El día 26 del pasado mes de junio, la Delegación de la Secretaría del Trabajo en Monterrey México, organizó un Seminario de un día sobre las empresas familiarmente responsables, modelo de organización que la propia secretaría viene promocionando desde el 2005.
Dicho modelo encaja dentro del esquema de Empresa Socialmente Responsable, pero enfocado de forma directa y explícita, a otorgar apoyos tanto en forma monetaria como en políticas de trabajo, que ayuden a los empleados y trabajadores en el desarrollo y bienestar de sus familias, lo que en última instancia sirve al propio empleado en su desempeño laboral y por consiguiente a la empresa.
Este evento que ahora comento, me sirve de pretexto para hablar sobre algo que ya tenía pensado hacerlo, y que es precisamente el modelo de gestión empresarial de las empresas fundadoras de lo que es ahora el Monterrey industrial.
En dicho seminario se presentó FEMSA, quien es considerada junto con lo que fue la Fundidora de Acero de Monterrey, las empresas pioneras que iniciaron operaciones a fines del siglo XIX, y que a su vez sirvieron para la creación muchas empresas que todavía existen.
Rememorando, tanto FEMSA como la Fundidora a fines del siglo XIX y principios del XX, hicieron una serie de acciones que en su momento fueron totalmente innovadoras e inclusive calificadas como fuera de lugar, dado el paradigma imperante en esa época, de que la empresa era solamente de los empresarios y/o accionistas, y los trabajadores deberían de ajustarse a los lineamientos establecidos por las propias empresas.
Un esquema muy al estilo del siglo XIX, donde estaban prohibidas las huelgas, con un liberalismo exagerado en contraposición al naciente marxismo de la segunda mitad de dicho siglo.
En términos generales en una atmósfera empresarial donde lo primero y lo último era la empresa, y su personal eran solamente obreros al servicio de ella.
Sin embargo estas empresas regiomontanas iniciaron una serie de acciones que sirvieron de ejemplo y modelo para lo que hicieron otras más adelante. Primeramente en el caso de Fundidora, creó una escuela para capacitar a sus obreros, y posteriormente al igual que FEMSA, crearon escuelas primarias para los hijos de los trabajadores, todo a cargo de la empresa que se encargaba de financiar y administrar dichas escuelas.
Crearon también sistemas de servicios médicos e inclusive la construcción de casas para su personal; esto fue a principios del siglo XX, mucho antes de la creación del Seguro Social en 1945, o del Infonavit en 1970, conceptos de salud y vivienda que fueron puestos en el artículo 123 de la Constitución de 1917.
En otras palabras, se adelantaron mucho por iniciativa propia a lo que después se establecería en forma de leyes.
Mucho se habla en términos románticos de que todas estas ayudas las hicieron de buen corazón y por amor al prójimo, filantropía en su más puro sentido, sin embargo, sin quitarle algo de la generosidad que pudo haber estado presente en su momento, hay que considerar que como empresarios vieron la conveniencia que esto representaba para la propia empresa en términos de rotación y productividad; ahora bien esto no es negativo, sino una forma un tanto cuanto diferente para lograr buenos resultados en la operación de la organización.
Otra empresa que el próximo 2009 cumplirá cien años de existencia es Vitro, la cual se creó a partir de FEMSA precisamente para la elaboración de sus botellas de vidrio. Esta también otorgó casas a sus obreros desde la década de los veinte en el siglo pasado; y cuando se presentó escasez de alimentos durante la Segunda Guerra Mundial, compró furgones enteros de ferrocarril de frijol para su personal; siendo esto un claro ejemplo de una Empresa Familiarmente Responsable.
Como lo dije antes, esta forma de operar de dichas empresas pioneras, sirvió de modelo para la industria que se desarrollaría a lo largo del siglo XX en Monterrey, y de alguna manera para el resto del país.
Ahora, con el reconocimiento que otorga la Secretaría del Trabajo a las Empresas Familiarmente Responsables, se está haciendo una promoción a esta forma de gestión que no es nueva, y que se ha visto que si funciona, es operable, y que da frutos en términos empresariales, es decir, un buen clima laboral, poca rotación, y mejora en la productividad.
Y finalmente, es una forma de reconocer que empresa y familia no son entidad excluyentes, sino por el contrario, son instituciones sociales que permiten el desarrollo y el bienestar del ser humano.
Pero de esto seguiremos platicando …
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