Si bien el valor de una empresa se mide en gran parte por la
contabilidad, sistema creado por el franciscano Luca Paccioli en el ya muy
lejano 1494, en donde se asientan valores concretos y materiales de las
transacciones monetarias y financieras, es posible considerar que ese valor de
la empresa está empezando a tomar en cuenta factores intangibles que también
suman.
En retrospectiva, tal vez en los últimos 20 ó 25 años y de
manera creciente, se han ido agregando aspectos que antes se desdeñaban o
simplemente ignoraban por considerarse que no daban ninguna aportación; y por
otra parte, algunos que se manejaban como vitales o muy importantes han
comenzado a desvalorarse.
En el primer caso se encuentran factores eminentemente
humanos, concretamente son la confianza, la ética y todo lo relacionado al
compromiso social; en otras palabras, el valor de una empresa ya no es
solamente los activos fijos o las inversiones monetarias, aspectos que se han
ido desvalorizando en gran medida por los cada vez más rápidos avances tecnológicos.
Por esto que hemos visto en el pasado reciente, es ya un
hecho que el valor de una empresa está cada vez más ligado en mucho por la
forma como es percibida por la sociedad en general, por los inversionistas en
particular, y primordialmente por su grado de compromiso con sus grupos de
interés, ya sean proveedores, personal y clientes.
Esa percepción se refiere concretamente a los aspectos antes
mencionados como la confianza y el compromiso social principalmente, estos
temas primordialmente generan algo llamado Valor Social, así en mayúsculas, valor
que ha venido adquiriendo más importancia con el paso de los años, y que ni
siquiera era considerado en los libros de administración o economía en el siglo
pasado.
Este Valor Social que no aparece en el estado de resultados
ni tiene ninguna partida contable, y que es algo intangible, también suma o
aumenta el valor monetario de cualquier organización. Esto que ya se empieza a
ver con cierta naturalidad, puede ser considerado como algo distorsionado, es
decir: ¿Cómo algo intangible puede aumentar el valor monetario de la empresa?
Tal vez esto se deba a que ahora ya se ha empezado a
revalorar ese compromiso social y la responsabilidad que surge de este
compromiso. En retrospectiva nuevamente, durante muchos años que abarcan
siglos, lo material y su valor en dinero fue y todavía sigue siendo el
paradigma imperante, pero, aspectos como la confianza que no pueden ser vistos
de manera tridimensional, de alguna manera indirecta puede ser vista de manera
concreta a través de la forma como es reconocida y aceptada una organización a
través de sus ventas por ejemplo, o bien por el valor monetario que le otorgan
los inversionistas. Algo similar sucede con el compromiso social.
Ese compromiso social considera además de la responsabilidad
como antes se mencionó, también la aportación por parte de la misma empresa de
los valores que maneja en su operación como la ética, y que son asimilados por
la sociedad en general a través de sus grupos de interés.
De forma optimista, es posible que estemos entrando en una
época en que lo social sea lo primordial y no solamente lo monetario.
Seguiremos platicando …
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