La convivencia en lugares públicos como puede ser el centro
de trabajo, un aeropuerto, o el medio de transporte, no desarrolla o genera
realmente una relación social, sino más bien un aislamiento.
Creo que prácticamente todos hemos tenido esta experiencia
de encontrarnos en algún lugar público como los antes mencionados, y no
buscamos una convivencia mínima de siquiera un saludo, sino al contrario, nos
encerramos en nosotros mismos, evitando el tener algún intercambio con quienes
se encuentran junto a nosotros.
De alguna manera hemos sido educados para evitar alguna
relación con un tercero, tener una desconfianza inicial y procurar mantenernos
en dicha actitud mientras estemos en ese lugar público. Y esto ya se ha
convertido en algo normal, el no confiar en nadie y mucho menos de un
desconocido.
Es válido reconocer que siempre es necesario tener alguna
reserva ante alguien que nunca hemos visto, pero creo que se ha llevado al
exceso fomentando una actitud de aislamiento, en lugar de buscar establecer una
verdadera convivencia social.
El extremo de esto o al menos donde es muy evidente son los
aeropuertos, en donde a pesar de la cantidad de personal de las diferentes
empresas ahí establecidas, nadie se preocupa realmente por el pasajero; quien
tiene que estar preguntando sobre alguna necesidad que tenga, y nadie o muy
pocos tienen la atención de ayudarlo a resolver su problema, muchos lo ignoran,
habrá alguien que medio le ayuda, y tal vez alguien “se apiade” de él. Y esto
lo vemos en un lugar cerrado, lo cual todavía es peor en la calle cuando
estamos en calidad de peatón.
Sucede algo similar cuando se conduce un automóvil, el
civismo, la cortesía, las buenas maneras no son evidentes, al contrario,
pensamos que somos quienes tenemos la prioridad en el avance y en la
circulación y por ello, el resto de los automóviles deben abrirnos el paso.
En estos aspectos mencionados que pueden calificarse de
cotidianos es cuando debe surgir la responsabilidad social, el percatarnos
aunque suene obvio, que nuestra relación con el resto de los seres humanos es
social sin importar el ámbito donde se desarrolla, y en esa mínima relación
“debe” de estar presente la responsabilidad social.
Entendiendo ese debe entrecomillado del párrafo anterior,
como una necesidad mínima, no porque alguien lo ordene, sino sencillamente por
nuestra condición de seres humanos.
Nuestra humanidad por decirlo de alguna manera, no viene
dada únicamente por nuestra condición biológica, sino por nuestra capacidad de
convivencia sana con quienes nos cohabitamos; comenzando esto desde la casa, la
escuela, el centro de trabajo y finalmente cualquier espacio público donde no
se conoce a nadie.
La convivencia no es un accidente, es el factor principal en
la relación social, por lo tanto es necesario gestar una convivencia
responsable en donde busquemos el bienestar de todos; esto es un principio
ético que es necesario fomentar. A final de cuentas, todos saldremos
beneficiados.
Seguiremos platicando ….
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