De alguna manera, los impresionantes avances tecnológicos de
los últimos años se han “mezclado” con la cultura, generando un impresionante
impacto principalmente entre la población menor a los 35 años de edad,
gestándose un perfil entre ellos que repercute en la manera como se comportan
socialmente.
Sociólogos como el francés Gilles Lipovetsky, señalan que la
“ligereza” es una característica de la sociedad contemporánea, que basa su
existencia en la ley del “mínimo esfuerzo”. Esa ligereza la podemos ver en el
hecho de que muchos jóvenes tienen objetivos “light” para su vida, o peor aun
cuando no existen objetivos y se vive simplemente por vivir. Hay, como dice el
mismo autor, un desprecio al esfuerzo.
Los que tenemos contacto con jóvenes hemos podido constatar
que lo dicho por el mencionado autor es desafortunadamente cierto en muchos
casos; estos jóvenes van a la escuela, ingresan en algún trabajo y están ahí
“por mientras”, sin tener un objetivo o propósito en la vida, pensando que el
fin último de esta vida es simplemente vivir con una actitud hedonista y
egoísta, y aunque suene romántico no tienen un sueño, un algo porqué vivir,
algo grave si pensamos que estas generaciones ahora jóvenes irremediablemente
llegarán a ser mayores y por consiguiente la pregunta es: en qué condiciones
estarán en su senectud.
Si bien es cierto que la responsabilidad social que ahora
conocemos consideró inicialmente el comportamiento de las empresas, es
importante recalcar que las empresas son dirigidas y manejadas por personas, y
por ello esa responsabilidad nace y se desarrolla dentro de esas mismas
personas, no creo que deba manejarse en diferentes planos, al cabo es la misma
responsabilidad social, pero aplicada al mundo empresarial y también al
comportamiento dentro de la sociedad.
Lo anterior lo comento porque creo que como sociedad debemos
preguntarnos qué hemos hecho como sociedad para que los jóvenes piensen y
actúen como lo mencioné previamente, y más todavía, qué estamos haciendo ahora
para que ese comportamiento no se siga replicando.
Abundando en lo antes señalado, las preguntas anteriores se
pueden englobar en una sola: ¿Qué tan socialmente responsables estamos siendo
para que la juventud actual se comporte de esa manera?
No es cuestión de dejarle al gobierno, a las empresas o en
los medios de comunicación la responsabilidad de hacer algo para modificar el
comportamiento de los ahora llamados millenials; es algo que necesitamos hacer,
creo, desde casa.
Generar una cultura que motive el soñar, el buscar algo en
el futuro y que es necesario un esfuerzo para alcanzarlo, pero no como un
castigo que implique masoquismo, sino dándole un sentido a su propia vida.
Como sociedad tenemos que cumplir esa responsabilidad para
que esos jóvenes tengan un mejor futuro para ellos mismos, y no se conviertan
en esclavos de la tecnología, pensando que en ella está su sentido de vida.
Estamos ya en la Cuarta Revolución Industrial y empezamos a ver
cosas que eran hace poco de ciencia ficción, y qué bueno, pero nuestra
responsabilidad social no puede ni debe quedar soslayada ante la impresionante
tecnología.
Seguiremos platicando …