivencia de las empresas.

Sin embargo, esta tesis está totalmente alejada la verdad, ya que esta responsabilidad social es una forma de gestión que le sirve a la empresa también en condiciones de elevada incertidumbre como sucede actualmente, puesto que opera con objetivos de largo plazo que buscan satisfacer un mercado, y que cuenta con el apoyo de sus grupos de interés.

La búsqueda de grandes ganancias en el corto plazo, no son características del verdadero espíritu de lo que significa ser empresario en el amplio sentido del término, esta actitud cortoplacista de grandes riquezas son de un especulador en el sentido peyorativo del término, que quiere ganancias solamente para él mismo, plenamente egoísta.

Además, vale aclararlo por enésima vez, la responsabilidad social tampoco es altruismo ni mostrar una imagen caritativa ante la sociedad; dicho en otras palabras, la gran ayuda y apoyo que han estado dando muchas empresas a la población afectada del norte de México por las torrenciales lluvias provocadas por el huracán “alex” en los primeros días de julio, se puede calificar como filantropía, la cual vale y tiene todo el mérito que le corresponde, pero no es válido que se le califique o encasille como responsabilidad social.

Pero volviendo a la idea inicial, esta fuerte incertidumbre provocada por la crisis financiera, requiere entonces de empresarios que tengan una actitud diferente en su forma de hacer negocios, que considere como parte de su proyecto o modelo de negocios, al menos a sus principales grupos de interés, sus empleados y proveedores, que se trabaje en forma conjunta con ellos para ofrecer productos o servicios que requiere la sociedad, y por consiguiente ganar dinero.

Por lo tanto es cuestión de prioridades, teniendo al dinero como un medio y no como un fin en si mismo.

Es necesario considerar que esta ya multimencionada incertidumbre es provocada precisamente porque se modificaron las reglas del juego, las cuales en mucho ponderaban la ganancia rápida como el gran objetivo, sin evaluar realmente las repercusiones que se tendrían en esta forma de operar.

Esta crisis si bien a todo el mundo está afectando en forma severa, es el momento adecuado para redefinir las reglas del juego de cómo opera el mercado en general y las empresas en lo particular.

Fomentar un ambiente de negocios en donde todos ganen y no el de suma cero como ha sido hasta ahora. Y dentro de las empresas propiciar un clima laboral en donde el personal se sienta parte de la organización.

Y esto último no es utópico, ya existen numerosos estudios que demuestran de manera fehaciente que las empresas son más productivas cuando su personal se siente a gusto laborando en estas organizaciones.

Por todo lo anterior, ahora más que nunca es seguir apoyando a la responsabilidad social en todas sus manifestaciones, para que entre y se quede en el ADN de todas las empresas.

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13 de julio de 2010

La participación y la colaboración en el siglo XXI

Así como en el actual mundo globalizado las empresas para poder participar de manera competitiva se empiezan a unir en redes, debido a que se han percatado que por sí sola ninguna organización es capaz de sobrevivir, de la misma forma la responsabilidad social en su aspecto de la sustentabilidad, está propiciando una integración en diversas formas y matices.

Pero lo que tal vez puede ser más interesante, es que dicha integración no es solamente en aspectos económicos, ni se limita a una relación cliente-proveedor, ahora ya se considera también al consumidor final como parte integral de dicha cadena, considerando que es precisamente este cliente final, el que le da vida y razón a este encadenamiento.

Este proceso de unión para un objetivo o propósito común no es algo nuevo, en la historia del mundo ya se ha presentado en más de uno ocasión, lo nuevo ahora quizá es que se está considerando como una opción real para el manejo tanto de los recursos naturales, como del capital humano.

Quienes han puesto de nuevo en la mesa de discusión este aspecto, fueron los ganadores del Premio Nóbel de Economía en el 2009 (Oliver Williamson y Elinor Ostrom), los cuales de manera formal han comprobado en sus investigaciones, la existencia de una governance que no se restringe a la que pueda realizarse dentro de la propia empresa, sino que involucra a diversos actores y en la que todos salen beneficiados en alguna forma.

Esta forma de gobernanza que incluye a varios agentes económicos, buscando generar una forma de trabajo que les ayude en su crecimiento y desarrollo que incluyen al consumidor final, es, considero, una representación y aplicación real y práctica de la responsabilidad social.

No es filantropía, sino una manera de lograr una relación ganar-ganar con otros actores de la sociedad, considerando además que existe un límite en cuanto a la cantidad de recursos naturales existentes, y también una serie de restricciones legales.

Esta gobernanza consiste en que los participantes desarrollen una serie de reglas o formas de operar que los beneficien a todos lo más posible, sin darle al mercado la opción de considerarlo el que mejor redistribuye la riqueza, idea que imperó en al menos los pasados treinta años, y que fue de alguna manera la causante de la gran crisis actual; pero tampoco se trata de dejar todo en manos del gobierno para que él lo administre o genere alguna legislación específica.

Esto va más allá, se trata en todo caso de tomar las mejores decisiones en términos de eficiencia y en beneficio de todos los involucrados, en la que los propios actores sociales se comprometen y responsabilizan entre sí para el logro de un objetivo en común.

El que estas ideas hayan sido consideradas y premiadas por el comité del Premio Nóbel, hace pensar que estamos posiblemente en el umbral de un nuevo tipo de pensamiento en el que la toma de decisiones en forma compartida sea el mecanismo para lograr un mejor desarrollo económico, una mejor manera de utilizar los recursos naturales, y finalmente, lograr un mundo más sustentable.

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6 de julio de 2010

El gobierno y su responsabilidad social

La última reunión del llamado G-20 en Canadá, planteó claramente las diferencias en cuanto al papel de los gobiernos para retomar la senda del crecimiento económico.

Contrario a sus posiciones tradicionales, Estados Unidos apoyó la idea de mantener un gasto elevado, y la Unión Europea por el contrario, manejó la propuesta de reducir el déficit fiscal y con ello reducir el gasto del gobierno.

Esta posición de la Unión Europea, contraria a la que maneja en forma tradicional, es por el castigo que está sufriendo por parte de los mercados, tanto en su moneda, como con algunos de sus miembros, Grecia, España e Irlanda principalmente.

