Se habla mucho de responsabilidad social pero me da la
impresión que se le observa como algo ajeno o distante y solamente aplicable en
un tipo de organización o ente determinado, pero no como algo que nos involucra
a todos.
Inclusive en algunas escuelas o empresas, se dan cursos de
este tema explicando de clara y detallada la importancia de la responsabilidad
como tal y lo que implica en la parte social, sin embargo, terminado el curso,
la comunidad en cuestión sigue funcionando y operando sin reflexionar de manera
personal lo que significa esta responsabilidad y como ponerla en práctica.
Si bien estos cursos son buenos para conocer el concepto, es
necesario generar una cultura socialmente responsable, y esto creo que la mejor
manera de hacerlo es a través del ejemplo. Un primer paso es el cumplir las
reglas o leyes establecidas, partiendo de la base que éstas están hechas para
todos y pensando en el beneficio de todos los miembros de la comunidad. La
creación de la legislación o reglamentación deben estar formuladas en términos
éticos, es decir, reconocer la existencia de la persona como tal, estableciendo
sus derechos y obligaciones dentro de la comunidad, considerando lo que se
espera de él o ella como miembro de esa comunidad. Insisto, antes de estudiante
de una escuela o empleado de una empresa es una persona y por ello tratársele
como tal, y en función de ello crear las reglas del juego.
Estas reglas deben estar pensadas y formuladas en función de
la persona quien en su papel de estudiante o trabajador le dará sentido a la
organización. Esta organización no es un ente aparte no es un tercero, son las
mismas personas quienes le dan el sentido y razón de ser. Esto significa que en
la medida en que el personal cumpla con las reglas, mejor estará ejerciendo y
poniendo en práctica su responsabilidad social.
Estas reglas formales deben fomentar la creación de una
cultura de confianza, de cooperación, en suma, de capital social. Las reglas y
los valores mencionados (confianza y cooperación), no pueden ir por caminos
divergentes, al contrario, deben de converger hacia una cultura que propicie un
sentido de comunidad que es socialmente responsable entre sus miembros
inicialmente y como consecuencia con sus grupos de interés externos.
En que respecta a la confianza, se podrá generar e
incrementar en la medida en que todos los involucrados respeten inicialmente los
valores humanos como por ejemplo la honestidad, el respeto, la compasión y la
humildad; cumplan lo mejor posible el papel que desempeñan en la organización
buscando llevarlo lo mejor y más lejos posible de acuerdo a los valores
humanos. Mientras mejor lo haga será en beneficio de la persona misma y de la
comunidad en general.
Se trata de sentir orgullo por la organización, en la cual
todos buscan poner en práctica lo mejor posible los valores humanos y sus
obligaciones como empleado o estudiante.
Para que el empleado o el estudiante se “pongan la camiseta”
y sienta ese orgullo mencionado, los directivos deben también aplicar, respetar
las reglas establecidas y modificarlas cuando sea necesario, en función de los
miembros de la organización, quienes son los que le dan vida. Y también
fomentar el desarrollo de los valores humanos.
Aunque pueda sonar utópico todo lo anteriormente dicho, o
sea inalcanzable, si puede al menos buscar ponerse en práctica lo más o mejor
posible, todo depende de la actitud de las personas sin importar su papel
dentro de la organización. Esto permitirá generar un ambiente de confianza y de
cooperación, en suma una cultura de responsabilidad social.
Seguiremos platicando ….
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