El pasado 15 de marzo se celebró el llamado “Día del Consumidor” a escala mundial, fecha en la cual en 1962, el presidente de Estados Unidos John F. Kennedy, anunció los derechos de todos los consumidores e invitó a convocar este día como Día Mundial del Consumidor.
Desde entonces, ese día supone una llamada de atención a todos los ciudadanos, sobre la idea de que sólo un consumo responsable es bueno, algo por lo que trabajan tanto las asociaciones de consumidores como todos los organismos públicos de consumo.
Inclusive el 9 de abril de 1985, la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó las Directrices de Naciones Unidas para la Protección de los Consumidores, quedando así los derechos de éstos elevados a una posición de reconocimiento y legitimidad internacional.
Si bien posiblemente el entonces presidente de Estados Unidos y posteriormente de las Naciones Unidas, tuvieron buenas intenciones en ese llamado, concediéndoles el beneficio de la duda, considero que a la luz de los tiempos actuales el concepto tal vez se esté volviendo anacrónico, paso a explicarme.
El concepto de consumidor esta dentro del marco del Mercado (así con mayúsculas), en donde existen oferentes y demandantes, o productores y consumidores, y estos últimos son sujetos al comportamiento estrictamente económico en el sentido que son los que buscan los bienes y servicios ofrecidos para su uso, pagando la parte monetaria correspondiente por ellos.
En este sentido, todos como demandantes somos reducidos al papel de consumir, solamente cumpliendo un papel económico en el gran teatro del mercado.
Sin embargo, esta denominación de consumidor no considera que detrás de ella se encuentra un ser humano que como tal, al adquirir algún artículo, lo hace por motivaciones esencialmente humanas, y no por el solo acto de consumir. Y si bien para contrarrestar lo anterior alguien podría decir que se utiliza ahora el término de Consumidor Responsable, finalmente se le sigue dejando la etiqueta de consumidor.
La crisis recientemente vivida nos deja también la tarea de redefinir el capitalismo, y con ello los conceptos de mercado, productores y consumidores; y sobretodo cuestionar la prácticamente sacralización del consumismo, considerado ya casi como una forma de ser y de vivir.
Inclusive dentro de la última sesión en el pasado Foro Económico Mundial de Davos, en donde se planteaba la ruta crítica a seguir en un nuevo orden mundial a través de una lluvia de ideas, se planteó y aceptó eliminar el concepto de consumidor, y cambiarlo por el de ser humano, quien es el fin último de todas las actividades de tipo económico.
Pero este cambio de término implica un cambio de mentalidad de todos los involucrados en el mercado, en donde el demandante o adquiriente conocido ahora como consumidor, no solamente obtiene un bien o un servicio para su uso, sino lo que realmente pretende al comprar es tener un satisfactor, algo que le proporcione una emoción o sentimiento de alegría o bienestar.
Lo anterior, es algo que la mayor parte de las empresas es posible no consideren, y vean a la población como un ente económico que compra y compra solamente, es decir, su único fin es consumir.
Tal vez suene muy descabellado lo anterior, pero si la intención es tener empresas socialmente responsables, debemos generar una sociedad responsable que como tal considere al ser humano como tal, y no solo un adquiriente con poder de compra o de consumo.
Dicho en otras palabras: consumimos para vivir, o vivimos para consumir.
Seguiremos platicando ...
Empresa: Una Institución Social encargada del Desarrollo Humano, a través de la Inversión y el Trabajo
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