En gran parte de la literatura sobre la Responsabilidad Social Empresarial, se habla de la empresa como una entidad única, pero poco o nada se habla del empleado, al que me permito llamar el “stakeholder huérfano”.
Este tipo de stakeholder solitario que no está integrado a ningún sindicato o asociación, la empresa le pide y hasta la exige (en determinados casos) que actúe en forma determinada en función de los intereses de directivos o propietarios de la empresa, quienes en último caso son los que reciben las medallas y reconocimientos públicos por su comportamiento socialmente responsable.
Como contraparte, el cliente o el mercado en general ven a ese empleado anónimo como parte de la empresa, pero en realidad muchas veces este no se siente parte de la misma; y no se siente parte de la misma porque ésta no lo apoya ni lo reconoce, como el que pone en práctica las políticas empresariales en este tema.
Por lo tanto, es común ver lemas sobre la responsabilidad social de la empresa en sus oficinas, y se le pide al empleado que apoye las acciones de que se hagan en ese sentido, pero poco o nada se le habla o explica a este stakeholder huérfano qué es eso de la responsabilidad social y cuáles los beneficios que puede obtener en forma personal al adquirir dicha responsabilidad.
Este actuar señalado implica para las empresas externalizar el denominado riesgo moral, pasándolo por completo al empleado quien es el que finalmente se enfrenta al cliente, y tendrá que responder a nombre de la empresa, y si la actuación mostrada no es de acuerdo a los intereses de la organización es culpado y exhibido, dejando limpia la imagen y reputación de la compañía.
Todos estos aspectos nos hablan de la importancia de este stakeholder huérfano y también anónimo que es el empleado, y es al que a mi entender debe ser el primer beneficiario de las acciones socialmente responsables de la empresa, ya que es quien le da vida a la empresa, quien habla se contacta y negocia con proveedores y clientes, siendo de alguna forma la imagen misma de la empresa en el entorno social por los conocimientos adquiridos en la propia empresa, por la filosofía de trabajo y primordialmente por los valores que transmite la organización.
Es común escuchar que se le pide al empleado que “se ponga la camiseta” de la empresa y que además “la sude”, pero: ¿Hace la empresa por medio de sus directivos lo suficiente para que el empleado se ponga y sude la camiseta?
La responsabilidad social debe “empezar en casa”, y la forma de hacerlo es a través de los empleados, quienes de alguna manera llevan a su casa y entorno social esa responsabilidad, que requiere permear dentro de todos los ámbitos sociales y de negocios.
Por lo anterior, es necesario que ese stakeholder huérfano deje de serlo, y la empresa lo considere como su principal activo para fomentar y desarrollar la responsabilidad social dentro de ella, y que ésta se convierta en un elemento básico de su cultura laboral y de negocios.
De tal suerte, todo lo que haga la empresa de forma responsable por su entorno social, será como consecuencia y añadidura por toda su actividad realizada dentro de ella.
Seguiremos platicando ….
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