Si bien es cierto que la empresa tiene la finalidad de
generar un rendimiento económico para sus inversionistas, su responsabilidad va
más allá de buscar meramente objetivos financieros para un grupo determinado, y
evolucionar para convertirse en una organización rentable desde el punto de
vista económico para toda la sociedad.
Esto significa que la empresa tiene la responsabilidad
social de ser competitiva, puesto que además de ser una entidad de la misma
sociedad, obtiene de ella los insumos y recursos para generar su riqueza, y por
lo tanto implica el que haga buen uso de dichos recursos al menor costo
posible.
En otras palabras, la Competitividad Responsable significa
integrar metas y resultados sociales y ambientales en el corazón mismo de la
competitividad. Se trata de un enfoque diferente a la práctica que predomina
actualmente, en la que se busca un ‘equilibrio’ entre las necesidades de la competitividad
y otros intereses societarios, como si fueran metas distintas, que requieren
distintos instrumentos.
Por el contrario, una estrategia de Competitividad
Responsable apunta a mejorar la productividad, a través de la reformulación de
estrategias y prácticas de negocios, y del contexto en el que operan las
empresas, para tener en cuenta en forma explícita, sus impactos sociales,
económicos y ambientales.
La Competitividad Responsable implica entonces, que los
mercados recompensen de manera sistemática e integral, a las empresas que
desarrollan prácticas más responsables y penalicen a aquéllas que hagan lo
contrario.
Deepak Sood de la Confederación de Industria India sostiene
que: “El desarrollo de la responsabilidad empresarial sirve para que las
empresas aumenten su participación de mercado, controlen riesgos, atraigan
personal, estimulen la innovación, obtengan acceso a recursos financieros,
reduzcan costos y mejoren su competitividad. Una mayor responsabilidad
empresarial puede desempeñar un papel importante en la formación de los
mercados globales del futuro”.
Mientras que la responsabilidad empresarial continúe siendo
una actividad paralela para la misma comunidad empresarial, no generará
ventajas competitivas sostenibles a nivel de empresas, y mucho menos a nivel de
sectores o países. Por lo que es conveniente que los intereses comerciales de
largo plazo, se puedan alinear con ciertas prácticas responsables a través de
la integración operativa, y mediante iniciativas de colaboración con organismos
públicos, y con organizaciones de la sociedad civil.
Los enfoques de colaboración constituyen un ingrediente
esencial de la Competitividad Responsable, y pueden ser mediante estrategias
sectoriales, o bien nacionales y regionales, aprovechando las sinergias
multisectoriales para el logro de la Competitividad Responsable.
En suma, Competencia y Responsabilidad Social son los
factores clave en el actual siglo XXI, siendo plenamente compatibles en el
mundo de los negocios.
Seguiremos platicando …