Al adquirir algún producto o servicio, cualquier cliente
espera que el bien obtenido cumpla con las características y bondades que dice
tener, lo que implica de una manera tácita que el fabricante debe estar
cumpliendo con lo que ofrece haciéndose responsable de ello.
Puede ser una obviedad lo antes mencionado, sin embargo, es
necesario reiterarlo las veces que sea necesario desde la perspectiva de la
enorme responsabilidad que tienen las organizaciones al participar en el
mercado.
La relación con su entorno social y económico es una de los
elementos claves de cualquier empresa que pretende sobrevivir y mantenerse, y
de manera específica la mercadotécnica es uno de los medios para mantener dicha
relación.
Y si bien dicha mercadotecnia sirve para conocer el nicho de
mercado en el que se participa, sirviendo además para diseñar la manera de
promover el producto o servicio, debe de llevar en todo su proceso una carga
importante de responsabilidad social; dicho en otras palabras el generar
confianza al presunto cliente.
Confianza que se genera a través de la honestidad tanto en
el perfil del producto como en su precio para adquirirlo.
Creo que a todos alguna vez nos han dado “gato por liebre”,
como se dice en México, cuando adquirimos algún bien que dice tener ciertas
características, pero que al usarlo no las cumple plenamente. Y ante tal
situación evidentemente desconfiamos de la marca de ese producto o de la tienda
que lo vende.
Igualmente nos ha sucedido y sucede lo contrario, cuando
compramos algún producto por su pura marca, porque confiamos plenamente en ella
por haber tenido experiencias positivas.
La pregunta es: ¿cuántas empresas tienen realmente el
cuidado de no engañar a su presunto cliente? Desde hace tiempo se dijo que la
competencia obligaría de alguna manera a los fabricantes a tener un
comportamiento adecuado al ofrecer sus productos, algo que en la práctica no ha
sido completamente cierto.
O bien sucede que le fija un elevado precio al artículo
considerando que con ello presupone una elevada calidad, además de cumplir con
las expectativas que se tienen al comprarlo.
Sin ser experto en ella ni mucho menos, considero que la
mejor mercadotecnia es aquella que tiene como principio básico la
responsabilidad de realmente cumplir lo que se ofrece.
Es necesario reiterar por enésima vez que el “pegamento” que
mueve a la economía es la confianza que se genera en el ámbito social. En otras
palabras, al adquirir algún producto se está comprando, por decirlo de alguna
manera, también la confianza de que se obtendrán los beneficios que se esperan
de dicho bien o servicio.
Y esa confianza se generará a partir de tener una mayor
responsabilidad social. Aunque parezca un juego de palabras, la confianza
creada, es la responsabilidad social puesta en acción.
Seguiremos platicando …
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