A riesgo de obviedad, es claro que a pesar del gran número
de organizaciones y profesionales que existen a nivel mundial apoyando y
promoviendo la responsabilidad social y la sustentabilidad en conjunto, todavía
no impacta de manera profunda y decisiva en el ámbito empresarial y en la
sociedad en general.
El 2016 dejo claramente en forma explícita, que todavía
persiste de manera clara el egoísmo y la cerrazón en sociedades que se esperaba
tuvieran una actitud más proclive a la solidaridad y subsidaridad,
concretamente me refiero al llamado “brexit” y la llegada de Donald Trump a la
presidencia de Estados Unidos.
Para el logro de ambos acontecimientos, se utilizaron
consignas que enaltecían un egoísmo y superioridad de quienes las favorecían,
poniéndose en actitud de víctimas y de ser los “buenos de la película”,
teniendo ellos la fórmula mágica para resolver los problemas sociales y
económicos de ambos países.
Es cierto que la globalización como se ha realizado hasta
ahora no es la panacea que se considero hace por lo menos 30 años, todavía
falta mucho por hacer para terminar la pobreza a escala mundial y los
conflictos civiles que se registran en el mundo.
Pero este fenómeno globalizador se ha logrado principalmente
gracias a los enormes avances tecnológicos que nos está tocando ver y
disfrutar, y con una perspectiva de un enorme avance para al menos la próxima
década, lo cual es bueno. Sin embargo el avance en términos humanos como son la
ética y la colaboración se ha quedado rezagado.
Un ejemplo de lo anterior es el cambio climático, es
verdaderamente de sorprender que el nuevo presidente estadounidense, dude de la
veracidad de lo declarado por organizaciones científicas serias sobre este
fenómeno.
Algo similar sucede en el mundo financiero a escala
planetaria; de la crisis que estallara en el 2008, se saben claramente las
causas que la produjeron, que no fueron por aspectos matemáticos o
estadísticos, sino por la codicia desmedida (aunque suene redundante) y una
avaricia igualmente sin límite, carentes totalmente de ética y de solidaridad;
y ante esto: ¿qué se ha hecho? Nada. Las reglas de operación en los mercados
siguen siendo las mismas de antes de la crisis como si nada hubiera pasado.
Es por ello que la sociedad mundial está desfasada; la
tecnología avanza de manera impresionante, y la ética, la solidaridad y la
responsabilidad social caminan a un paso lento. Pero ello no se debe a sí
mismas, sino a la actitud y comportamiento del ser humano que no quiere ver más
allá del presente, del aquí y del ahora.
Qué bueno que existen organizaciones y profesionales que
impulsan y promueven la responsabilidad social, enalteciendo la ética y la
solidaridad.
Afortunadamente es posible encontrar en todo el mundo
diversas manifestaciones y modos de poner en práctica esa responsabilidad
social, buscando poner fin a ese capitalismo salvaje heredado de hace dos
siglos.
Pero a pesar de esto todavía falta mucho por hacer y no
quiero pensar que su logro pleno sea una utopía, algo inalcanzable.
Seguiremos platicando ….
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