No cabe duda que conforme se publican más análisis e investigaciones sobre las posibles causas que originaron la crisis financiera, se hace más evidente la visión de corto plazo que fue imperando paulatinamente y que buscaba una rápida y gran ganancia.
Esa irrefrenable búsqueda de rápidas ganancias provocó como ya lo hemos visto, una relajación en los filtros para el otorgamiento de créditos, buscando con ello el poder ganar más mediante las tasas de interés cobradas por los mencionados créditos otorgados.
Este comportamiento fue una irresponsabilidad como lo dijera el presidente Obama en su discurso de toma de posesión, y por consiguiente una falta ética por actuar sin considerar las posibles repercusiones que se llegaran a presentar, y que finalmente se presentaron, todo en aras de ganar lo más que se pudiera en un lapso de tiempo lo más corto posible.
Este modelo de actuación no solamente se vivió en los mercados financieros, sino que permeó también a los modelos de negocio y en la forma de trabajar de la gran mayoría de empresas, que buscan las máximas ganancias en un plazo no mayor a un año, a costa de su personal, proveedores y clientes.
Ante todo esto que ha venido sucediendo la pregunta puede ser: ¿Cómo hay que actuar ahora de aquí en adelante? La respuesta es plantear ganancias pero con una visión a largo plazo. Dicha respuesta que puede sonar muy simple, implica cambiar por completo un modelo de comportamiento en la forma de hacer negocio.
Esta visión a largo plazo va estrechamente unida a una gestión de Responsabilidad Social en cualquier empresa, en donde las ganancias económicas o financieras no se obtienen rápidamente ni tampoco aparecen en el balance anual de manera explícita.
Diversos estudios realizados en los últimos años han venido a demostrar que la atención a los grupos de interés, ya sea empleados, proveedores o comunidad, le otorga un valor en el largo plazo a la empresa, siendo esto además plenamente compatible con las ganancias buscadas por los propios accionistas.
Si bien es cierto que en los actuales momentos de crisis es necesario buscar la sobrevivencia, también es cierto que se puede ser socialmente responsable en la medida en que exista un comportamiento ético tanto con empleados, clientes y proveedores.
Se trata en todo caso de buscar una relación en la cual todos salgan beneficiados, y no un juego suma cero en el cual solamente una de las partes involucradas gane.
En esto es donde se encuentra el verdadero dilema, de una visión de corto plazo, contra una visión al largo plazo; y no entre la Responsabilidad Social y la rentabilidad de la empresa.
Cualquier organización que realmente ha puesta en práctica una gestión de responsabilidad social, sabe que los objetivos a cumplir son a largo plazo, y que en dicho lapso de tiempo se obtendrá la rentabilidad buscada.
Por todo lo anterior, en este momento estamos siendo testigos posiblemente de un cambio de paradigma, en el que la sociedad, víctima de esta crisis financiera y económica, está pidiendo a las empresas un comportamiento más ético en sus formas de operar y de hacer negocio, y que por lo tanto tengan un mayor comportamiento socialmente responsable.
Seguiremos platicando …
Empresa: Una Institución Social encargada del Desarrollo Humano, a través de la Inversión y el Trabajo
La Responsabilidad Social, la Sustentabilidad y la Etica, son los Valores básicos para las
27 de abril de 2009
16 de abril de 2009
Una empresa comprometida con el desarrollo social
La pobreza no es estupidez, es falta de oportunidades
Sin duda uno de los efectos más fuertes de la actual crisis financiera y económica, es el hecho de que los modelos de negocios convencionales se encuentran en entredicho, ya que las condiciones actuales y las que se esperan al menos para los próximos años, no se ajustan a dichos modelos.
Dicho en otras palabras; esta crisis está removiendo paradigmas a tal grado, que para muchos “el futuro no será como era antes”, es decir, los modelos de negocios elaborados requieren ser rediseñados en función de nuevos escenarios que posiblemente no fueron considerados, o en el mejor de los casos, si fueron vistos, se les dio poca o escasa posibilidad de que ocurrieran.