Lo más importante posiblemente en todo esto, es su visión como estado benefactor, doctrina con la cual se vino diferenciando del resto del mundo al menos en los pasados 60 años.

Por lo tanto, ante esta situación imperante considero que la gran pregunta es: ¿qué está pasando con el estado benefactor? O ¿cuál será el estado benefactor del futuro?

La pugna que está detrás de todo este dilema es sobre cómo funcionará la economía cuando se supere la crisis, muchos buscan que permanezca todo como estaba antes, y que las causas de la crisis son parte de los ajustes normales del libre mercado sin regulaciones; otros en cambio, dicen que precisamente la crisis se debió a ese mercado libre sin regulaciones, por lo que se requiere una regulación fuerte y un estado sólido que dirija al mercado.

Ante estos dilemas, lo que puede verse por enésima vez es que el mercado con todas sus bondades no puede manejarse por sí solo, como invento humano tiene sus imperfecciones y por lo tanto requiere ser regulado para que tenga como objetivo final el beneficio de toda la sociedad, y no solamente de algunos cuantos.

La inmensa cantidad de pobreza extrema imperante a escala mundial, y la existencia de unos cuantos muy ricos, es un claro ejemplo de que el modelo que ha imperado al menos en los pasados cuarenta años no ha beneficiado a la humanidad entera.

El dogma del libre mercado al extremo ha exaltado al máximo el individualismo y menospreciado la ética y la responsabilidad social de todos los actores sociales, llámense gobiernos, empresas y personas.

El buscar la complacencia de los mercados, como lo pretenden ahora los países europeos, es darle la razón a dicho dogma de libre mercado sin regulaciones, que quiere seguir obteniendo ganancias monetarias a costa del bienestar de las poblaciones de dichos países.

Por lo anterior, es ahora el momento de promover la responsabilidad social en todos sus niveles, y empezando por el papel básico de un gobierno, que es el buscar el bienestar de la sociedad, utilizando el financiamiento como un medio para lograrlo, y no como un fin en sí mismo.

El mercado es un instrumento social que utiliza a la economía y las finanzas como medios para operar, y no al revés.

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23 de junio de 2010

El bienestar social sujeto al mundo financiero

“De repente, crear empleo no está de moda, pero infligir dolor sí lo está. Condenar los déficits y negarse a apoyar una economía todavía convaleciente se ha convertido en la nueva tendencia en todas partes, incluido Estados Unidos, donde 52 senadores han votado en contra de ampliar la ayuda a los desempleados, a pesar de tener la tasa más alta de desempleo que ha habido desde los años treinta”.

De esta forma inicia uno de los últimos artículos publicados por el reconocido economista Paul Krugman, ganador del premio Nóbel en el 2008. En donde reflexiona sobre la forma en que están actuando principalmente los gobiernos europeos, para terminar con sus déficits fiscales.

En el afán de no sufrir un eventual castigo de los mercados financieros, los gobiernos están descuidando su principal responsabilidad social de apoyar a la sociedad en términos económicos, disminuyendo el empleo, recortando pensiones y aplicando nuevos impuestos para eliminar el déficit; siendo la austeridad el nombre del juego que ahora está de moda, siendo esto la segunda parte de la crisis financiera mundial que está prácticamente cumpliendo tres años de haberse iniciado.

Grecia, Irlanda y España son los primeros que han sido puestos en el “banquillo de los acusados” por sus déficits, y el resto de los países, principalmente los europeos, están entrando en este nuevo juego de la austeridad para evitar ser colocados en el mismo banquillo.

Y si bien Grecia de manera particular puede eventualmente ser criticada por no haber actuado responsablemente desde hace ya algunos años, en cuanto a la forma de manejar sus recursos, los otros países están siendo también inculpados por la misma razón, aunque el origen de la acusación sea diferente.

Viendo todo esto en perspectiva, con o sin razón de tal culpabilidad, lo cierto es que el mundo sigue privilegiando el cortoplacismo financiero, sin tomar en cuenta plenamente el papel que les corresponde a los gobiernos en cuanto a su función social.

Y esto no lo digo yo solamente; a mediados de este mes de junio el presidente de España Rodríguez Zapatero en un discurso al país dijo:
“Ciudadanas y ciudadanos, yo soy el presidente del gobierno, pero yo no mando”
.

En otras palabras, dijo que en el mundo de hoy un presidente de gobierno tiene algo de poder, pero sólo algo, y ese algo no es mucho. Mencionó también que por encima de su poder está el de los bancos y el mundo financiero, los medios de comunicación, las agencias de valoración económica, la Unión europea y los poderes ocultos que manejan tantos y tantos hilos del entramado mundial.

Conectando esto con lo mencionado inicialmente por Paul Krugman, nos encontramos en un mundo muy poco responsable para con sus sociedades; por lo que se necesitan de verdaderos políticos, que estén dispuestos a buscar el apoyo social para el manejo de sus economías, sin estar sujetos al beneplácito de las fuerzas financieras mundiales.

El mundo de las finanzas se ha convertido en un fin, olvidándose que es un medio para lograr el bienestar de la sociedad en general.

Tal vez está gran crisis sea el catalizador para modificar los paradigmas que han manejado al mundo, y que son precisamente los causantes de esta gran crisis en la que todavía nos encontramos.

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15 de junio de 2010

Una empresa responsable ante la crisis

El acercarse a sus grupos de interés e incluir la responsabilidad social en el core business de la empresa, son algunos de los aspectos esenciales que los expertos aconsejan a las empresas en los momentos actuales de crisis económica, y por consiguiente de una incertidumbre mayor a la del pasado reciente.

Estas propuestas consideran a la empresa desde una diferente perspectiva, reevaluarla, como siempre debió haber sido, una institución social que tiene como objetivo final a la sociedad, teniendo como medio las ganancias económicas.

Y no se trata de una visión filantrópica, beneficencia o caridad pública, sino de una óptica en la cual la empresa es un instrumento social que está destinada a buscar el bienestar a través de la actividad económica.

Específicamente, en lo que a sus grupos de interés se refiere, ¿cuál es la forma como se relaciona con sus empleados? ¿Los sigue considerando como recurso humano, similar a la forma como administra el resto de sus recursos productivos? o bien como ahora se viene definiendo, capital humano, que como tal, agrega valor económico a la empresa por medio de sus capacidades y conocimientos.

