A raíz del primer aniversario del anuncio de la quiebra de Lehman Brothers el pasado 15 de septiembre, fecha que se reconoce ya como la formalización de la crisis financiera y económica que se ha vivido en este 2009, he podido encontrarme con diversas lecturas que reiteran la necesidad de darle mayor fuerza a la transparencia y al comportamiento ético en el mundo de los negocios.
Y si bien es cierto que en la cotidianidad muchos están o estamos buscando sobrevivir en medio de la hecatombe económica en la que nos encontramos, también es cierto que el mundo dentro de su globalización tiene que modificar las reglas del juego en las que opera para que no se vuelva a repetir una debacle de las actuales dimensiones.
Aunque se menciona que muchos quieren se mantengan las reglas igual antes de la mencionada fecha, lo cierto es que el gobierno de Estados Unidos y la Unión Europea están buscando por medio de diversas legislaciones restringir de alguna manera las actuaciones ambiciosas y de alto riesgo, actitudes que fueron de alguna manera las que provocaron toda la problemática de los pasados doce meses.
Estas acciones que sin duda son positivas en cuanto a encontrar formas para limitar y vigilar inversiones riesgosas y con poco sostén, la realidad es que se necesita algo más que eso, es necesario modificar en el fondo la mentalidad que se viene manifestando desde los ochenta, en donde el gobierno tiene una participación mínima, junto con un individualismo exagerado y un liberalismo entendido como un libertinaje al estilo de la ley de la selva.
Políticos y académicos en diversas formas, se encargaron en los pasados 20 años de adoctrinar e inculcar a la población en general y a los estudiantes en particular, que se preocuparan por sobresalir a costa de los demás, que no se consideraran como parte de la sociedad, y que los problemas de contaminación eran responsabilidad del gobierno.
La ética y el civismo en sus aspectos más básicos se han venido manejando como temas de sobremesa, pero que en la práctica no tienen la mayor utilidad. Las consecuencias de todo ello es ahora lo que estamos pagando, no solo una crisis financiera, sino peor aún, una crisis de confianza que se traduce en una inmovilidad que se traduce en una recesión de efectos mayúsculos.
Los empresarios no quieren invertir por el temor a no vender, los bancos no prestan por temor a que no se les pague, y la gente no compra por temor a no tener dinero a futuro ante la posibilidad de perder el empleo; círculo vicioso en el cual ahora nos encontramos en diversos grados y escalas.
La confianza es tal vez uno de los ingredientes para romper el mencionado círculo vicioso, y la ética su principal fundamento para recobrarla; y esto no se logra a través de alguna legislación, sino por medio de una actitud diferente que considere al individuo como parte de la sociedad y no ente aislado.
En pocas palabras, se requiere un cambio de mentalidad que vuelva a la globalización, fenómeno irreversible, en algo positivo para toda la humanidad y no solo para unos cuantos; aprovechar los avances tecnológicos para detener la hambruna, la pobreza y el calentamiento global.
Esta crisis fue un gran aviso de algo peor que puede venir en el corto plazo si no se actúa desde ahora.
Seguiremos platicando …
Empresa: Una Institución Social encargada del Desarrollo Humano, a través de la Inversión y el Trabajo
La Responsabilidad Social, la Sustentabilidad y la Etica, son los Valores básicos para las
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