La reunión en la última semana de octubre de 2011 de los países miembros de la Unión Europea, significó más que los eventuales arreglos de la situación financiera griega y de la Unión en general, poner en clara evidencia que la problemática real a escala mundial que iniciara en las postrimerías del 2007 y todavía persiste, es una desconfianza real y generalizada, motivada por una aguda escasez de comportamiento ético de los directivos de empresas y de los dirigentes de distintos países.
La evidencia demuestra que los inmensos montos monetarios que se manejan para sostener a la Unión Europea y la quita en la deuda griega, así como las diversas normas que se implantan para solventar los problemas financieros de países como Italia y España, vienen a ser finalmente mecanismos materiales y tangibles para restituir ese elemento intangible, etéreo, escurridizo y volátil que es la Confianza (así, con mayúsculas).
En base a lo anterior, por lo tanto la verdadera y real crisis es una escasez de confianza a escala planetaria, pero: ¿Qué originó esta escasez que parecía no existir en el primer lustro de este siglo XXI?
Sin esforzar la memoria es fácil recordar como durante los primeros años de esta primera década, tanto en Estados Unidos como en Europa se hablaba de inmensos montos de dinero que se facilitaban como por ejemplo la construcción y compra de vivienda; disponer de crédito fue algo relativamente rápido y cómodo, parecía que el dinero provenía de una fuente inagotable y que nunca se acabaría.
El origen de esa fuente era el mercado, institución creada por el hombre y que llegó a convertirse en la panacea que todo lo arreglaría. Los atributos de esta institución llegaron a tal extremo, que se le dio toda la confianza, y más aún, la responsabilidad de que todo lo podría resolver.
Esta responsabilidad otorgada al mercado, despersonalizó a dirigentes políticos y directivos empresariales, asumiendo que la ética no era ya necesaria, o bien, en todo caso el mercado se encargaría de ella, y por lo tanto dichas personas no tenían nada que ver, todo estaba en manos del mercado.
Con lo anterior, así como vemos desde una perspectiva histórica diversos momentos imperantes de dogmatismos religiosos como la Santa Inquisición, es posible decir que al menos en las pasadas tres décadas el mercado se convirtió en el factor sagrado que todo lo arreglaría.
Dándole inclusive la Responsabilidad Social de que todo, así, absolutamente todo lo arreglaría. Pero esta gran crisis ha demostrado de manera clara que finalmente la Confianza y la Etica no pueden ser generadas y desarrolladas por una entidad ajena al propio ser humano en el más amplio sentido del término.
Viendo a futuro esperemos que todos estos recursos monetarios de los que se hablaron en la reunión europea sirvan como el seguro esperado; pero la gran inversión que es necesario desarrollar es la de generar confianza, basada en un verdadero comportamiento ético, que tenga como elemento central la Responsabilidad Social de las personas que actúan como directivos y dirigentes, y no la dejen en manos de algo abstracto que se llama mercado.
Seguiremos platicando …
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Empresa: Una Institución Social encargada del Desarrollo Humano, a través de la Inversión y el Trabajo
La Responsabilidad Social, la Sustentabilidad y la Etica, son los Valores básicos para las
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