En la actual situación de crisis unas preguntas son: ¿existe alguna forma de diálogo con su personal en cuanto a lo que se requiere hacer para mantener la supervivencia de la empresa? O bien ¿qué compromisos está haciendo la empresa con su personal para salir lo mejor librados posibles de la actual crisis?

Tal ves para alguien las preguntas planteadas puedan parecer utópicas o ingenuas, pero su propósito es el considerar la existencia de un diálogo entre la gerencia general y el personal, y que dicha gerencia esté conciente del vital papel que tiene ese personal para la operación de la misma empresa.

Está ampliamente demostrado que el clima laboral es un aspecto clave que se refleja en la productividad, y por consiguiente en los estados financieros.

Viendo hacia el exterior de la empresa, cómo es su relación con sus proveedores: ¿los considera socios? ¿qué tanto apoyan a la empresa en precios, descuentos, plazos de pagos? Tal vez sea necesario redefinir la relación existente.

Y en cuanto al llamado core business, ¿qué tanto se considera el producto o servicio que se elabora como una aportación a la sociedad? El concepto de negocio no está reñido con la responsabilidad social.

Y algo relacionado con lo anterior es la percepción de corto y largo plazo; una verdadera empresa no es algo solamente para el futuro inmediato, sino para tener una existencia larga y duradera, y que requiere del apoyo de su personal, de sus proveedores para generar algo que sea en beneficio de la sociedad.

En resumen, la empresa no es una entidad autista, y la crisis está demostrando que requiere del apoyo social en sus diferentes vertientes para salir adelante, y en la medida que haya más empresas habrá la posibilidad de generar mayor riqueza económica y por consiguiente un mayor y mejor bienestar.

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7 de junio de 2010

Se termina la era del riesgo especulativo

En días pasados la Cámara de Senadores de Estados Unidos, aprobó una importante modificación legal en cuanto a la forma en que deben de operar los bancos y otras instituciones financieras, en la cual se señala expresamente que no deberán utilizar los depósitos de sus clientes en inversiones de elevado riesgo, y que solamente podrán utilizar sus propios ingresos para dicha clase inversiones.

El propósito de tal disposición es evitar el uso de los recursos ajenos para operaciones altamente especulativas, y que cuando hay ganancias estas solamente quedan en manos de los propios banqueros.

El hecho de que se tengan que poner por escrito y en forma evidente este tipo de regulaciones, hace resaltar el hecho de que antes no existían tal vez por considerarse que no eran necesarias, y que se confiaba en la actitud prudente y ética de los banqueros, a quienes se les tenía plena confianza en el manejo de las inversiones de sus clientes.

Estos acontecimientos ponen en claro nuevamente que el gran problema de la crisis financiera, tuvo mucho en su origen y desarrollo no en el mercado en sí mismo, sino la forma en que este se manejo, con una marcada ausencia de un comportamiento ético, que fue soslayado por una búsqueda insaciable de riqueza en el corto plazo.

Por lo tanto lograr la mayor riqueza posible se convirtió en el gran paradigma que enmarcaba todas las decisiones de inversión, pensando que el mercado como la gran entelequia todo lo resolvería, pagándole a cada quien en función del riesgo que se corría.

La prudencia fue calificada como insensatez y tontería, elevando a los audaces que corrían grandes riesgos como el ejemplo a seguir, convirtiéndolos en los íconos en los ambientes de negocios, tanto en el mundo de las finanzas como en el resto de los sectores productivos.

Dichos íconos eran por demás individualistas faltos de cualquier comportamiento ético y por consiguiente carentes de algún vestigio de responsabilidad social.

Con esta nueva disposición por parte del congreso estadounidense, no se les deja a los banqueros manejar los recursos de sus depositantes a su libre albedrío, sino que claramente se les dice cómo deben manejar dichos recursos; lo que en otras palabras puede interpretarse también como el fijarles en forma tajante su responsabilidad social para con sus clientes; esto es, juega y arriesga tus propios recursos, pero no los de quienes al dejarles su dinero, dieron también su confianza en la forma como los manejarían.

Estos nuevos lineamientos que si bien por ahora son únicamente para Estados Unidos, seguramente en poco tiempo permearán también a nivel internacional, iniciando así una nueva era en donde los íconos antes mencionados pasarán a la historia.

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31 de mayo de 2010

Habemus Norma de Responsabilidad Social

Después de más de cinco años de deliberaciones y definiciones, el pasado mes de mayo se concretó la Norma ISO 26000 dedicada a la Responsabilidad Social, y si bien esto ya es de todos conocido, lo importante de ello ahora es su significado y lo que representa para el futuro.

Un primer aspecto a considerar es que al formalizarse la Responsabilidad Social como una norma a nivel internacional, deja de verse como un sistema de gestión pasajero o de moda, para convertirse en un modelo de administración que seguramente se convertirá en el arquetipo de las empresas en este siglo XXI.

Implica dejar atrás también el tradicional concepto de empresa que viene desde las épocas de la Revolución Industrial de hace poco más de 200 años, en el cual se le considera como una entidad dedicada únicamente a la obtención de riqueza, con una actitud autista de solo preocuparse por sus ingresos, y de ellos solamente para sus propietarios.

Ahora con la norma la empresa es, en términos de concepto, una entidad con un comportamiento ético que considera a sus grupos de interés, inicialmente a sus empleados, a toda la comunidad donde se encuentra, y en general con todos con quien opera.

Con lo anterior queda establecido que la ética y los negocios no son términos contrapuestos, sino por el contrario, que pueden convivir juntos en donde a la larga todos, empresa y sociedad, pueden salir ganando en términos económicos y de sustentabilidad.

La norma ISO 26000 viene a ser también la culminación de diversos movimientos sociales a escala internacional, que vienen desde la época de los llamados “socialistas utópicos” del siglo XIX como Robert Owen en Inglaterra, y Henri de Saint-Simon, Charles Fourier y Étienne Cabet en Francia. Estos conceptos de reformas sociales y otros parecidos con diversas modalidades que aparecieron durante todo el pasado siglo XX, fueron plenamente desplazados con el triunfo del liberalismo radical que vino predominando desde prácticamente inicios de los mil novecientos setenta, hasta la actual crisis financiera que estamos viviendo en está primera década de la actual centuria en la que nos encontramos.