Y uno de esos escenarios es precisamente la llamada “Base de la Pirámide”; concepto utilizado como nombre del libro publicado en el 2005 por C.K. Prahalad, en donde se refiere a la atención de la población más pobre que se encuentran en el nivel más bajo de la escala socioeconómica.
La tesis principal del libro señala que: “Es necesario movilizar la capacidad de inversión de las grandes empresas en conjunto con el conocimiento y dedicación de las ONGs y las comunidades que necesitan ayuda para co-crear soluciones únicas a la pobreza. Los cuatro o cinco mil de millones de personas ubicadas en la base de la pirámide a escala mundial, pueden ayudar a las empresas a redefinir las “buenas prácticas empresariales”.
Lo anterior no significa ni filantropía ni altruismo, sino hacer negocio en el buen sentido de la palabra con esa inmensa población. Significa también el que las empresas se asocien con organismos dedicados a la atención de esos sectores y con los gobiernos, para hacer productos o artículos dirigidos a este inmenso mercado.
Si en el 2005 cuando se publicó el libro mencionado no fue muy considerado, por las condiciones actuales ahora es un buen momento de hacerlo.
Tanto este autor mencionado como Hernando de Soto en su libro “El Misterio del Capital”, señalan expresamente que dichos segmentos pueden ser mercados atractivos para cualquier empresa, siempre y cuando se diseñen productos y/o servicios adecuados a su perfil y capacidad de compra.
Esto demuestra por enésima vez que la Responsabilidad Social es claramente compatible con el concepto de utilidad, bajo un esquema de ganar-ganar. Todo esto puede sonar raro o exótico para muchos, ya que no es lo que nos enseñaron a muchos en la escuela.
En el caso específico de México, se dice que hay entre 30 y 40 millones de personas que se encuentran en la llamada pobreza extrema, y hay quien dice que estas cifras puedan aumentar debido a la situación actual; lo cual indica claramente que las empresas tienen un gran mercado que pueden atender, si buscan la innovación en su forma de actuar y en el ya mencionado modelo de negocio.
Como lo dije al inicio, aún pensando que la crisis terminará en este momento, el futuro ya no será como antes lo veíamos, por lo que este momento es una gran oportunidad para rediseñar el modelo de negocio en términos de trabajar con diversos actores sociales y gubernamentales, para mejorar la calidad de vida de esas grandes mayorías.
Lo cual no es nada utópico sino totalmente posible como lo demuestra el modelo de microcréditos de Yunus en Bangladesh, o también el modelo de “Patrimonio Hoy” de Cemex, con el fin de ayudar a las personas de muy bajos ingresos a pagar por servicios y materiales de construcción para hacer mejoras en sus viviendas. En ambos, empresa y sociedad salen ganando.
Seguiremos platicando …
Sin duda uno de los efectos más fuertes de la actual crisis financiera y económica, es el hecho de que los modelos de negocios convencionales se encuentran en entredicho, ya que las condiciones actuales y las que se esperan al menos para los próximos años, no se ajustan a dichos modelos.
Dicho en otras palabras; esta crisis está removiendo paradigmas a tal grado, que para muchos “el futuro no será como era antes”, es decir, los modelos de negocios elaborados requieren ser rediseñados en función de nuevos escenarios que posiblemente no fueron considerados, o en el mejor de los casos, si fueron vistos, se les dio poca o escasa posibilidad de que ocurrieran.
Y uno de esos escenarios es precisamente la llamada “Base de la Pirámide”; concepto utilizado como nombre del libro publicado en el 2005 por C.K. Prahalad, en donde se refiere a la atención de la población más pobre que se encuentran en el nivel más bajo de la escala socioeconómica.
