La pobreza no es estupidez, es falta de oportunidades
Sin duda uno de los efectos más fuertes de la actual crisis financiera y económica, es el hecho de que los modelos de negocios convencionales se encuentran en entredicho, ya que las condiciones actuales y las que se esperan al menos para los próximos años, no se ajustan a dichos modelos.
Dicho en otras palabras; esta crisis está removiendo paradigmas a tal grado, que para muchos “el futuro no será como era antes”, es decir, los modelos de negocios elaborados requieren ser rediseñados en función de nuevos escenarios que posiblemente no fueron considerados, o en el mejor de los casos, si fueron vistos, se les dio poca o escasa posibilidad de que ocurrieran.
Y uno de esos escenarios es precisamente la llamada “Base de la Pirámide”; concepto utilizado como nombre del libro publicado en el 2005 por C.K. Prahalad, en donde se refiere a la atención de la población más pobre que se encuentran en el nivel más bajo de la escala socioeconómica.
La tesis principal del libro señala que: “Es necesario movilizar la capacidad de inversión de las grandes empresas en conjunto con el conocimiento y dedicación de las ONGs y las comunidades que necesitan ayuda para co-crear soluciones únicas a la pobreza. Los cuatro o cinco mil de millones de personas ubicadas en la base de la pirámide a escala mundial, pueden ayudar a las empresas a redefinir las “buenas prácticas empresariales”.
Lo anterior no significa ni filantropía ni altruismo, sino hacer negocio en el buen sentido de la palabra con esa inmensa población. Significa también el que las empresas se asocien con organismos dedicados a la atención de esos sectores y con los gobiernos, para hacer productos o artículos dirigidos a este inmenso mercado.
Si en el 2005 cuando se publicó el libro mencionado no fue muy considerado, por las condiciones actuales ahora es un buen momento de hacerlo.
Tanto este autor mencionado como Hernando de Soto en su libro “El Misterio del Capital”, señalan expresamente que dichos segmentos pueden ser mercados atractivos para cualquier empresa, siempre y cuando se diseñen productos y/o servicios adecuados a su perfil y capacidad de compra.
Esto demuestra por enésima vez que la Responsabilidad Social es claramente compatible con el concepto de utilidad, bajo un esquema de ganar-ganar. Todo esto puede sonar raro o exótico para muchos, ya que no es lo que nos enseñaron a muchos en la escuela.
En el caso específico de México, se dice que hay entre 30 y 40 millones de personas que se encuentran en la llamada pobreza extrema, y hay quien dice que estas cifras puedan aumentar debido a la situación actual; lo cual indica claramente que las empresas tienen un gran mercado que pueden atender, si buscan la innovación en su forma de actuar y en el ya mencionado modelo de negocio.
Como lo dije al inicio, aún pensando que la crisis terminará en este momento, el futuro ya no será como antes lo veíamos, por lo que este momento es una gran oportunidad para rediseñar el modelo de negocio en términos de trabajar con diversos actores sociales y gubernamentales, para mejorar la calidad de vida de esas grandes mayorías.
Lo cual no es nada utópico sino totalmente posible como lo demuestra el modelo de microcréditos de Yunus en Bangladesh, o también el modelo de “Patrimonio Hoy” de Cemex, con el fin de ayudar a las personas de muy bajos ingresos a pagar por servicios y materiales de construcción para hacer mejoras en sus viviendas. En ambos, empresa y sociedad salen ganando.
Seguiremos platicando …
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