Implica un cambio de paradigmas que seguramente estarán plenamente establecidos en las próximas generaciones, que tendrán una mayor conciencia de su responsabilidad social, buscando hacer negocios no a costa de la sociedad, sino con y para la misma sociedad.

Y si bien, es probable que para algunos la norma no es lo deseable, hay que considerar que como toda obra humana es perfectible, y lo importante ahora es que ya hay por lo menos un consenso a nivel mundial, y que será el punto de referencia para los cambios o modificaciones que se requieran en el futuro.

En conclusión, con esta norma se está fijando el inicio de una nueva era, en la cual la Responsabilidad Social adquiere vida y ciudadanía plena a escala global.

Tal vez por una curiosa coincidencia de la historia, su nacimiento se realiza al mismo tiempo en que se establecen sustanciales cambios en la forma de operar de los sistemas financieros mundiales, que buscan una actitud responsable, terminando con la inversión especulativa de alto riesgo que fue una de las causas principales de la actual crisis mundial, afectando con ello el nivel de vida de millones de personas en el mundo.

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26 de mayo de 2010

Una crisis que no termina

Aunque no lo parezca, la situación por la que está pasando actualmente Europa, y en particular Grecia, España y Portugal, es la siguiente fase de la crisis financiera mundial que comenzara a presentarse desde el 2007; por lo cual esta gran crisis todavía no termina y desafortunadamente no sabemos cuándo y cómo acabará.

Tal vez actualmente haya una sobrerreacción de los mercados ante la situación de Grecia particularmente, ya que lo que está sucediendo en dicho país no comenzó apenas hace unos cuantos meses, y en retrospectiva a principios de 2009 nadie pensaba en él ni en los otros antes mencionados; así que esta situación de nerviosismo de mediados de mayo del 2010, se puede decir que apenas comenzó prácticamente con este año.

Esta súbita y enorme desconfianza, es la resultante de los grandes préstamos que se hicieron tal vez un tanto cuanto de manera irresponsable, y que seguramente se pensaba que el mercado, como por arte de magia, todo lo compondría en el futuro.

Ahora el castigo es contra los grandes déficits fiscales de los gobiernos, y se generaliza la mencionada desconfianza y la duda.

Pero viendo todo esto desde una perspectiva más alejada, es sin duda el resultado del gran paradigma que menciona que el mercado todo lo puede, y por lo tanto, todo lo podrá solucionar, y con ello darles grandes beneficios a los prestamistas.

Esta situación permite traer al momento una de las conclusiones de la reunión del G-20 en Pittsburg el pasado mes de septiembre, en donde se plantearon aspectos importantes que ahora implica llevarlos de la letra a la acción.

Específicamente, en el preámbulo del documento de conclusiones finales de la cumbre de líderes del G20 celebrada en Pittsburg en septiembre de 2009, se afirma de manera solemne que debe pasarse página de una era, que es calificada de irresponsable, y adoptar un conjunto de políticas, regulaciones y reformas para satisfacer las necesidades de la economía mundial del siglo XXI.

Considero que los acontecimientos actuales con Grecia, España y otros más, son precisamente un resultado más de dicha era calificada como irresponsable; y si bien es cierto que el país helénico se excedió de manera por demás cuantiosa, también es cierto que no faltaron quienes le ofrecieron cuantiosas sumas a tasas de interés que pensaron les daría grandes ganancias, y ahora, están pagando las consecuencias.

La manera como se maneje esta fuerte crisis europea, pondrá a prueba otra de las conclusiones del G20 cuando dijo: se buscará “establecer una economía mundial justa”, así como con la necesidad de “un nuevo consenso global sobre los valores y los principios” que deben inspirar la concepción de las actividades productivas y económicas, apoyando y fomentando, entre otras medidas, la responsabilidad social de todas las empresas.

También en el 2009 las Naciones Unidas hablaron del mismo tema, emitiendo una resolución donde se reafirma en los principios del desarrollo sostenible y se subraya, prácticamente en los mismos términos que el G20; “la necesidad de alcanzar “un consenso mundial sobre los valores y los principios fundamentales en pro de un desarrollo económico sostenible, justo y equitativo”.

Concluyendo, con la forma como se maneje la situación de los países europeos, considerando en ello poner realmente en práctica los postulados del G20 y de las Naciones Unidas, es probable que estemos siendo testigos de un gran cambio a escala global, que puede tener repercusiones el resto del siglo.

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20 de mayo de 2010

Responsabilidad social y confianza; valores devaluados

A principios del presente año se percibía un ambiente de distensión en los aspectos financieros y políticos tanto a escala mundial como nacional, parecía que con la entrada del 2010 se iniciaba un etapa de recuperación que dejaba atrás los aciagos años 2008 y principalmente 2009, cuando no se sentía el piso de la debacle, no solo financiera, sino principalmente de confianza entre los agentes económicos y políticos.

Sin embargo, ya casi a la mitad del actual 2010, dicha sensación de que quedaba en el pasado la gran crisis se ha venido desvaneciendo por los problemas financieros de los países europeos, encabezados por Grecia, país de donde proviene la mayor parte de la cultura occidental que predomina en gran parte del mundo.

Sería interesante saber que pensarían los “platones”, los “sócrates”, los “aristóteles” de la gran época de la filosofía sobre lo que está pasando actualmente con su país, pero no concretándolo al aspecto financiero, sino en el aspecto filosófico, en cuanto al comportamiento ético de sus líderes y de su sociedad en general.

Pero dejando al margen la anterior disgregación, la realidad actual nos está diciendo que “los mercados”, los dioses del actual Olimpo que gobiernan al mundo, están castigando a los mortales griegos y también a otros pueblos por su mal manejo del dinero que les prestaron, y por lo tanto deberán pagar con creces los recursos que se les facilitaron, y recibirán un castigo adicional por su mal desempeño manejándose ahora con una disciplina espartana, que sirva de lección y de ejemplo para otros pueblos que puedan llegar a tener las mismas tentaciones de despilfarro.

Este pago extra por parte de los griegos por ahora, y que puede extenderse a otros países, es una forma concreta y material para ser de nuevo sujeto de crédito, o dicho en otras palabras, recuperar la confianza de los dioses actuales del Olimpo, el mercado.

