El concepto de Responsabilidad Social es generalmente aplicado a las empresas, y con cierta regularidad se aplica también al individuo, pero; y el gobierno como también un elemento clave en toda sociedad: ¿Debe ser también socialmente responsable?
La pregunta para alguien puede ser obvia, sin embargo para otros puede ser sorprendente como me sucedió hace tiempo con alguien que es conocido como especialista en este tema.
El comentario surgió al cuestionarse cuáles son los deberes principales de una entidad de gobierno, o dicho en otras palabras; ¿Para qué sirve un gobierno?
Y sin entrar en cuestiones dogmáticas ni en términos ideológicos de izquierdas o derechas, me atrevo a decir que cualquiera está de acuerdo en que mínimamente el gobierno sirve para mejorar la calidad de vida de la población, entendiendo esto que cuente con las condiciones mínimas en términos económicos, o inclusive como lo dice la propia constitución de Estados Unidos, que la función del gobierno es que todos los habitantes alcancen la felicidad, sin especificar que significa esta última.
En cualquier caso y sin entrar en terrenos filosóficos, si entendemos como la función principal del gobierno el de preocuparse por el bienestar socioeconómico de la población, considero que tiene por su propia razón de ser la responsabilidad social como su responsabilidad básica, y ahondando más, que los otros actores sociales, empresas e individuos, cumplan también su responsabilidad social.
En otras palabras debe ser socialmente responsable y ser su principal promotor, haciendo lo que le corresponde, y generar los incentivos necesarios y adecuados para que crear una sociedad socialmente responsable, aunque suene redundante.
Ejemplos de ese actuar responsable se puede ver relativamente fácil en los gobiernos de los países nórdicos como Suecia y Dinamarca, en donde sus gobernantes y sus leyes han gestado unas sociedades donde las leyes son adecuadas a su mentalidad e idiosincracia, y prácticamente toda la población cumple con sus deberes sociales.
Japón es otro país donde también se puede observar esa responsabilidad social en acción; y en todos estos casos mencionados su calidad de vida es en términos generales mejor que en el resto de los países.
Recordemos que estas actuaciones de gobierno se remontan a la época de Platón y de Aristóteles, cuando ellos usaron el término política como esa acción que busca el bienestar común de todos los ciudadanos. Luego entonces puede interpretarse que la política es el cómo poner en operación esa responsabilidad social.
Puede que esto último pueda sonar utópico, pero creo que vale la pena considerar que la Utopía como la concibió Tomás Moro hace cinco siglos, y antes Platón en la República, 500 años antes de Cristo, pensaban ya en una sociedad donde todos sus participantes consideran el bien común. Y quien sabe; tal vez algún día la utopía deje de serlo, y sea una plena realidad.
Seguiremos platicando ….
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21 de abril de 2012
9 de abril de 2012
Empresas y gobiernos, instrumentos para el bienestar social
Para un mayor desarrollo de la responsabilidad social es posible que se requiera redimensionar en su importancia y papel tanto a las empresas como al gobierno con relación a la sociedad misma.
Tal vez parezca una tautología lo antes mencionado, sin embargo, la ocurrencia de crisis económico-financieras cada vez más frecuentes y de mayor alcance y profundidad como la que actualmente se vive, son posiblemente el resultado de un distorsionado posicionamiento de los sectores económicos y gubernamentales frente a la sociedad en sí misma.
Por ejemplo, el concepto de mercado por sí solo se ha colocado con el paso de los años en el ente principal que dirige y sostiene a toda la sociedad, pensando que él solo será el mecanismo que resolverá el bienestar general.
A lo anterior se le ha llamado la ya célebre “mano invisible” de Adam Smith, pero este no fue el mensaje real de este filósofo, tal término solamente lo utiliza tres veces en toda su obra escrita, y lo maneja como una consecuencia, un efecto, y no un concepto causal de toda la estructura socioeconómica.
Como parte de esta distorsión las empresas y el gobierno, se han convertido en los agentes protagonistas que tienen el poder de “entenderse” con la mano invisible, siendo los actores activos, y dejando a la sociedad en general como un actor pasivo sujeto a los efectos que ambos actores realizan.
