Existe la idea generalizada de que la Responsabilidad Social Empresarial es una especie de concesión por parte de las empresas para con la sociedad en general, mostrando así algo de su buena disposición o altruismo pensando positivamente, cuando en realidad el concepto tiene que ver con la vida en sociedad de este ente social llamado empresa.
En una perspectiva histórica, es interesante observar las modificaciones y hasta distorsiones que se han hecho de diversos conceptos, que ya alterados se convierten en paradigmas que como tales deben ser seguidos de manera rígida e inalterable sin cuestionarlos.
Ejemplo de lo anterior es la Responsabilidad Social Empresarial que se considera como una acción voluntaria, y su valor entonces reside en el grado en que se pone en práctica esa voluntariedad, pero, ¿Acaso no es contradictorio que una responsabilidad sea voluntaria?. Como individuos tenemos legalmente derechos y obligaciones (responsabilidades) que están establecidos en la Constitución, y por lo tanto las mencionadas obligaciones nos comprometen a cumplirlas invariablemente sin dejarlas a nuestra a criterio para su pleno cumplimiento.
Ahora bien, las empresas legalmente son personas morales y por lo tanto también tienen sus derechos y obligaciones, teniendo que cumplir plenamente estos últimos ya que de lo contrario están sujetos a ser amonestados o castigados de acuerdo a la ley.
Tomemos por caso el salario mínimo establecido anualmente por una institución del gobierno, al determinarse, todas las empresas están obligadas a pagar al menos dicho importe a su personal, pero no menos; pero como contraparte no existe legalmente un salario máximo, dejando entonces este último a lo que señale el mercado, es decir, a lo que diga la oferta y la demanda.
Y este mercado se ha convertido en la entidad etérea “sagrada” que tiene la suficiente sabiduría para darle a cada quien lo que le corresponde; es como antes se mencionó, uno de esos conceptos que con el paso del tiempo han adquirido un nivel superior, un paradigma, que seguramente los historiadores del futuro hablarán de esta época (siglo XX principalmente y su secuela en el actual XXI), cuando el mercado se convirtió en el objeto de culto para una gran parte de la humanidad, siendo “su voluntad” inquebrantable e inobjetable; puede sonar muy sarcástico todo esto señalado, pero lo relaciono precisamente con la Responsabilidad Social.
Para el mercado no existe la Responsabilidad Social, y por eso esta responsabilidad es voluntaria, porque no tiene nada que ver con las leyes de la oferta y la demanda. Y como la sociedad en general ha sido formada y educada para comportarse de acuerdo al mercado, vemos a la Responsabilidad Social como algo ajeno, algo raro que no cumple con el paradigma establecido.
Pero si lo mencionado antes como se dijo es sarcástico y pueda ser discutido y objetado, lo que sí es plenamente vigente y totalmente irónico es lo sucedido con Adam Smith, personaje que siendo considerado como el padre de la economía era profesor de ética, y todo su legado sobre el funcionamiento del sector productivo está basado en preceptos éticos, y uno de ellos, es la Responsabilidad Social, aunque no lo dice de esta manera.
Por lo tanto el mercado y la economía en general, que por cierto esta última es una ciencia social, deberían funcionar como lo mencionó Adam Smith, de acuerdo a normas éticas, normas que buscan finalmente el bien común y la mejora de la sociedad en general. Tal vez pueda decirse que esto sea en última instancia el propósito de la Responsabilidad Social.
Seguiremos platicando …
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