En otros términos, y sin menospreciar los miles de millones de dólares que se están manejando en este recate, lo que está realmente en juego es la confianza, término que si bien no tiene un valor económico cuantificable, viene a ser la unidad de medida clave y que está detrás de todos los vaivenes que hemos visto en al menos los pasados tres meses.

Así, ya casi a finales de mayo, en retrospectiva se ve ya muy lejos esa sensación de distensión de enero, volviendo a imperar de nuevo la incertidumbre en forma preponderante, y minando con ello la confianza que todavía quedaba hace tan solo unos cuantos meses.

Pero esta creciente incertidumbre seguramente no terminará disponiendo de enormes cantidades de dinero, y aunque sirva de paliativo se requiere mucho más de conductas que vayan más allá de lo espartano y disciplinado que se quiera ser.

Específicamente me refiero a conductas responsables, pero no solo de los mortales que reciben los créditos, sino también de los dioses del Olimpo, o sea de los mercados que ofrecen el dinero; recordemos que aún en el mitológico Olimpo griego sus dioses tenían las mismas pasiones humanas, y por lo tanto estaban sujetos a estas mismas pasiones y defectos que los mortales.

Y la principal conducta que se requiere de los líderes políticos tanto de la antigua Grecia como ahora en el siglo XXI es su responsabilidad social; y considerar también que los mercados no son entidades autónomas y etéreas, sino que están formadas por seres mortales que si bien se erigen como dioses, también están sujetos a tener un comportamiento socialmente responsable.

Vale la pena señalar que tanto los líderes políticos como los que manejan los mercados, son representantes de diversos grupos sociales, no dueños de los recursos que manejan, por lo que a ellos son a quienes hay que exigirles una mayor dosis de responsabilidad social.

Si a las empresas privadas se les pide una responsabilidad con la sociedad, creo que tal vez a dichos representantes sociales se les debe exigir esta multimencionada responsabilidad.

Y en la medida que cumplan realmente la mencionada responsabilidad, será la forma en que se pueda ir recuperando la confianza perdida.

Seguiremos platicando …

12 de mayo de 2010

La madre en la empresa

A propósito de la celebración del “Día de las Madres” en el actual mes de mayo en diferentes países latinoamericanos, vale la pena hablar ahora del cambio de papel que tiene ahora la madre en las diferentes sociedades, dejando ya para la historia la tal vez idealizada y romántica imagen de la “madrecita” con su cabello blanco, dedicada por completo a las labores de la casa y al cuidado y crianza de los hijos.

La madre de hoy es una mujer que además de cumplir sus labores domésticas y de crianza, sale a trabajar y aportando de manera importante para el sostén económico de la familia, dejando atrás las labores de coser, lavar y planchar como las únicas dedicadas a la mujer.

En el caso de México en particular, se hace cada vez más presente la participación de la mujer, ya sea soltera o casada, dejando de ser un impedimento su estado civil de casada para ingresar al mercado de trabajo.

Específicamente, de acuerdo al último censo, vale destacar lo siguiente:
En el mercado laboral nacional su participación es:
• De 14 a 29 años, 37.2% de los mujeres
• Entre 30 y 49 años, 52.2%
• De 50 años y más, 29.3%
• Madres solteras 70.5%
• Separadas, divorciadas y viudas, 46.2%
• Casadas o en unión libre, 37.3%

Esto que para muchos podría haber sido ya evidente, pone claramente de manifiesto la creciente participación de la mujer, ya sea como soltera, y también como madre, con todo lo que con ello implica.

Y es en este último aspecto en lo que quiero detenerme, viéndolo desde el papel que hacen las empresas en este sentido.

Con el riesgo que llevan las generalizaciones, es posible decir que una gran cantidad de empresas, si bien saben que tienen como empleadas y obreras a madres de familia de diferentes edades, poco o nada hacen para tomar en cuenta su condición como tales.

Inclusive muchas de esas empresas hacen alarde a través de la mercadotecnia de su preocupación por la sociedad, haciendo labores filantrópicas en el marco de la responsabilidad social, pero descuidando a su propio personal, enfocándose más al cuidado de su imagen pública.

Con relación a esto es de llamar la atención una de las cifras antes mencionadas, la que señala que el 70 por ciento de las mujeres en el mercado laboral son madres solteras. La pregunta en este caso es: ¿Qué hacen o están haciendo las empresas para atenderlas de manera adecuada?

El pensar en horarios flexibles al menos en México es algo que todavía suena como exótico, o bien en el de proporcionar apoyos de algún tipo como guarderías son cosas ajenas a la realidad cotidiana.

Y si bien se cuenta con guarderías del Instituto Mexicano del Seguro Social, esto en muchos casos no es suficiente.

Y peor aún, que por su condición de madres se limita o restringe su desarrollo laboral y profesional, separando de tajo la actividad productiva con su condición social de mujer y madre.

Es en estos casos específicos de la realidad cotidiana es donde se debe de poner en práctica la verdadera responsabilidad social empresarial, el darse cuenta que hay una persona humana en cada uno de los puestos de la empresa, y buscar la forma de atenderla de la mejor forma posible, y no discriminarla o definitivamente no contratarla, en aras de la productividad de la organización.

En este como en muchos otros casos, la empresa debe de considerar su fundamental función social.

Seguiremos platicando …

26 de abril de 2010

Liberalismo Social II

A raíz de la propuesta hecha por el Partido Acción Nacional para modificar la Ley Federal del Trabajo en México, se han volcado una serie de declaraciones a favor y en contra de tal propuesta, sin embargo, considero que muchas de ellas tienen una marcada estrechez de miras, que siguen viviendo en términos de aquella frase de “lucha de clases”, restringiendo su visión a concebir a la empresa como la arena donde se desarrolla la mencionada lucha.

Y en base en ello, los dirigentes sindicalistas buscan que la balanza se incline a su favor, y por contra, algunos calificados como empresarios empujan también para su lado, viendo todo desde un factor estrictamente económico en términos de pérdidas y ganancias.

Aunque la escenografía geoeconómica tanto nacional como internacional ha sido sustancialmente modificada en los pasados 80 años, todavía muchos siguen anclados en el México posrevolucionario.