La tesis principal del libro señala que: “Es necesario movilizar la capacidad de inversión de las grandes empresas en conjunto con el conocimiento y dedicación de las ONGs y las comunidades que necesitan ayuda para co-crear soluciones únicas a la pobreza. Los cuatro o cinco mil de millones de personas ubicadas en la base de la pirámide a escala mundial, pueden ayudar a las empresas a redefinir las “buenas prácticas empresariales”.
Lo anterior no significa ni filantropía ni altruismo, sino hacer negocio en el buen sentido de la palabra con esa inmensa población. Significa también el que las empresas se asocien con organismos dedicados a la atención de esos sectores y con los gobiernos, para hacer productos o artículos dirigidos a este inmenso mercado.
Si en el 2005 cuando se publicó el libro mencionado no fue muy considerado, por las condiciones actuales ahora es un buen momento de hacerlo.
Tanto este autor mencionado como Hernando de Soto en su libro “El Misterio del Capital”, señalan expresamente que dichos segmentos pueden ser mercados atractivos para cualquier empresa, siempre y cuando se diseñen productos y/o servicios adecuados a su perfil y capacidad de compra.
Esto demuestra por enésima vez que la Responsabilidad Social es claramente compatible con el concepto de utilidad, bajo un esquema de ganar-ganar. Todo esto puede sonar raro o exótico para muchos, ya que no es lo que nos enseñaron a muchos en la escuela.
En el caso específico de México, se dice que hay entre 30 y 40 millones de personas que se encuentran en la llamada pobreza extrema, y hay quien dice que estas cifras puedan aumentar debido a la situación actual; lo cual indica claramente que las empresas tienen un gran mercado que pueden atender, si buscan la innovación en su forma de actuar y en el ya mencionado modelo de negocio.
Como lo dije al inicio, aún pensando que la crisis terminará en este momento, el futuro ya no será como antes lo veíamos, por lo que este momento es una gran oportunidad para rediseñar el modelo de negocio en términos de trabajar con diversos actores sociales y gubernamentales, para mejorar la calidad de vida de esas grandes mayorías.
Lo cual no es nada utópico sino totalmente posible como lo demuestra el modelo de microcréditos de Yunus en Bangladesh, o también el modelo de “Patrimonio Hoy” de Cemex, con el fin de ayudar a las personas de muy bajos ingresos a pagar por servicios y materiales de construcción para hacer mejoras en sus viviendas. En ambos, empresa y sociedad salen ganando.
Seguiremos platicando …
8 de abril de 2009
La inversión a largo plazo y la sustentabilidad
La crisis económica está obligando a revisar los paradigmas en los que se apoyan la mayor cantidad de empresas, siendo posiblemente el punto de inflexión para una nueva forma de hacer negocio.
Esta idea que puede sonar un tanto cuanto descabellada, me surgió a raíz de escuchar una plática en la que el expositor mencionaba que en el momento actual las empresas deben de buscar la sobrevivencia y no la rentabilidad. Agregando que en el corto plazo lo importante es permanecer en el mercado, dejando para el mediano o largo plazo la búsqueda de dicha rentabilidad.
Lo mencionado me recordó algo que se ha estado diciendo en los últimos meses en relación a esta crisis: que la búsqueda de la ganancia en el corto plazo a través de diversos mecanismos financieros, fue una de las causas principales que provocó la difícil situación actual, olvidando o dejando a un lado la rentabilidad en el largo plazo, y por consiguiente la sustentabilidad de los proyectos o de la empresa misma.
Ahora con todo esto que está sucediendo vuelve a retomar la importancia que siempre debió haber tenido la visión a largo plazo. Que paradójico resulta el que ahora gracias a los avances de la ciencia la esperanza de vida se haya ampliado, y por otro lado se fomente el corto plazo con un sentido plenamente hedonista, que no fomenta la disciplina y el crecimiento en aras de un propósito sustentable.
