Después de ver con calma el video de Bernardo Kliksberg y también el de Bill Gates en Davos (ver más abajo), en donde hablan sobre la ética y los clásicos de la economía, recordé un artículo que me envió hace ya algunos años un amigo, el Doctor Fernando Jeannot de la Universidad Autónoma Metropolitana de la Ciudad de México, hablando precisamente sobre la ética en el mundo capitalista y en retrospectiva, tanto lo que dijeron los clásicos como lo que dice el Doctor Jeannot, concuerda perfectamente con lo que dicen los personajes de los videos, y es totalmente aplicable a la situación actual de la crisis financiera.
Por lo anterior me permito incluir un extracto del artículo del Doctor Jeannot:
Desde la economía clásica en adelante, el análisis económico referido a los mercados y las transacciones ha sido una reflexión en términos de la economía política. Adam Smith por ejemplo, estableció las bases, y solamente las bases, de lo que sena una teoría del capitalismo liberal de mercado.
En él, el incentivo de los beneficios susceptibles de ser apropiados y la restricción de la competencia constituyen los mejores principios de organización económica que pueden darse.
Recordando palabras conocidas de Adam Smith: "no es de la buena voluntad del carnicero, del cervecero o del panadero que cada uno debe esperar recibir la cena, sino de la búsqueda de sus intereses por parte de cada uno de ellos. No debemos esperar nada de su sentido humanitario, sino de su egoísmo, porque para ellos no cuentan nuestras necesidades, sino sus beneficios".
Aunque hay que tener cuidado de no malinterpretar la cita que viene de anotarse: si bien hay un reconocimiento del componente egoísta de los individuos, ello no deriva en una "selva hobessiana", sino en una colectividad económica de alta eficiencia y eficacia porque los incentivos de mercados (egoístas y utilitaristas) le dan una base en los mejores principios de la organización de conjunto.
Una muestra de lo anterior lo constituye la competencia liberal de los mercados que venia a reemplazar a las organizaciones corporativas: “es habitual que las gentes del mismo oficio se reúnan, aún por el mero hecho de convivir o distraerse, y siempre terminarán conversando sobre alguna conspiración contra el público o de alguna maquinación para hacer aumentar los precios".
Si este tipo de comportamientos es intrínseco a la naturaleza humana, la competencia de los mercados abiertos es la única manera de contrarrestarlos.
No debe olvidarse que Adam Smith era profesor de moral y que su trabajo intelectual fue mojonado por una obra especifica sobre el asunto que luego derivaría en su aporte a la teoría económica. Esta trayectoria intelectual es muy distinta a la de otros liberales mas recientes. Smith fue discípulo y sucesor de Francis Hutcheson en filosofía moral.
En la "Teoría de los sentimientos morales" de Smith, propuso evaluar los comportamientos individuales en función de la capacidad de cada uno de comprender los comportamientos del otro. Entender los comportamientos del otro otorga handicaps para competir con ese mismo otro. De esta forma se teje la trama organizativa de la sociedad basada en los mercados: cada uno se moviliza por sentimientos egoístas, pero al hacerlo pone en acto los andamiajes organizativos de la colectividad en la que esta comprendido.
Por otra parte, pero al mismo tiempo, sería un error creer que en "La riqueza de las naciones"' se abandonan las preocupaciones morales que están en la base de todo capital institucional. Allí se afirma que la prodigalidad de unos se compensa con la frugalidad de otros porque de no ser así, el gasto excesivo conduciría al empobrecimiento general.
La manera de recuperar un discurso moralizador está dada por el hecho que se concibe a la prodigalidad como un desperdicio (defecto) y al ahorro como una virtud. Todo lo cual deriva perfectamente en un principio de teoría económica, en tanto que el consumo conspicuo tiende a minar el progreso económico en el caso de que no se compense con las ganancias de productividad.
Con lo anterior vemos que hoy más que nunca es importante los principios éticos para el buen funcionamiento de la sociedad.
Para culminar lo anterior, me permito para frasear lo que dijera Amartya Sen, premio Nóbel de Economía 1998: “El siglo XXI será el siglo de la ética y si no, quien sabe de qué será,,,”
Seguiremos platicando ….
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