En otras palabras, se busca mantener el “statu quo” imperante, y que las reformas, si las hubiera, sean para seguirlo manteniendo, en otras palabras un gatopardismo en donde todo cambie para que siga igual.

Ojalá ese pretendido cambio legislativo se enfocara con un espectro más amplio, en donde la empresa sea vista mucho más que simplemente una entidad económicamente productiva, y que se viera en su papel de institución social en el más amplio sentido del término.

Buscar convertir a la empresa como el mecanismo generador de recursos económicos que vayan en beneficio de clientes, accionistas, empleados, proveedores, stakeholders, y sociedad en general.

Que las relaciones laborales que norma la Ley Federal del Trabajo, sean un medio para el desarrollo humano y profesional de los empleados, y no un reglamento de lucha de clases.

Conceptos como “empleado de confianza” deben ser ya superados, y buscar convertir el sindicalismo (donde milita el empleado de no confianza), no como un instrumento de poder y control para unos cuantos; sino como una agrupación que realmente se preocupa por el desarrollo de la empresa, y que realmente perciba los beneficios que en ella se generan.

Y si bien desafortunadamente muchos de los actuales protagonistas para los pretendidos cambios legislativos siguen con la mentalidad y paradigmas del siglo pasado, las escuelas y universidades tienen la obligación de educar a sus actuales estudiantes con una mentalidad social y ética, dejando de repetir un modelo que ha traído más perjuicios que beneficios en el campo de las relaciones laborales.

En otras palabras, la propuesta es ver a futuro de una manera diferente a como se ha visto en el pasado, crear una visión de lo que es una empresa socialmente responsable para el país, y crear una legislación que vaya encaminada a ese propósito; tal vez suene utópica tal propuesta, pero creo que es mejor, a seguir repitiendo un modelo que con la crisis actual, ha demostrado que no es suficiente para el bienestar de toda la sociedad.

Los legisladores tienen en sus manos la posibilidad de crear las condiciones necesarias para desarrollar un modelo que genere un marco de trabajo más positivo para la empresa, como una organización social en su mejor y más amplio sentido.

Seguiremos platicando …

8 de abril de 2010

Liberalismo Social

Si bien mucha de la atención a la responsabilidad social se ha dirigido principalmente a las empresas, esta tiene que darse también dentro del gobierno o sector público, y primordialmente en la sociedad en general.

Como ejemplo de lo anterior es lo que está sucediendo actualmente en Estados Unidos, en relación a la llamada reforma al sistema de salud propugnada por el presidente Obama. Sus detractores hablan de que es una socialización de su sistema, el cual, según ellos mismos, va contra el llamado espíritu liberal y sin decirlo también está en contra del individualismo.

Sin embargo, vale hacer notar que en sus orígenes, los llamados pioneros que fueron los primeros ingleses que llegaron a fundar las primeras colonias y que crearon las bases de la sociedad estadounidense, eran fundamentalmente partidarios de la comunidad, o dicho en términos actuales, estaban a favor de la sociedad, y por lo tanto buscaban el desarrollo comunitario en general, es decir, no eran para nada individualistas.

Eran liberales pero con un sentido social, expresión que puede sonar contraproducente para muchos hoy en día, por considerarlas prácticamente como antónimos; pero su liberalismo no era individualista, sino más bien estaba fundado en contra de lo que hoy se podría calificar como corporativismo, y no aceptar una autoridad única, que en aquellos años del siglo XVII, eran la iglesia y el monarca.

En otras palabras, la comunidad o la sociedad, podían autodirigirse, ya sea en su relación con Dios o en su gobierno; principios que son fundamentales para la democracia que implantaron y que hasta la fecha existe.

Es decir, se reconoce al individuo como tal, en cuanto a su definición como persona, pero esta persona, es parte de una sociedad, con la cual tiene una responsabilidad para poder pertenecer a ella.

En este sentido, si bien en la actualidad se tienen tanto a nivel nacional con la Constitución política las Garantías Individuales, y a escala mundial los llamados Derechos Universales, con ellos existen también responsabilidades; por lo que ambos, derechos y responsabilidades son eminentemente sociales.

En base a lo anterior, la propuesta de reforma de salud hecha ya ley en Estados Unidos, pretende ampliar un derecho universal a toda la sociedad, y en la que sus detractores alegan que no es función del estado hacerse responsable de este derecho, con lo que promueven de nueva cuenta el individualismo a ultranza; pero tal vez no consideran que el propio gobierno, en su calidad de representante de la sociedad, es responsable de promover los derechos universales entre todos los miembros de dicha sociedad.

Y algo que posiblemente sea más importante, es que no toman en cuenta que el individualismo que tanto se enaltece, existe y tiene razón de ser por la propia sociedad; dicho en otras palabras, cualquier persona logra su desarrollo personal y profesional gracias a la multimencionada sociedad; nadie es ingeniero, abogado, empresario o político si vive en forma aislada; lo que es, sus riquezas y sus triunfos son dentro de la sociedad.

Desde los grandes filósofos griegos como Aristóteles y Platón por mencionar tan solo algunos, se reconoce que el ser humano es un ente político, un ser social, y que su razón de ser va mucho en función de su papel social.

Pero con el paso de los años, el individualismo ha imperado llevando el modelo social a un egocentrismo exagerado, cuando lo que se requiere es educar y fomentar un modelo sociocentrista, y resaltar que si bien tenemos derechos sociales como individuos y empresas, tenemos también responsabilidades sociales.

Esta crisis económica y financiera es resultado precisamente de esta falta de responsabilidad social, en donde solo unos cuantos buscaron su ganancia a expensas de la sociedad, y los gobiernos se olvidaron o se descuidaron en su vigilancia y debida reglamentación.

Como corolario de todo lo anterior, es necesario empezar a educar a los jóvenes y niños en su responsabilidad social, y los adultos debemos también tener una conciencia y responsabilidad social, aprovechando ese liberalismo que implica no estar sujeto a dogmas para actuar de manera responsable. Sin olvidar que somos lo que somos dentro de una sociedad y no fuera de ella.

Seguiremos platicando ....