Es precisamente a esto a lo que me refiero en la idea inicial de este comentario; a la luz de los tristes resultados logrados en el 2008 y que se recrudecieron en sus últimos cuatro meses, en ese afán desmedido de ganar mucho y en forma rápida, son la clara evidencia de que es necesario cambiar la forma de hacer negocios, pensar primero en que puedan sobrevivir bajo un enfoque sustentable.
Esto significa entonces el buscar mantener viva a la empresa en el corto plazo, pero con la intención de que siga existiendo en el largo plazo; estar construyendo hoy con un propósito a futuro. Esto le permitirá hacer los cambios necesarios en su estrategia actual por lo pronto de sobrevivir, pero con un objetivo definido.
Y en este sentido es necesario recordar que la responsabilidad social es parte de la sustentabilidad, siendo aquella por lo tanto una de las herramientas para lograr esta última.
Ahora es el momento para revisar la situación de las relaciones laborales dentro de la empresa, cuál es el clima organizacional dentro de la misma; por otro lado, analizar la relación con los clientes en cuanto a precios y productos, y por contraparte la manera con la que se trabaja con los proveedores.
Tengamos en cuenta que a nadie de los involucrados mencionados con una empresa, le beneficia la desaparición de la misma, por lo que su sobrevivencia es necesaria para todos en el ecosistema socioeconómico que vivimos.
Por lo tanto, este ecosistema socioeconómico tiene que ser verdadera y realmente sustentable.
Seguiremos platicando ….
Esta idea que puede sonar un tanto cuanto descabellada, me surgió a raíz de escuchar una plática en la que el expositor mencionaba que en el momento actual las empresas deben de buscar la sobrevivencia y no la rentabilidad. Agregando que en el corto plazo lo importante es permanecer en el mercado, dejando para el mediano o largo plazo la búsqueda de dicha rentabilidad.
Lo mencionado me recordó algo que se ha estado diciendo en los últimos meses en relación a esta crisis: que la búsqueda de la ganancia en el corto plazo a través de diversos mecanismos financieros, fue una de las causas principales que provocó la difícil situación actual, olvidando o dejando a un lado la rentabilidad en el largo plazo, y por consiguiente la sustentabilidad de los proyectos o de la empresa misma.
Ahora con todo esto que está sucediendo vuelve a retomar la importancia que siempre debió haber tenido la visión a largo plazo. Que paradójico resulta el que ahora gracias a los avances de la ciencia la esperanza de vida se haya ampliado, y por otro lado se fomente el corto plazo con un sentido plenamente hedonista, que no fomenta la disciplina y el crecimiento en aras de un propósito sustentable.
Es precisamente a esto a lo que me refiero en la idea inicial de este comentario; a la luz de los tristes resultados logrados en el 2008 y que se recrudecieron en sus últimos cuatro meses, en ese afán desmedido de ganar mucho y en forma rápida, son la clara evidencia de que es necesario cambiar la forma de hacer negocios, pensar primero en que puedan sobrevivir bajo un enfoque sustentable.
Esto significa entonces el buscar mantener viva a la empresa en el corto plazo, pero con la intención de que siga existiendo en el largo plazo; estar construyendo hoy con un propósito a futuro. Esto le permitirá hacer los cambios necesarios en su estrategia actual por lo pronto de sobrevivir, pero con un objetivo definido.
Y en este sentido es necesario recordar que la responsabilidad social es parte de la sustentabilidad, siendo aquella por lo tanto una de las herramientas para lograr esta última.
Ahora es el momento para revisar la situación de las relaciones laborales dentro de la empresa, cuál es el clima organizacional dentro de la misma; por otro lado, analizar la relación con los clientes en cuanto a precios y productos, y por contraparte la manera con la que se trabaja con los proveedores.
Tengamos en cuenta que a nadie de los involucrados mencionados con una empresa, le beneficia la desaparición de la misma, por lo que su sobrevivencia es necesaria para todos en el ecosistema socioeconómico que vivimos.
Por lo tanto, este ecosistema socioeconómico tiene que ser verdadera y realmente sustentable.
Seguiremos platicando ….
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