En otras palabras, los gobiernos primero y después lo que conocemos como empresas que surgieron prácticamente durante la Revolución Industrial hace poco más de 200 años, nacieron con el propósito de servir a la sociedad, en ser unos instrumentos para lograr la mejoría de esta en el más amplio sentido del término.
Esto significa que los papeles se han cambiado, de ser un medio ahora son un fin, teniendo al mercado como su razón de ser.
Desde esta perspectiva, la Responsabilidad Social debía ser consustancial para ambas entidades, nacen, crecen y se desarrollan en función de la sociedad y para la sociedad.
Luego entonces, pedirles a las empresas que sean socialmente responsables no es pedirles algo más, sino simplemente cumplir algo que les es inherente por sí mismas; ya que aun siendo entidades particulares y personas jurídicas, son finalmente un instrumento de la sociedad en general. Y aunque tienen el derecho de tener utilidades para ellas mismas, tienen una función social que cumplir.
Algo similar sucede con los gobiernos, también tienen una función social básica que cumplir, dicho esto sin un sentido demagógico.
Todo esto ha salido a discutirse en los ámbitos académicos, empresariales y gubernamentales, precisamente por la gravedad de la crisis que surgió desde hace cuatro años.
Las lecciones que está dejando esta crisis van más lejos que solamente los aspectos financieros, y que posiblemente como se dijo antes, sea necesario redimensionar los papeles y funciones de los sectores económicos y gubernamentales.
Seguiremos platicando ….
Tal vez parezca una tautología lo antes mencionado, sin embargo, la ocurrencia de crisis económico-financieras cada vez más frecuentes y de mayor alcance y profundidad como la que actualmente se vive, son posiblemente el resultado de un distorsionado posicionamiento de los sectores económicos y gubernamentales frente a la sociedad en sí misma.
Por ejemplo, el concepto de mercado por sí solo se ha colocado con el paso de los años en el ente principal que dirige y sostiene a toda la sociedad, pensando que él solo será el mecanismo que resolverá el bienestar general.
A lo anterior se le ha llamado la ya célebre “mano invisible” de Adam Smith, pero este no fue el mensaje real de este filósofo, tal término solamente lo utiliza tres veces en toda su obra escrita, y lo maneja como una consecuencia, un efecto, y no un concepto causal de toda la estructura socioeconómica.
Como parte de esta distorsión las empresas y el gobierno, se han convertido en los agentes protagonistas que tienen el poder de “entenderse” con la mano invisible, siendo los actores activos, y dejando a la sociedad en general como un actor pasivo sujeto a los efectos que ambos actores realizan.
En otras palabras, los gobiernos primero y después lo que conocemos como empresas que surgieron prácticamente durante la Revolución Industrial hace poco más de 200 años, nacieron con el propósito de servir a la sociedad, en ser unos instrumentos para lograr la mejoría de esta en el más amplio sentido del término.
Esto significa que los papeles se han cambiado, de ser un medio ahora son un fin, teniendo al mercado como su razón de ser.
Desde esta perspectiva, la Responsabilidad Social debía ser consustancial para ambas entidades, nacen, crecen y se desarrollan en función de la sociedad y para la sociedad.
Luego entonces, pedirles a las empresas que sean socialmente responsables no es pedirles algo más, sino simplemente cumplir algo que les es inherente por sí mismas; ya que aun siendo entidades particulares y personas jurídicas, son finalmente un instrumento de la sociedad en general. Y aunque tienen el derecho de tener utilidades para ellas mismas, tienen una función social que cumplir.
Algo similar sucede con los gobiernos, también tienen una función social básica que cumplir, dicho esto sin un sentido demagógico.
Todo esto ha salido a discutirse en los ámbitos académicos, empresariales y gubernamentales, precisamente por la gravedad de la crisis que surgió desde hace cuatro años.
Las lecciones que está dejando esta crisis van más lejos que solamente los aspectos financieros, y que posiblemente como se dijo antes, sea necesario redimensionar los papeles y funciones de los sectores económicos y gubernamentales.
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