25 de marzo de 2010

Ser humano vs consumidor II

“La Era del Ser Humano”


En el artículo anterior, se hablaba sobre la primacía que ha tenido el consumidor como concepto eminentemente económico sobre el Ser Humano como tal, en donde todos somos reducidos a dicho concepto y como tal, vivimos para consumir y no consumimos para vivir.

Sin embargo, la importancia que se le ha venido dando tanto a la ética como a la responsabilidad social en esta primera década del siglo XXI, es muy posible que estemos entrando en otra era de pensamiento, revaluando ideas y conceptos; en suma, modificando paradigmas; en donde el ser humano es visto y considerado en todas sus dimensiones.

Volviendo por enésima vez al clásico Adam Smith, recordemos nuevamente que él era profesor de ética, y que si bien consideraba el mercado como la forma más adecuada como modelo económico, lo hizo partiendo del propio ser humano; a lo anterior hay que considerar además el entorno en el cual vivió, en donde la Monarquía (el estado) y la religión tenían gran preponderancia en el pensamiento de sus contemporáneos. En otras palabras, Smith consideraba que el ser humano era el centro de todo, y no lo que dijera el estado o las ideas religiosas.

Pero en aquel entonces (siglo XVIII) como ahora, el mercantilismo que tiene como base el capital fue una doctrina preponderante, que se aprovecho de la entonces iniciante Revolución Industrial que había creado la máquina de vapor, y la utilizó como instrumento para la creación y formación de capital.

Así, ese gran desarrollo tecnológico, la máquina de vapor, pasó al “altar mayor”, y se convirtió en el gran dios que sirve para la creación de capital; esta mentalidad llegó hasta principios del siglo XX, cuando Frederick Taylor, considerado el padre de la administración científica, llegó a considerar inclusive al hombre como una extensión de la máquina en los procesos productivos.

En conjunto, ambas ideas; mercantilismo y máquina, se convirtieron en los paradigmas del siglo XX, y utilizaron al mercado como un instrumento, reduciendo con ello al ser humano solamente como consumidor, fomentando la idea de que al tener más dinero o riqueza se puede ser un consumidor mayor y por lo tanto se alcanza más felicidad.

Pero la crisis financiera que comenzara en el 2007 y en la cual todavía nos encontramos, está mostrando a las claras que esa vertiginosa carrera para tener más dinero, aunada a los grandes fraudes previos como el de Enron, no logran la felicidad prometida, genera mayor pobreza e insatisfacción, y están volviendo a poner en su lugar al ser humano a través de la ética, algo que Amartya Sen viene diciendo desde mediados de la última década del siglo XX, reinterpretando el pensamiento de Adam Smith que fue mal utilizado.

Por lo tanto, es posible pensar que la crisis financiera y/o económica es más que eso solamente, y estamos realmente en una crisis paradigmática, en donde el consumidor no lo es todo, y ahora el ser humano se está convirtiendo en la verdadera razón de ser de las empresas.

De manera metafórica, la máquina como medio para ganar más dinero está empezando a ser removida del altar mayor, para colocar ahora al Ser Humano como propósito final, y la tecnología y el dinero como medios.

Seguiremos platicando …

17 de marzo de 2010

Ser humano vs consumidor

El pasado 15 de marzo se celebró el llamado “Día del Consumidor” a escala mundial, fecha en la cual en 1962, el presidente de Estados Unidos John F. Kennedy, anunció los derechos de todos los consumidores e invitó a convocar este día como Día Mundial del Consumidor.

Desde entonces, ese día supone una llamada de atención a todos los ciudadanos, sobre la idea de que sólo un consumo responsable es bueno, algo por lo que trabajan tanto las asociaciones de consumidores como todos los organismos públicos de consumo.

Inclusive el 9 de abril de 1985, la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó las Directrices de Naciones Unidas para la Protección de los Consumidores, quedando así los derechos de éstos elevados a una posición de reconocimiento y legitimidad internacional.

Si bien posiblemente el entonces presidente de Estados Unidos y posteriormente de las Naciones Unidas, tuvieron buenas intenciones en ese llamado, concediéndoles el beneficio de la duda, considero que a la luz de los tiempos actuales el concepto tal vez se esté volviendo anacrónico, paso a explicarme.

El concepto de consumidor esta dentro del marco del Mercado (así con mayúsculas), en donde existen oferentes y demandantes, o productores y consumidores, y estos últimos son sujetos al comportamiento estrictamente económico en el sentido que son los que buscan los bienes y servicios ofrecidos para su uso, pagando la parte monetaria correspondiente por ellos.

En este sentido, todos como demandantes somos reducidos al papel de consumir, solamente cumpliendo un papel económico en el gran teatro del mercado.

Sin embargo, esta denominación de consumidor no considera que detrás de ella se encuentra un ser humano que como tal, al adquirir algún artículo, lo hace por motivaciones esencialmente humanas, y no por el solo acto de consumir. Y si bien para contrarrestar lo anterior alguien podría decir que se utiliza ahora el término de Consumidor Responsable, finalmente se le sigue dejando la etiqueta de consumidor.

La crisis recientemente vivida nos deja también la tarea de redefinir el capitalismo, y con ello los conceptos de mercado, productores y consumidores; y sobretodo cuestionar la prácticamente sacralización del consumismo, considerado ya casi como una forma de ser y de vivir.

Inclusive dentro de la última sesión en el pasado Foro Económico Mundial de Davos, en donde se planteaba la ruta crítica a seguir en un nuevo orden mundial a través de una lluvia de ideas, se planteó y aceptó eliminar el concepto de consumidor, y cambiarlo por el de ser humano, quien es el fin último de todas las actividades de tipo económico.

Pero este cambio de término implica un cambio de mentalidad de todos los involucrados en el mercado, en donde el demandante o adquiriente conocido ahora como consumidor, no solamente obtiene un bien o un servicio para su uso, sino lo que realmente pretende al comprar es tener un satisfactor, algo que le proporcione una emoción o sentimiento de alegría o bienestar.

Lo anterior, es algo que la mayor parte de las empresas es posible no consideren, y vean a la población como un ente económico que compra y compra solamente, es decir, su único fin es consumir.

Tal vez suene muy descabellado lo anterior, pero si la intención es tener empresas socialmente responsables, debemos generar una sociedad responsable que como tal considere al ser humano como tal, y no solo un adquiriente con poder de compra o de consumo.

Dicho en otras palabras: consumimos para vivir, o vivimos para consumir.

Seguiremos platicando ...

8 de marzo de 2010

La mujer en el siglo XXI

El pasado ocho de marzo se celebró el “Día Internacional de la Mujer”, aspecto del cual vale la pena reflexionar, considerando el rol que ha venido desempeñando la mujer en los últimos tiempos, muy diferente al que tuvo tanto en el pasado reciente como en el pasado remoto.

Sin ir muy lejos en el tiempo, el papel de la mujer que nació en la década de los cuarenta del pasado siglo XX, tanto en el plano social, todavía tenía muchas reminiscencias de cómo debería educarse y comportarse lo que se calificaba como “una señorita decente”, o una madre de familia.

En ese entonces la mujer por su condición sexual, se le educaba para el matrimonio; saber lavar, cocinar, planchar, coser y bordar; y primordialmente para tener hijos y ser madres, su biología predeterminaba su destino y su papel en la sociedad.

Así la mujer nunca saldría de la casa, y su papel era principalmente en la cocina y en el cuidado de los hijos; y si estudiaba, solo era una carrera corta, ya que el matrimonio era su destino fatal, y por lo tanto no requería de mayor preparación académica.

Tal visión con diferentes matices fue similar en todo el mundo tanto en el pasado antigüo como en el reciente; el tan solo pensar que la mujer casada saliera a trabajar era una afrenta social para el marido, que destacaba así su incompetencia para poder cubrir las necesidades económicas familiares.

Todo esto sin embargo, ha venido cambiando en forma acelerada en por lo menos los pasados veinte años, de manera paulatina pero constante hemos visto una mayor participación de la mujer tanto en el mundo laboral como escolar; como experiencia personal, hace poco menos de un año ya tuve un grupo a mi cargo a nivel de maestría en que la mayoría eran mujeres, y en licenciatura otros grupos en que prácticamente la mitad fueron también mujeres.

En la actualidad, la mujer se ha emancipado del rol tradicional que mantuvo durante generaciones, y su participación laboral en todos los aspectos de la vida económica ya son más comunes; inclusive en algunas empresas o en ciertas legislaciones de diversos países, ya se marca una cuota mínima de mujeres en los rangos directivos.

Pero este nuevo papel femenino todavía tiene muchos obstáculos en el mundo laboral Latinoamericano, ya sea en trabas para obtener algún empleo, o bien en posibles ascensos por la maternidad, o peor todavía, el tener sueldos menores por su condición de mujer.

Es en estos aspectos en donde puede ponerse en práctica la verdadera responsabilidad social, el trato que le dan a las empleadas dentro de la propia empresa, antes de considerar aspectos externos como la filantropía y otros.

Hay que recordar que aún sin quererlo las empresas marcan pautas sociales dentro de la actividad económica, y requieren sensibilizarse de lo que sucede en el mundo real fuera de la misma empresa, al margen de los aspectos económicos.

Las empresas pueden ser causa de estos enormes cambios que ya se están viendo a escala mundial, y recibir también los efectos de dichos cambios, por lo tanto requiere actuar en consecuencia, siendo más responsables socialmente en este importante aspecto.

Sin duda, la mujer del siglo XXI será una muy diferente a la que vivió en épocas anteriores.

Seguiremos platicando …

23 de febrero de 2010

Las grandes utilidades de las empresas

A raíz de la severa crisis económica del pasado 2009, desde principios del presente año se han seguido prácticamente con lupa los resultados de las empresas tanto en México como en Estados Unidos y el resto del mundo, y es de llamar la atención que una gran cantidad de dichos resultados reportan utilidades superiores a los veinte o treintas por cientos, porcentajes considerables y que aún así son calificados como medianamente positivos.

A riesgo de sonar exagerado, es posible considerar que durante al menos las dos décadas previas a la reciente crisis, se fue gestando una mentalidad de buscar las máximas utilidades posibles, evaluando de bajas aquellas que no fueran mayores a los treintas por cientos. Esto significó que las empresas se hayan convertido únicamente en máquinas de hacer dinero.

Y esto no puede considerarse por sí mismo negativo, ya las primeras definiciones de empresa la consideraban una organización para generar utilidades para sus accionistas; baste recordar nuevamente lo dicho por Milton Friedman en la que señala que la empresa en esta forma cumple su responsabilidad social “La responsabilidad social de los negocios es el de incrementar las utilidades”.

Sin embargo, una de las tantas lecciones que ha dejado la crisis es que esa misma responsabilidad social de la que habla Friedman en muchas empresas no se cumplió, pero en otras, que han logrado importantes ganancias en los pasados trimestres, son aquellas que no han considerado al resto de la sociedad, como si estuvieran establecidas en otro mundo.

Así, bajo la máxima de alcanzar las mayores utilidades posibles, no se consideraron riesgos y se soslayaron principios éticos por ser calificados como poco o nada rentables; siendo la máxima utilidad el paradigma con lo que se han venido evaluando las empresas en el pasado reciente, sin evaluar sus implicaciones sociales.

Ante esto, y sin considerar a detalle los aspectos financieros como valor presente de una inversión y/o su costo de oportunidad, la pregunta es: ¿no existe un límite de algún tipo en la búsqueda de maximizar las utilidades? Tal vez es una pregunta ociosa que su única intención es definir reglas del juego que permitan tomar riesgos de una forma más sana tanto financiera como éticamente.

Por otro lado, en el pasado reciente, ante esta forma de búsqueda desmedida de maximizar utilidades, se acuñó el concepto de empresa social para distinguirlo de la tradicional empresa que busca solo las utilidades de forma individual; sin embargo no se toma en cuenta que también la llamada empresa social busca las máximas utilidades, pero considerando tanto a su nicho de mercado como a su entorno ecológico y social como parte de la misma empresa, y de esta manera evalúa el costo realizado para cumplir sus objetivos sociales.

Para concluir por ahora, es posible que ante lo visto hasta ahora y como otra más de las grandes lecciones de la crisis vivida, el mundo de los negocios se encuentre al borde de un gran cambio que tenga como una de sus normas un comportamiento más responsable en la búsqueda de maximizar las utilidades.

Seguiremos platicando …